Por El Macehual
Lo hemos dicho hasta la náusea en reiterados artículos para esta columna: Morena en Quintana Roo es todo, pero menos de izquierda, en el entendido de que trabaje desde abajo, con las causas populares, fomentando autonomías locales, abierta al disenso político y agrandado la cuota de justicia social con gobiernos incluyentes y sensibles a la crítica ciudadana. Esas son algunas de muchas carencias de un partido que se parapetó en el regreso de la era del Caudillo –y de caciques de todo peladaje- en este sexenio que resulta insufriblemente clientelar con el electorado, y gravita hacia el más obtuso regresionismo de antaño donde la democracia se encontraba solamente en el reino del discurso sin contenido.
La cultura política, es decir, esa suerte de mapa mental, de creencias e imaginarios de los diplodocos y de otra fauna nociva que comenzaron a habitar a ese partido del presidente, primero con lentitud, y ahora con franco descaro de prisas; desde 2018 en adelante, nunca ha sido erradicada del espectro político regional. Esa cultura política, que va desde las visiones más silvestres de gobernar, hasta las más autoritarias y pintorescas, es la que representa un personaje político de Bacalar al que pensábamos que no podría reelegirse este 2024, y que tenía un solo horizonte en su camino: su jubilación definitiva, para dar paso a una nueva clase política bacalarense desligada de la cola de su cacique sempiterno. Más de uno se equivocó de punta a cabo.
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En política, nadie está muerto hasta que en verdad esté muerto
En política, bien dice el adagio, nadie está muerto hasta que en verdad esté muerte. Ese es el caso del largo cacicazgo del señor José Alfredo Contreras Méndez, un impresentable de la política quintanarroense en todos los sentidos, un viejo espécimen de otra fauna, de otra era geológica política en el estado que se resiste a desaparecer y que, en otros países civilizados –y México, y menos Quintana Roo, políticamente no lo es- no tendría cabida ni en la trastienda del poder. Se le daba por muerto políticamente hablando en el año de 2016, cuando el Borgismo había supuestamente desaparecido con la supuesta “alternancia” democrática, pero para nada. Lo dijimos hace tres años cuando supimos que el señor Contreras Méndez se había inscrito como precandidato del PRI a la presidencia municipal de Bacalar: sólo en Bacalar, los corruptos y tranzas tienen segunda y hasta tercera oportunidad en la caja de bateo.
Aquelarre Borgista. 9 de febrero de 2016.
Una vez salido de su primera presidencia en el 2016, el señor tenía otros compromisos, y en ese año dejó por dos trienios a Alexander Zetina Aguiluz a cuidar su novel municipio, el municipio personal del Chepe Tortas, y Zetina le hizo de fontanero y tapadera personal; para regresar, en el 2021, con todos los arrestos y con las siglas del PRIANREDÉ joaquinista al poder, correspondiéndole el favor al cacique de la SNTE en Bacalar: “tu no me tocaste, no me auditaste aunque tanto se te exigió hacerlo por unos cuantos ilusos izquierdosos, respetaste los pactos de mafiosos de la polaca sietecolores, y ahora hago lo mismo porque no solo pusiste la estructura municipal a mi inentendible candidatura en el 2021, sino que respetaste bien mi trienio borgista. Ahora yo respeto tus dos trienios joaquinistas”.
Esta suerte de permanencia política, vigente en el poder lagunar desde 2004 cuando fue alcalde en tiempos en que Bacalar se encontraba en la jurisdicción municipal de Othón Pompeyo Blanco; no pinta al Chepe como un advenedizo, como un improvisado, como un simplón cacique “de horca y cuchillo” y pocas “entendederas” cromañonas; al contrario, lo pinta como un eficiente cínico con altas dosis de maquiavelismo pueblerino que sabe llegar al precio a cuanta “honestidad valiente” se le presente: a pesar de sus escándalos familiares, de sus taras de macho del pleistoceno, de su desconocimiento total de los nuevos tiempos políticos, apenas hace unos días, el presidente de la JUGOCOPO, el morenista Humberto Aldana Navarro, validó una posible candidatura de “don Chepe”, y que hoy se concreta: en el reino del espanto bacalarense, García Márquez y Kafka se quedan cortos en su narrativa, pues hoy, el epítome de la izquierda bacalarense es un borgista que nunca en su vida había leído ni una sola frase de Marx, y eso a nadie le importa. “Don Chepe” es el hombre de una izquierda cromañona, enquistado en un feudo personal que, al parecer, es el municipio de Bacalar. Por eso decimos que al famoso taquero de Bacalar, el “Chepe Tortas”, habría que analizarlo no solo desde los innumerables adjetivos que se le ha endilgado por la prensa de Bacalar y Chetumal: autoritario, incompetente, desleal. Como un perfecto pulpo, sabe dónde poner los tentáculos, a qué árbol arrimarse, sabe tocar las puertas precisas, porque al final tal parece que tiene la ganzúa política necesaria.
