Hugo Martoccia
Las últimas encuestas conocidas, las más serias, muestran que de no suceder algo extraordinario, la ventaja que lleva Mara Lezama es irremontable para sus adversarios. “Va a ser una masacre”, dicen en el búnker de la candidata de MORENA, en donde celebran esa noticia. Pero para muchos, ahí termina la alegría. La certeza de un triunfo no va a acompañada de una certeza de lo que pasará después del 5 de junio.
Hay demasiados “rostros conocidos” alrededor del marismo, que siembran dudas de cómo sería un eventual gobierno de Mara. ¿Habrá caras e ideas nuevas en la administración pública? ¿O será un mero rejunte de lo que ya hubo?.
La foto que acompaña esta columna marca esa dicotomía. En una mitad de la fotografía Mara está con Andrés Manuel López Obrador. En la otra mitad, la candidata a gobernadora está acompañada por la neojoaquinista Yohanet Torres.
Uno, significa la “Transformación”; la otra, el “Cambio”. Y en Quintana Roo todos sabemos que una cosa no es lo mismo que la otra. Sin hacer aquí una valoración de uno u otro espacio político, es evidente que la sociedad sí ha hecho esa valoración, y lo que quiere es sacudirse el “Cambio” y que llegue la “Transformación”.
Que una figura como Yohanet (ese nombre es sólo un ejemplo; hay otros iguales o peores) no tenga un impacto electoral en los números de MORENA, por la fuerza natural del lopezobradorismo, no significa que no tenga un brutal impacto político.
Por eso el titulo de esta columna; la imagen con AMLO es la señal de que lo que viene para el Estado es la Transformación. La imagen con Yohanet significa el Gatopardismo, cuyo precepto fundamental es “cambiar todo para que nada cambie”; la paradoja política que dice: “Si queremos que todo siga como está, es necesario que todo cambie”.
En Quintana Roo sería algo así como: “cambiemos de partido, cambiemos de figura central, cambiemos de estética política; pero nos mantengamos los mismos de siempre, haciendo lo mismo de siempre, para que las cosas sucedan igual que siempre”.
Una casta política incrustada en el poder, que no tiene ninguna intención de soltarlo, y que ya se acomodó, y muy bien, de cara al próximo sexenio. Se repite lo que se dijo la semana pasada en este mismo espacio: ya se cuentan por decenas los funcionarios de Carlos Joaquín que aseguran que mantendrán sus puestos (o tendrán unos mejores) en un eventual gobierno de Mara.
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LAS SUMAS QUE NO RESTAN
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El problema central de esta dicotomía no pasa por la fotografías de los que se suman al marismo. Eso tiene hasta una lógica política; demostrar que el proyecto absorbe a cualquier corriente y que es imparable. Pero el verbo (absorber) es fundamental en ese mensaje.
Por ejemplo, no es lo mismo “absorber” a muchas corrientes políticas, que, por decir algo, “abarcarlas”. Absorber supone que esas corrientes se someten a un nuevo ideal político, con sus criterios y reglas.
Abarcarlas supone que la nueva corriente integra a las antiguas, pero las integra completas, con sus propias reglas y criterios, que a veces incluso terminan imponiéndose a la nueva. Y eso se parece mucho al Gatopardismo.
Para graficar esto pongamos el ejemplo del PVEM y su alianza con la 4T. Esa alianza nunca fue un problema para AMLO, porque el Verde asumió toda la agenda de la 4T, legislativa y política. Guste o no, son los aliados mas fieles del Presidente. AMLO y la 4T absorbieron al Verde.
Pero en Quintana Roo es diferente; la 4T abarca al Verde, pero no lo absorbe, porque ese partido impone agenda y políticas. Aquí no se dice que eso esté bien o mal; sólo se dice que es un hecho constatable en la realidad diaria.
Ahora, aquí hay que hacer una salvedad. Más allá de lo que se quiera decir mediáticamente, el Verde no es un problema para Mara, porque, como se dijo, es un aliado central de la 4T. Esa alianza la hizo y la sostuvo, le guste a quien le guste, Lopez Obrador. El problema de Mara son los aliados oscuros, los que no están, por decirlo de alguna manera, en el Convenio de Coalición.
Desde ese punto de vista, una alianza con el neojoaquinismo, o con ciertas figuras del peor PRI, por ejemplo, son, literalmente, un fraude a los ciudadanos. Si esa alianza incluye posiciones en el Gobierno es peor; entonces nadie les está avisando a los ciudadanos que votar por Mara es votar por alguna forma de continuidad con lo actual.
