
Por: Hugo Martoccia
La situación de la seguridad se ha convertido, como no podía ser de otra manera, en el tema central del Gobierno de Mara Lezama. Los hechos violentos sucedidos las últimas semanas han puesto a ese tema en el centro de la agenda y de las decisiones. Pero la mirada de la gobernadora va más allá sólo de la seguridad pública y se ha posado en la Fiscalía General del estado, que conduce Óscar Montes de Oca.
En las últimas semanas ha crecido de manera considerable el descontento de la mandataria estatal con el trabajo de esa dependencia. “El desenlace es inevitable, y se va a adelantar”, dicen en el primer entorno de Mara. Allí se daba por hecho que el Fiscal se iría antes de que termine este año; ahora aseguran que esa salida es inminente.
El tema transcurre por dos carriles diferentes, pero que se tocan en algún punto.
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Primero, ya todos entienden que es imposible ofrecer un cambio en seguridad cuando las caras visibles son las mismas. A pesar de la fuerte campaña mediática que el Fiscal puso en marcha desde hace algunos meses, la realidad es que la percepción ciudadanía sobre la dependencia es pésima.
Segundo, el caso del Fiscal es también político; alude a la presencia constante del ex gobernador Carlos Joaquín en la actual administración. Y parte del descontento es que Mara ha encontrado, entre ambos personajes, conexiones que no le gustan.
Lo político y lo operativo iban por carriles diferentes, hasta que se juntaron en algún punto. Y dicen que hasta los más sólidos acuerdos políticos, admiten o requieren algún límite.
PRIMERA VERSIÓN
Apenas inició su gobierno, desde el entorno de Mara Lezama se divulgó la versión de que el Fiscal se iría en enero de este año. Incluso, la propia gobernadora se lo dijo a no pocos actores políticos.
La idea era que, como en todo inicio de sexenio, el cambio de gobierno podría derivar en una suerte de “ajuste” entre los grupos del crimen organizado, que generaría un situación compleja en inseguridad, la cual justificara la salida del Fiscal.
Pero eso no sucedió. Las estadísticas de crímenes y violencia no se dispararon, se mantuvieron donde estaban. Y, si bien eso ya era un problema grave, quizá fue suficiente para poder mantener al Fiscal, y así evitar, hasta donde se pudiera, un cruce fuerte con el ex gobernador Carlos Joaquín, que es el principal soporte político de Montes de Oca.
Pero lo sucedido en las últimas semanas, con una sucesión de delitos de alto impacto y en zonas no comunes, puso el tema en el centro de la agenda social. Ya no hay demasiado que analizar.
En seguridad, el bono democrático se ha terminado y la sociedad quiere respuestas. Y Mara no encuentra esas respuestas en la actual Fiscalía.
Los que creen que el Fiscal se va, dicen que es cuestión de días o semanas. Sólo se trata de cruzar nombres con la Federación, para no tomar una decisión errónea sobre el sucesor.
Pero no todos creen en eso.
LA POLÍTICA Y LOS ACUERDOS
Hay que decirlo con todas las letras. La permanencia del Fiscal más allá de enero, fue uno de los más profundos golpes políticos que recibió un sector del morenismo que confía ciegamente en la gobernadora. Ya casi nadie se anima a decírselo, pero la realidad es que es una de esas decisiones que ponen en duda casi todo lo demás. Y en ese sector están algunas de las personas más cercanas a Mara.
Por eso, más allá de las nuevas versiones, lamentablemente la situación no ha cambiado aún. Una de las personas que ha transitado junto a Mara todos los años de su carrera política, no esconde su escepticismo. “Nada va a cambiar; el trasfondo de esos acuerdos es mucho más grande y terrible de lo que sabemos”, dice.
Se trata de un sector (se repite, muy cercano a la gobernadora) que casi se ha resignado a compartir la 4T con actores políticos totalmente ajenos. Y, lo peor de todo, es que es gente que está ya al borde del desencanto.
Las ironías de la política hacen que ese grupo comparta, por distintos caminos, la misma visión que los más cercanos a Carlos Joaquín: ambos creen que Montes de Oca no se irá, porque el ex gobernador nunca permitirá que lo hagan a un lado en los espacios donde aún tiene poder.
Según esa versión, el Fiscal está donde está porque no sólo fue funcional a Carlos Joaquín durante su mandato, sino que también fue funcional al proyecto político de “Mara gobernadora”, que se viene gestando hace muchos años, con el ex gobernador como un actor principal.
A favor de esa versión hay que recordar que Mara fue “la candidata de todos” desde 2018, y prácticamente no se recuerda ningún enfrentamiento suyo con el Fiscal.
¿Qué pasará finalmente con este tema? Difícil saberlo.
El periodo legal de Montes de Oca al frente de la Fiscalía concluye en diciembre de 2027, tres meses después de que Mara deje el poder. Si Mara le pide la renuncia, habrá iniciado el necesario alejamiento de la pasada administración, que su destino político ya exige. Si no lo hace, tendremos un Fiscal transexenal, con todo lo que eso implica.
LA VERDAD Y LA REALIDAD
Lo que es un hecho, es que la gestión de Mara empieza a dividirse en dos realidades muy diferentes. O al menos esa es la percepción.
Por un lado, hay una Mara con un gran carisma; que camina las calles y habla con la gente; que ha logrado mimetizarse con sectores del estado (Chetumal, por ejemplo) que casi habían perdido la fe en los políticos; que es empática con los más necesitados, y que apunta a un Gobierno con un altísimo contenido de inversión social. Es una Mara popular, populista, y carismática; así vista, una exponente de las más auténtica 4T.
La otra Mara es indescifrable. Es la que tolera el “paquete de impunidad” de Carlos Joaquín (Fiscal, Auditor, Fiscal Anticorrupción y Tribunal de Justicia Administrativa); la que no termina de explicar cuál es el lugar del Verde en la coalición; la que escapa de las polémicas y los temas candentes del estado; la que parece que va siendo rodeada por un establishment político que tiene a mano soluciones para todo, algunas sacadas del arcón de los recuerdos del peor pasado.
El ex presidente argentino Juan Perón decía que, en política, la única verdad es la realidad. Pero ¿cuál de esas dos realidades nos muestra a la verdadera Mara?