Redacción/NOTICARIBE PENINSULAR
CIUDAD DE MÉXICO.– Inglaterra tomó la delantera. La pandemia ha acentuado décadas de mala alimentación que se transformaron, a su vez, en una pesadilla de salud pública con enormes consecuencias en la sociedad. El SARS-CoV-2 y su enfermedad, la COVID-19, puso al descubierto a la industria de la comida chatarra. Las autoridades de ese país han tomado conciencia.
Algo similar ha sucedido en México. Las autoridades le han declarado la guerra a la industria de la chatarra, empezando con el Presidente Andrés Manuel López Obrador y con su vocero para temas relativos a la pandemia, el doctor Hugo López-Gatell. Aunque todavía no anuncian medidas puntuales, un primer paso es que se colocarán etiquetados frontales más claros en todos los productos para que la gente sepa qué se lleva a la boca.
Pero Inglaterra ha dado un paso más adelante. “Boris Johnson se ha convertido en el gran protagonista de la campaña de su Gobierno destinada a declarar la guerra contra la obesidad en el Reino Unido. El Primer Ministro británico utiliza el ejemplo de su propia lucha con la balanza para animar a los ciudadanos a hacer más ejercicio y alimentarse de forma sana, en un video colgado en Twitter coincidiendo hoy con el anuncio de que la publicidad televisiva de junk food [comida basura] queda vetada hasta las 9 de la noche”, dice el diario español El País.
Johnson confesó hoy que mantiene una pelea constante con la báscula y reconoció que tenía “mucho sobrepeso” cuando padeció la COVID-19 el pasado mes de abril.
El dirigente conservador efectuó esas declaraciones en un mensaje de video publicado este lunes para lanzar una campaña nacional contra la obesidad, al ser considerado como un factor de riesgo ante el coronavirus.
“Los productos con alto contenido en grasas, sal y azúcar deberán ser desplazados de las estanterías más prominentes de los comercios y de las ubicadas junto a las cajas de pago, entre otras medidas”, agregó.
Johnson fue hospitalizado hace casi cuatro meses y tuvo que ser tratado con oxígeno en una unidad de cuidados intensivos, pero este lunes reveló que, desde entonces, ha perdido unos seis kilos.
“He querido perder peso desde hace mucho tiempo y creo que, como mucha gente, lucho contra mi peso. Subo y bajo. Pero desde que me he recuperado del coronavirus, estoy mejorando mi forma constantemente”, sostuvo el “premier”.
El servicio de Salud Pública de Inglaterra (PHE) publicó un informe el pasado viernes en el que advertía de que el “sobrepeso” y la “obesidad” aumentan considerablemente el riesgo de hospitalización y muerte por el SARS-CoV-2.
En este sentido, Johnson contó que cuando ingresó en “la UCI estaba muy enfermo” y con “mucho sobrepeso” para una persona que mide 177 centímetros.
Ahora, detalló, comienza el día corriendo con su perro, a un ritmo “muy ligero”, pero destacó que cada vez va más rápido, “a medida de que me pongo más en forma”.
“Hay razones de salud, pero también hace que te sientas mucho mejor. Y eso es lo principal, que, de hecho, tendrás más energía si pierdes peso”, añadió Johnson.
“Sabemos que [la obesidad] aumenta el riesgo de enfermedades graves y de muerte por coronavirus”, agregó. Es decir, ha decidido encabezar con su propio ejemplo esa guerra.
Entre las nuevas medidas adoptadas por el Gobierno para combatir la obesidad figura la eliminación de estanterías con ciertos productos situados en las cajas de pago de supermercados o lugares prominentes, así como de las ofertas del tipo “dos por uno” de alimentos insanos.
Tampoco se verán en televisión antes de las nueve de la noche anuncios de alimentos con altos contenidos de grasas, azúcar o sal, a fin de restringir su acceso a los menores.
LA TENSIÓN EN MÉXICO POR LA COMIDA CHATARRA
La tensión entre la industria de alimentos procesados y el Gobierno se ha agudizado con la pandemia en México, donde uno de cada cuatro muertos por la COVID-19 padecía obesidad, más de una tercera parte diabetes y casi la mitad hipertensión.
Esto agudiza el conflicto con la industria de alimentos preenvasados, que en México tiene un mercado de 52 mil 600 millones de dólares, el undécimo más grande el mundo, según Euromonitor.
Pero, pese la “fuerte resistencia”, el sector pierde influencia, explica Paulina Magaña, investigadora de la Alianza por la Salud Alimentaria y el Poder del Consumidor.
“Creo que justo en este sexenio han perdido un poco de esta capacidad de incidencia, pero venían teniendo este control por la misma participación con exfuncionarios o con gobiernos anteriores, en donde eran los invitados en las mesas de diálogo o toma de decisiones”, indica a EFE.
México es el segundo país con mayores índices de sobrepeso y obesidad, condiciones que afectan a tres de cada cuatro mexicanos, según la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE).
Además, la Asociación Mexicana de Diabetes reporta cerca de 12.5 millones de mexicanos con esta enfermedad, por lo que el país está entre los primeros cinco lugares a nivel mundial.
¿VENENO EMBOTELLADO?
La Alianza por la Salud Alimentaria atribuye gran parte de estas cifras al consumo de bebidas azucaradas, que al año causan 40 mil muertes en México, el principal consumidor del mundo.
“Ciertamente que la obesidad es un tema complejo, multifactorial y tiene el origen en diferentes puntos, no podemos decir que solo sea uno, sin embargo, la contribución a la epidemia de estas bebidas azucaradas ha sido muy grande”, expone Magaña.
Hugo López-Gatell, Subsecretario de Prevención y Promoción de la Salud, llamó esta semana “veneno embotellado” a los refrescos.
La Industria Mexicana de Bebidas (Anprac) acusó al funcionario, responsable de la gestión de la pandemia, de “estigmatizar” sus productos con estas declaraciones.
“Sugieren, además, la necesidad de encontrar un enemigo público a quien responsabilizar ante la crisis sanitaria que enfrenta el país por la pandemia de COVID-19”, denunció en un comunicado.
Con información de EFE