Y con esa ganzúa, don Chepe, el verdadero padrastro del municipio de Bacalar, en un lapso de 20 años, desde que Bacalar solo era una alcaldía, hasta convertirse en municipio y pueblo mágico, ha sido alcalde, regidor, diputado estatal en la XIII legislatura, primer presidente electo de Bacalar (2013-2016), y otra vez presidente municipal (2021-2024). Toda esta larga carrera la hizo militando en su partido, el PRI, al que traicionó como perfecto priista, una vez llegado nuevamente al poder en el2021, para buscar con desespero su conversión al morenismo, y que finalmente lo logró de forma más que tersa. A ese cacique no le hizo mella alguna los escándalos que fueron la moneda corriente en su trienio, tal parece que los escándalos lo alebrestan y le hacen obtener méritos con los líderes morenistas estatales, y también con el líder del PT estatal, que solo ha venido a canibalizar y desventrar el trabajo de la anterior delegada nacional petista en Quintana Roo. Y esto, en buen castellano, no se entiende.
El PT estatal tiró a la basura el trabajo de años de los petistas de Bacalar
No se entiende que el Partido del Trabajo, con su delegado nacional Gerardo Rodríguez, haya tirado literalmente a la basura en menos de tres meses, el trabajo que por años se hizo en Bacalar para su consolidación, y sobre todo, el trabajo que por cuatro años hizo la ex delegada nacional petista, Patricia Casados Pajín. El nuevo delegado petista, al parecer desconoce la brega a ras de pueblos que por años hicieron los petistas bacalarense de a pie, al hacer de ese municipio un bastión del Petismo caribeño que en varios momentos acarició el triunfo, y que se confrontó e hizo frente a las fiebres autoritarias del Chepe Tortas y Zetina Aguiluz. Al aceptar sin condiciones el siglado de Morena para la candidatura a la presidencia de Bacalar, Gerardo Rodríguez puso a una voraz serpiente en el gallinero. Y eso, por dignidad, muchos petistas bacalarenses, por supuesto que no lo aceptarán.
Y es que es entendible, ¿cómo un petista bacalarense, con un poco de amor propio, que en más de una década confrontó al cacique, ahora, de la noche a la mañana, hará política y pedirá el voto ciudadano para que el cacique esté otros tres años en el poder? Esto, en buen castellano, es una mentada y lo que le sigue.
Valvivia Villaseca y el “Chan Lau”: ¡A comer tortas del cacique por tres años y cuidadito y hagan muecas!
“Don Chepe” tiene de su lado a los líderes estatales de Morena y del PT, pero como vimos hace apenas unos días (Noticaribe Peninsular, 4 de febrero de 2024), la ausencia del dirigente estatal del PVEM y del MAS, Rafael Sánchez Tajonar y José Monroy, en el “espaldarazo” a su candidatura, pone en entredicho una supuesta unidad en torno a este candidato impresentable. Solo el dirigente municipal del PT en Bacalar, Juan Manuel Herrera, se ha declarado abiertamente en contra de este “acto de sumisión” del actual delegado nacional del PT, que aceptó sin chistar que Morena estatal imponga en el siglado a Contreras Méndez. Pero llama poderosamente la atención, el silencio ensordecedor del siempre convenenciero y vividor de la política, Rivelino Valdivia Villaseca, y de Laureano Coronado (el “Chan Lau”, apodo perfecto para alguien tan nimio[1]), obtusamente institucional. Valdivia Villaseca y el “Chan Lau” resultaron exageradamente priístas, al aceptar sin chistar la imposición del cacique sempiterno. Ahora, el Chan Lau y don Rivelino, tienen que tragarse otro trienio de estropicios de macho viejo del cacique, “el amigo de Bacalar”, don Chepe. ¡A comer tortas del cacique y cuidadito y hagan muecas!
[1] “Chan” en maya es pequeño, el Pequeño Lau.