Por Gilberto Avilez Tax
No se mueve el engranaje del sistema político en México, sin la voluntad del Presidente. Ese era el dictum que en el viejo régimen era regla incontrastable. Ahora, a pesar de que tenemos a un Ejecutivo federal fuerte, la batalla que libera desde el 1 de diciembre de 2018, de trabajar con una estructura neoliberal crecida durante 35 años de corrupción y componendas institucionalizadas, con una crisis económica producida por el acuartelamiento global, una pandemia que nos vino a robar no solo el mes de abril sino casi todo el 2020, ha hecho que la voluntad del Presidente se vea mermada.
Desde los diversos entresijos, madrigueras y plazas públicas, el más que hipotético “Bloque Opositor Amplio” (BOA), trabajando en redes sociales, en editoriales de intelectuales y periodistas orgánicos del viejo régimen, y gubernaturas conservadoras, se le cuestiona cualquier movimiento que realice al engranaje político, constitucional y económico de este país. Eso es la riqueza de la democracia. ¡Pero vaya!, no lo dejan gobernar hasta ni por los “mayas rebeldes” del Facebook, parapetados en discursitos ecológicos contra el Tren Maya y la “devastación inminente”.
En ese panorama, la defensa de AMLO de un polémico político quintanarroense que gobernó el estado de Quintana Roo en los años finiseculares del viejo régimen, ha generado una serie de cuestionamientos y futurismos que, al final del día de ayer, 10 de junio, y de las próximas semanas, con el arraigo domiciliario temporal que obtuvo mediante un amparo el ex gobernador Mario Villanueva Madrid (MVM, 1993-1999), se presentarán desde un optimismo irreal por el regreso del “hijo pródigo” de Chetumal a la senda del poder en el estado, hasta una crecida de los bonos del casi inexistente villanuevismo que, algunos consideran, volverá por sus fueros para mimetizarse, enquistarse y arraigarse en el partido hegemónico en Quintana Roo: Morena. Desde antes de su toma de poder como presidente, y desde la presidencia misma, AMLO insistió en que iba a ayudar al ex gobernador. En noviembre de 2019, desde Felipe Carrillo Puerto, AMLO señaló que intervendría personalmente para la liberación de MVM. Ayer comenzó a cumplir su palabra, al ayudar para que se concretice el beneficio constitucional de arraigo domiciliario por razones humanitarias, moviendo a los abogados de la Secretaría de Gobernación para agilizar el caso. Y detrás de esas razones humanitarias, recordemos que, en marzo de 2018, Villanueva le hizo llegar información valiosa a un candidato de Morena a la presidencia, donde le comentaba cómo Gustavo Ponce fue presionado por el gobierno de Fox para que declarase en contra del candidato, años atrás. Villanueva, además, como abogado que es –lo estudió en la cárcel- enseñó a Ponce a defenderse, le veía su caso y lo asesoraba. Amor con amor se paga. Y desde la madrugada del miércoles 10 de junio, muchos noctámbulos nos enteremos, por la página oficial del ex gobernador, que administra su hija Marissa Villanueva Tenorio, la buena nueva que el Consejero Jurídico de la Presidencia de la República, Julio Scherer, le había notificado: el ex gobernador se iría a casa en el transcurso de las siguientes horas de ese día 10 de junio. La noticia corrió como pólvora en Chetumal y otras ciudades del estado: el regreso de MVM a su casa y, ¿a la escena política?
Eso es lo que muchos nostálgicos de esos años clausurados, claman y reclaman, con un sentimiento desbordado por lo caudillezco que dice mucho de su cultura política clientelar, de facción y grupo, donde el individuo y el ciudadano son nulificados por “el líder” y “el jefe” de un partido que fue hegemónico 16 años después de haber perdido el poder a nivel federal. Esto último no lo creo, el villanuevismo es inexistente toda vez que el tiempo que conoció Villanueva, ha cambiado mucho en estas dos generaciones que ha estado recluido (el poder político ha pasado al norte del estado), pero arguyo que muchos de sus simpatizantes, con sus bastiones en el sur y la Zona Maya, escorarán sus miras hacia la 4T, sino es que ya lo están haciendo. Lo cierto es que en todo Quintana Roo, con una cultura política escorada hacia el “líder carismático”, la nostalgia del “mejor gobernador” reclama y contrasta esta presencia fuerte y cercana con la gente, con lo que se vivió en tiempos del Felixismo-borgismo, sino es que, desde tiempos de Hendricks, donde políticos chatarra no se metían a hacer labor política a ras de pueblos, y un tiempo llegaron a vivir en otra realidad aparte del grueso de la población quintanarroense.
Por eso AMLO ha arrasado en este estado desde 2006. La cultura política clientelar, peleada con la ciudadanía moderna, es almácigo para el reforzamiento de los líderes carismáticos. Y la defensa que ha hecho de este gobernador, también populista como el Presidente, le da más bonos a la fuerza de Morena en el estado, salvo que Morena no cuenta con ningún político carismático, con ningún político que toque las fibras más sensibles del Quintana Roo profundo, como MVM lo hizo en su momento. Los que lo conocieron cuando ejercía el poder, alegan que donde quiera que se paraba, conocía el nombre de los mayas, podemos decir que Quintana Roo no ha tenido otro gobernador más indigenista como el chetumaleño, al igual que el Presidente.
