Por Francisco J. Rosado May
fjrmay@hotmail.com
Recientemente el CONACyT invitó a integrantes del Sistema Nacional de Investigadores a donar parte de su beca a una bolsa destinada a enfrentar el reto del covid19. El tema ocupó espacios en medios nacionales e internacionales (La Jornada, 15/05, El Economista, 17/05; El Presente del Pasado, 25/05 y 01/06; El País, 02/06; La Jornada Maya, 05/06).
Hubo básicamente tres tipos de reacciones. Por un lado, el rechazo; por otro, la aceptación; uno más trató de analizar políticamente el significado de la medida, en el contexto de la propuesta de Ciencia para el Pueblo como una nueva característica del CONACyT en esta 4T.
En los análisis no se detecta la opinión de académicos que no son integrantes del SNI y que trabajan en provincia. En la discusión entre investigadores de “alto nivel” en instituciones de reconocida calidad, sobre el papel del SNI, es importante presentar otras voces.
Aunque su creación fue en agosto de 1984, prácticamente inició su operación en 1985. Siete años después, julio de 1992, ingresé como Investigador Nacional nivel I. El SNI evitó, y evita, la fuga de cerebros mexicanos, otorgando a los científicos una beca para mejorar sus condiciones económicas.
En 2017, el CONACyT ubicó a Quintana Roo entre los últimos cinco estados con respecto al número de miembros del SNI. De los 151 integrantes del SNI en el estado, el 33.1% se ubica en Biología y Química; 25.8% en Sociales y Económicas; 14.6% en Física, Matemáticas y Ciencias de la Tierra; 11.3% en Ingenierías e Industria; 2.6% en Biotecnología y Agropecuaria; y 1.3% en Medicina y Salud. Con estos datos y criterios es obvio que el estado está en enorme desventaja científica. Para hacerlo mas interesante, en el ciclo 2017-18 la SEQ reporta 4,859 profesores a nivel superior para todo el estado. No hay datos actualizados disponibles, pero quizá no hay diferencia importante. ¿Qué está pasando? ¿Cómo hacer ciencia para el pueblo en la 4T bajo estas condiciones?
Sin duda, el SNI debe seguir fortaleciendo el desarrollo del país y al bienestar de la población. Enseguida unas propuestas:
1. Garantizar un ingreso económico adecuado para los académicos con perfil de calidad sin depender del SNI. Existen índices internacionales que pueden usarse, o bien crear un modelo de medición del impacto de las investigaciones en el bienestar local.
2. El SNI debe expandir su clasificación de áreas de conocimiento y sistema de trabajo. Además de atender los tipos de investigación actuales, básicos, tecnológicos y prácticos, debe fomentar una ciencia local, aprovechando y potencializando la capacidad instalada, humana e infraestructura.
3. Capacitar a académicos locales en investigación científica y metodologías, así cómo establecer adecuadamente líneas de investigación que guíen su labor.
4. Generar condiciones para establecer grupos académicos articulados entre sí, con líneas de investigación que permitan ofrecer las respuestas que demandan los tomadores de decisión, locales y nacionales. Sin datos sólidos es muy difícil tener una buena gobernanza.
5. Crear medios de difusión de los resultados de investigación, valorando tanto la investigación local como la “de frontera”.
6. Pensar en nuevas generaciones, formados con calidad para investigación.
Los investigadores seguiremos rindiendo cuentas, haciendo a un lado egos personales o la mentalidad de corcholatas para mantener o incrementar el nivel en el SNI.