Por Gilberto Avilez Tax
A más de un año de la pandemia, iniciado en marzo de 2020 en el estado, y ante un posible rebrote de casos de Covid-19 como producto del periodo vacacional de “Semana Santa”, en los transportes del estado, tanto de tipo “vanes” como los autobuses de “segunda” como Autobuses Mayab, que pertenece al corporativo Alas de Oro (ADO), tal parece que la pandemia se conjuga en tiempo pasado.
Resulta que este fin de semana, al movilizarnos algunas ciudades del centro y sur de Quintana Roo, pudimos comprobar que las supuestas medidas de seguridad que deben acatar los servicios de transporte en el estado, son casi inexistentes en los servicios que utilizan las poblaciones de escasos recursos, en su mayoría, trabajadores de la construcción, población indígena, jóvenes y otros segmentos de las clases populares que no pueden pagar una cantidad como la que se encuentra en los tabuladores de los “servicios de primera” del ADO.
Tanto en las “vanes” de José María Morelos, como en las vanes de Carrillo, las medidas de seguridad como las mamparas divisorias entre asientos no se utilizan, no existe la oferta visible de gel sanitizante, no hay toma de temperatura al momento de abordar las unidades, y menos respetan el aforo de pasajeros: son camionetas sardinas que solo piden el uso de cubrebocas pero observé que algunos clientes no acataban ni eso, y nadie se escandalizaba por aquello.
En el caso de Autotransportes del Mayab, pensé que la cosa iba a ser un poco distinta, pero siguió en el mismo carril: ni verificación de temperatura a los viajantes, ni gel antibacterial, menos el respeto a la capacidad de las unidades. Como vemos en las imágenes que anexamos, así se vive la reactivación turística en Quintana Roo y se trabaja contra la tercera ola del Covid en Autotransportes Mayab, una empresa canalla, clasista, y que se ha hecho dueña de una palabra, el Mayab, sin respetar a los mayas mismos que utilizan sus unidades, sin respetar su salud.
El autobús se quitó de Cancún el domingo 11 de abril, llegó a Felipe Carrillo Puerto a las nueve de la noche, y recorrió todos los pueblos de la sierra (de Peto a Mérida) en los que seguramente se llevaba para esparcir el virus chino por doquier.
A ningún pasajero se le tomó la temperatura, no hay satinizantes visibles, y a pocos les importa que tengan puesto los cubrebocas adecuadamente. En el autobús se escuchaban carrasperas, toses secas, de forma recurrente.
Al subir, le pregunté al chófer que en dónde estaba la “sana distancia”, y el camaján solamente se rio y dijo: “ahí está s sana distancia, busque su lugar, parado”. Me puse tres cubrebocas y esperé que no se demorara mucho esta ruleta rusa que significa viajar en “el Mayab”.