Francisco J. Rosado May
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La Conferencia de las Partes 15 (COP15) terminó el 19 de diciembre. Se discutieron nuevas metas de conservación y recuperación de la biodiversidad a nivel global, como base para actualizar la política pública que sobre el tema adoptarían los miembros de la ONU.
Las discusiones fueron difíciles. La diversidad de culturas, pero sobre todo los intereses y política basada en crecimiento sin conservación, no hicieron fácil alcanzar acuerdos más sólidos. Parece que el mundo nuevamente va a descansar en la voluntad, pero sobre todo en la cultura, de quienes tienen en forma visible o no, una alta conciencia de la importancia de la biodiversidad para la sostenibilidad del planeta y nosotros mismos.
Antes y durante Montreal, investigadores, organizaciones de la sociedad civil, incluso algunos gobiernos e inversionistas, habían documentado y reconocido que alrededor del 80% de la biodiversidad aun presente en el mundo se encuentra en territorios manejados por pueblos indígenas. Esto no se logra solamente con del uso de las manos, como incorrectamente asumen quienes no conocen del tema, las manos solamente transforman en realidad lo que se crea en el pensamiento guiado por el corazón (también conocido como cosmovisión). La ausencia de esta tríada: manos hábiles, mente innovadora y corazón que entiende perfectamente la interconectividad entre naturaleza y seres humanos, explica en gran medida los grandes problemas que hoy tenemos: pérdida acelerada de biodiversidad, cambio climático, hambruna, erosión y desertificación de suelos, emigración.
En COP15, como ayer y se espera que también en las siguientes, la participación de los indígenas ha sido cada vez más y más importante. Pero no ha sido fácil. El 10 de diciembre los representantes indígenas en COP tuvieron que hacer una manifestación pacífica para demandar que sus voces y propuestas sean incluidas en los textos que emergen de las discusiones. En la estación Victoria-OACI del metro en Montreal se puso un rótulo que en español dice: “Dirigentes mundiales, el mundo los mira. Respeten los derechos de los Pueblos Indígenas, apoyen 30×30 en COP”. Si bien hay bastante discusión alrededor de este punto, se trata de que al menos el 30% del planeta esté en buen estado de conservación en el 2030, pero sin afectar los derechos de los Pueblos Indígenas.
Hay manifestaciones en contra de políticas públicas que en el nombre de la conservación propician la expulsión de habitantes de las áreas que se desean proteger. Esto se explica, en parte, no solo por malas políticas públicas, corrupción y falta de entrenamiento y formación de los políticos, sino por intereses económicos (Silvia Ribeiro, La Jornada, 17/12/2022), acaparando tierras en todo el planeta, al grado que en COP15 se desplegó una enorme manta con el texto Billonarios vs Biodiversidad.
Hay varias organizaciones Indígenas y no Indígenas que han estudiado a profundidad el tema, se han preparado, organizado y presentando posiciones en favor del planeta y de la humanidad, no solo para Indígenas. Destaca el IIFB (por sus siglas en inglés, https://iifb-indigenous.org), vale la pena conocer, aprender y sumarse a esta organización (quien escribe participa con ellos).
El financiamiento también es motivo de mucha discusión. Se trata de que los países que más han afectado la biodiversidad contribuyan en forma significativa a la recuperación y conservación. Se trata también de establecer objetivos claros y permitir que las organizaciones, especialmente las Indígenas, tengan su propia gobernanza en la toma de decisiones para que con transparencia puedan aplicar los recursos siguiendo sus propias metodologías.
No es fácil, definitivamente, pero tampoco tenemos mucho margen de maniobra. Los problemas globales nos están afectando ya. Escuchemos con atención la voz de los conocedores, incluyendo los Indígenas, en materia de recuperación y conservación de la biodiversidad.
Es cuanto.