Por supuesto, en casi 24 horas del arraigo domiciliario del ex gobernador, desde el Palacio de Gobierno no hemos escuchado comentario alguno, por más nimio que sea, y eso que estamos en una sociedad donde la comunicación es casi instantánea. A muchos conservadores del trópico no les cae para nada bien esta noticia. Y no es porque MVM o uno de sus vástagos (sin los atributos carismáticos del padre) guarden todavía un capital político considerable (y en el entendido de que MVM sigue en arraigo), sino por todo lo que significa este arraigo: MVM, querámoslo o no, aún guarda cierto peso en un segmento de la población quintanarroense. Su arraigo es un símbolo, una demostración elocuente del compromiso de la 4T en esta parte oriental de la Península.
Reitero la pregunta, ¿asistimos al regreso del Villanuevismo? No lo creo; no confundamos el culo con las témporas. Ayer, distintos líderes de Morena, como el senador Pech y un diputado local, dieron sus parabienes por el arraigo domiciliario del ex gobernador, y eso es encomiable. Resulta hasta cómico que un suspirante por la gubernatura, se encontrara al momento de la salida de Villanueva del hospital rumbo a su casa. Hay que ser claro en esto: Morena Quintana Roo no puede dar paso al villanuevismo de los sobrinos -no del tío-, esos que apoyan al suspirante de la gubernatura y a una reina del congreso.
Y hay que decir lo siguiente. No creo que Villanueva esté de regreso. Villanueva sigue en arraigo domiciliario, le quedan tres años de una condena ante la justicia mexicana. El poder que posibilitó la salida del ex gobernador, tiene nombre y apellido: AMLO. Eso de que los candidatos de Morena a la gubernatura vayan en caravana a Andara a prosternarse como “antiguamente” hacían con el Tatich de Cozumel, es irreal. Demos paso de una vez a la modernidad sin Tatiches. El Quintana Roo que gobernó Villanueva no es el actual, y no se asemeja ni de lejos. ¿Pero es posible que un hombre que ha estado un cuarto de su vida alejado de su familia tenga ganas de seguir en la brega? Nadie lo sabe más que él, un animal político lo es hasta la muerte.
Se me hace forzoso hacer el contrapunteo a lo que se ha venido diciendo: ¿el morenismo es un villanuevismo? Lo que veo en zonas depauperadas del estado, como la zona maya, es que los antiguos caciques y familias de caciques, poco a poco van acercándose a ese partido. Y la idea que surgió ayer, es el mito de que el villanuevismo es el morenismo de hoy; ese es el mito que crece y engorda entre el desconocimiento de las nuevas generaciones de un sexenio autoritario, que hizo de Quintana Roo, para 1999, el estado con el mayor desembarco de droga en México y una de las principales bases de operación del cártel de Sinaloa y el cártel de Juárez. Entre 1993 y 1999, de acuerdo con investigaciones del gobierno estadounidense que recoge Anabel Hernández en Los señores del narco, “el ex mandatario” de Quintana Roo “suministró apoyo estatal y federal para que el cártel de Amado Carrillo introdujera a Cancún cientos de toneladas de cocaína procedentes de Colombia, para después transportarlas a Estados Unidos” (Los señores del narco, p. 224). El ex gobernador alega su inocencia, y el mito dice que el pleito comenzó cuando tuvo diferencias con Zedillo, no obstante que en territorio estadounidense se declaró culpable de lavado de dinero y narcotráfico; no obstante, además, que su detención ocurrió en mayo de 2001, en tiempos de Vicente Fox.
El mito crece con la nostalgia brava de los viejos políticos del Quintana Roo profundo por un líder que les resuelva todas sus cuitas existenciales (los anti modernos caciques de la Zona Maya, por ejemplo, donde “el mejor gobernador” nunca perdió a sus adictos), y una irrealidad creciente de comparar o creer que el Morenismo en Quintana Roo se conjuga con el villanuevismo. Pero hay que decir: el tiempo de Villanueva Madrid, sus mejores momentos, se dio hace casi tres décadas….aunque no demos por un hecho su salida de la política, y no demos por un hecho de que la cultura política de buena parte de los quintanarroenses, de un segmento inmenso de los quintanarroenses (otro vez regresemos al ejemplo de la Zona Maya y el sur del estado), se escora hacia el endiosamiento acrítico de los hombres fuertes, de los “líderes que todo lo pueden” con su don de gentes, su amor a los pobres y su brazo protector y represor, cobijándolos.
Si existe un político en Quintana Roo parecido al populismo del presidente Obrador, ese político es MVM, pero las diferencias son enormes y está por demás comentarlas. Uno es el pasado autoritario de este estado, otro es el presidente que fue empujado hacia el triunfo por la izquierda mexicana y por los destrozos que nos dejaron políticos neoliberales que, en su afán de privatizarlo todo, privatizaron hasta las costas de Quintana Roo, y esto también se dio en los tiempos de su “mejor gobernador”.