Francisco J. Rosado May
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Desde el 6 de octubre el Presidente AMLO criticó las “mafias” en las universidades públicas y llamó a impulsar un movimiento de renovación; esas mafias impiden el desarrollo de la comunidad, fomentan influyentismo, nepotismo y manejan de forma discrecional recursos públicos destinados al desarrollo académico y científico.
Las reacciones no se hicieron esperar; unos a favor, otros en contra y otros más haciendo análisis sin tomar partido. Las opiniones publicadas fueron de personalidades o de instituciones grandes. Si hubo notas provenientes de pequeñas ciudades o instituciones educativas, en la península de Yucatán, sobre la crítica de AMLO, no fueron conspicuas.
Sin duda, la cantidad y calidad científica y educativa dejan mucho que desear. Sin la calidad necesaria no puede haber mejor vida y desarrollo para México. Tampoco lo puede haber si hay corrupción, encubrimiento de malas acciones, violaciones a derechos humanos, contrataciones sin tamices, académicos que no producen, etc. Menos lo habrá si la educación descansa en muchos académicos sin certidumbre laboral o mal pagados, sin promoción ni incentivos, simulando hacer un buen trabajo o de plano como aviadores. Y vaya que hay muchos, demasiados, casos, de lo uno y lo otro en las universidades.
Esta entrega pretende hacer visible una situación que ha estado oculta. La calidad de la educación e investigación depende de la calidad de la gestión y administración en educación superior. Estamos muy cerca de retornar a clases presenciales, en enero de 2022, viable solo si Ómicron no desata una cuarta ola de infecciones de Covid. ¿Qué hemos aprendido? ¿Qué innovaciones se pueden implementar en beneficio de la educación? Lamentablemente la evidencia predominante es la inercia, no la innovación.
Las actividades académicas en línea aceleraron el desarrollo de la tecnología digital, pero parece que pasa desapercibido en varias instituciones de educación superior. Se sabe de casos donde los estudiantes tienen dificultades para titularse porque son pueden cumplir el requisito de entregar su tesis en forma impresa y/o en discos compactos. ¿Quién se acuerda de ellos? O se pide la entrega de calificaciones en forma impresa, o se pide que las minutas de reuniones se impriman y se firmen, como en años antes de la tecnología digital.
Por increíble que parezca, una institución pidió a sus académicos que se presenten a trabajar y dar clases en línea desde los salones programados para clases presenciales; adicionalmente pidió que al menos los profesores estén 6 horas en las instalaciones.
Las anteriores medidas son claramente reflejo de inercia y burocracia que para nada estimulan la creatividad ni aprovechan las nuevas tecnologías. ¿Será que los responsables de gestión y administración de esas instituciones tienen evidencia de que a más horas de oficina se logra más publicaciones o mejora la calidad educativa? Si fuese así, ¡el número de publicaciones e innovaciones de quienes tienen posiciones académico-burocráticas serían altas! ¿Es así?
Una explicación a lo anterior es que las personas encargadas de gestión y administración siguen una inercia tan fuerte que no les permite crear espacios para la creatividad. No son concientes, ni tienen la formación para reconocer que en realidad lo que hacen es fomentar nuestro subdesarrollo. Esta grave situación también debe atenderse con el llamado del Presidente.
El influyente economista John M. Keynes (1883-1946) nos legó una reflexión que refleja lo anterior: “No estamos escasos de buenas ideas, el problema es escapar de las viejas”.
El científico e inventor de la cámara fotográfica instantánea, Edwin H. Land (1909-1991) legó la siguiente reflexión: “No es que necesitemos nuevas ideas, lo que necesitamos es dejar de tener viejas ideas”.
El escritor de libros de desarrollo personal, finanzas personales y orador motivacional, Anthony Robbins (1960-) dijo: “No tengan miedo de nuevas ideas. Tengan miedo de las viejas ideas, ellas te mantienen donde estás e impiden tu crecimiento y desarrollo. Concéntrate en la dirección a donde quieres ir, no en tus temores”.
El consultor y profesor de negocios Peter F. Drucker (1909-2005), considerado como el mayor filósofo de la administración en el siglo XX, dijo: “Si realmente quieres algo nuevo, tienes que dejar de estar haciendo cosas viejas”.
Albert Einstein (1879-1955), físico y filósofo, dijo: “Es una locura hacer lo mismo una y otra vez, y esperar resultados diferentes”.
En otras palabras ¿Cómo podemos esperar una mejor vida y desarrollo en el siglo XXI si pensamos y actuamos como en el siglo XX… o en algunos casos como en el siglo XIX?
Es cuanto.