El tema de Mara y sus aliados, entonces, es que no importa cuanta gente se sume a su proyecto, sino quien lleva la agenda. Y eso está en dudas aún, hacia afuera y hacia adentro.
En Quintana Roo no se suman bajo un paraguas ideológico claro, y menos bajo un proyecto de gobierno con asuntos concretos. Y ese vacío hace que no quede claro si todos van bajo el paraguas protector de Mara, o, al revés, esos aliados son el verdadero paraguas protector de la candidata.
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MARA CONDUCCIÓN
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Ese debería ser es eslogan interno de su heterogéneo “war room”: Mara Conducción. Y hacia eso deberían trabajar. Posicionar la imagen de una líder que va a traer la Transformación, y no la de una política exitosa que llega para acomodar un poco lo que está desordenado.
Pero su war room está dividido entre halcones y palomas. O sea, los que quieren una agenda agresiva, fuerte, transformadora; y los que quieren una candidata escondida, que sólo navegue la ola lopezobradorista. Los segundos, las palomas, van ganando claramente.
Ese sector (muy parecido a los “conservadores” que critica diariamente el Presidente) considera que 30 puntos de ventaja hacen innecesario el debate diario y la confrontación política. Guardan cualquier idealismo bajo siete llaves, y buscan hacer a la candidata lo más neutra posible para llegar tranquilos al 5 de junio.
Lo que no están viendo, quizá, es que los 30 puntos de ventaja que lleva Mara generan más responsabilidades, no menos. La expectativa crece como la espuma, y hace crecer la responsabilidad de su eventual gobierno. Un paso en falso después del 5 de junio, y esa expectativa se puede desmoronar.
Hay que ver el ejemplo de Carlos Joaquín; tardó unos pocos meses en destruir la expectativa de la gente, por decisiones de escritorio (la “invasión” de poblanos, por ejemplo) y nunca más pudo recuperarse. Ese riesgo corren las palomas del marismo. ¿Cómo creen que el lopezobradorismo tomaría el hecho de que el neojoaquinismo se integrara al gobierno?. El 26 de septiembre lo pueden averiguar.
Mara ha mostrado en estas semanas el costado mas 4T de toda su breve y exitosa carrera política. Pero las palomas la quieren esconder. ¿No será que el monumental éxito de la campaña tiene más que ver con la Mara 4T que con la otra Mara, desangelada? ¿No habría que hacer un análisis muy profundo de esa opción?.
En 2018, AMLO llevaba 30 puntos de ventaja y marcaba la agenda todos los días, con proyectos relevantes que son hoy la bandera de su gobierno. Nunca se escondió; la gente no votó a un Presidente para que “nadara de a muertito”.
Tan es así que sus primeras palabras al asumir fueron: “Ya hay Presidente; tengo las riendas del poder en las manos”. Con el 87% de aprobación presidencial en Quintana Roo ¿No será que los quintanarroenses quieren eso antes que un producto desideologizado y edulcorado?.
Mara necesita un NAIM y un Tren Maya. Una épica para pelear los desastres del pasado (para Carlos Joaquín hace 6 años eso significó el «cambio», la épica contra el borgismo impresentable) y una épica con la cual construir el futuro. Pero quizá su equipo tiene otros datos.
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JUNIO Y SEPTIEMBRE
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Hoy todos miramos a la arrasadora Mara candidata. Pero la bruma de la campaña, y las imágenes de algunas figuras del pasado más turbio, no nos permiten ver aún a la Mara gobernadora.
En los próximos meses habrá tres momentos cruciales para saber qué nos depara el futuro. El primero de esos momentos será el 5 de junio, cuando la candidata debe confirmar su triunfo.
No es lo mismo que Mara gane con el 40% de los votos, que sería casi un triunfo inercial del lopezobradorismo, a que alcance el 50%, que significaría que la propia candidata emocionó a sus votantes.
La segunda etapa será cuando nombre al equipo de transición. Allí sabremos cuantas figuras del pasado podrían acompañarla. Y la tercera etapa será el 25 de septiembre, cuando asuma y nombre un gabinete que, seguramente, no será el mismo del equipo de transición.
Allí iremos sabiendo, paulatinamente, si a Quintana Roo llegará la Transformación o el Gatopardismo, y cual mitad de la fotografía que acompaña esta columna nos muestra a la verdadera Mara Lezama.