Por: Jorge A. Martínez Lugo
• Empecinado, el presidente Andrés Manuel López Obrador, imprimió a la mega concentración por el 85 aniversario de la expropiación petrolera, diversos significados, más allá de la “guerra de las marchas”.
Primero, sí, fue una respuesta contundente a la mega marcha de Va por México, que mostró músculo al reunir entre 100 mil y 200 mil personas en el zócalo y calles aledañas. Este 18 de marzo, se calcula entre 400 mil y 500 mil personas.
Segundo, el motivo estaba justificado, ya que uno de los ejes del éxito del nuevo proyecto de nación, es precisamente el energético. AMLO afirmó que se logró la soberanía energética, lo cual es una verdad innegable. Se puede hablar con visión histórica de una nueva expropiación y nacionalización energética.
El retorno a una política nacionalista de soberanía, se amplía a otras áreas, como territorio, los recursos, la seguridad y las decisiones del gobierno mexicano.
Paró en seco el desmantelamiento corrupto del sector
Paró en seco el proceso de entrega de Pemex, CFE y la industria energética a empresas extranjeras y nacionales; puso en valor a la CFE y a las refinerías que estaban agonizantes; adquirió otra en Estados Unidos y construyó una nueva en Dos Bocas.
Después de recibir un sector energético en ruinas, al finalizar este sexenio México consumirá las gasolinas que producimos en nuestras refinerías. Es decir, hay industria energética mexicana y una política nacionalista. Soberanía energética, punto.
La lucha política polarizada trata de minimizar estos avances, con la única bandera de defender al “INE no se toca”, pero carente de propuestas y visión de país.
Son los escenarios rumbo al 2024. Cada fuerza se prepara. El tema de la sucesión presidencial en el discurso del 18 de marzo, merece otra entrega. Usted tiene la última palabra.