Redacción/NOTICARIBE PENINSULAR
MÉRIDA.- El otrora centro del poder del mundo maya, Chichen Itzá, que alcanzó su esplendor entre el 900 y mil 200 d. d. C., mostrará a los visitantes antes de que termine este año espacios nunca antes vistos en los que sobresale una tumba y 25 estructuras que resguardan el linaje de los gobernantes.
Se trata, explicaron los arqueólogos José Osorio León y Francisco Pérez Ruiz, de los trabajos de exploración, salvamento y restauración de la zona conocida como Serie Inicial o Chichén Viejo, lugar de residencia los antiguos dirigentes o los personajes que ejercían el liderazgo religioso y poder político en la ciudad de los itzaes.
Aunque los trabajos de exploración de la zona arqueológica de Chichén Itzá se remontan a más de un siglo y los de Chichén Viejo a 1998, será antes de que termine el 2023 cuando se abra al mundo este sitio una vez que se terminen los trabajos de salvamento, restauración y seguridad de los accesos de ese sector.
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El delegado del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) en Yucatán, José Arturo Chab Cárdenas, anunció la apertura de Chichén Inicial como parte de los trabajos derivados del Programa de Mejoramiento de Zonas (Promeza), en el que se invierten cerca de 900 millones de pesos.
Los citados arqueólogos del INAH resaltaron la recuperación de una tumba que resguardan en una urna los restos incinerados de cuando menos cinco gobernantes de Chichén Itzá, en una estructura de lozas y tres peldaños, con la efigie de un Chac Mool en el frente.
Osorio León aseveró que el fuego era considerado sagrado entre los mayas y la incineración resulta parte del viaje al Xibalbá, el inframundo, para después renacer con la salida del sol al oriente, la orientación en que se encuentra la tumba.
Reconoció que el hallazgo abre la puerta a la investigación, ya que la incineración resulta una excepción en Mesoamérica y el mundo maya, en que los cuerpos eran depositados en tierra o en vasijas de barro con ofrendas en posición fetal.
Aclaró que la referida tumba no tiene relación ni parecido alguno al Templo de Palenque que resguarda los restos del gobernante maya Pakal, pero sí ponderó relevante el hallazgo para su estudio e interpretación, toda vez que su antigüedad, de acuerdo con estudios de radiocarbono, data de 800 a 1,050 después de Cristo.
Los especialistas subrayaron que el sitio denominado Zona Uno de Chichén Viejo está conformado por unas 25 estructuras y que faltan unas 39 zonas más que intervenir, lo que refleja las enormes dimensiones que alcanzó el asentamiento, de unos 30 kilómetros cuadrados y llegó albergar a unos 70 mil habitantes entre residentes y peregrinos o visitantes
“Tenemos mucho trabajo que hacer en los próximos años en investigación, exploración, rescate y conservación de esta urbe que fue capital de los poderes mayas en la península de Yucatán con vínculos estrechos con Mesoamérica”, recalcó el arqueólogo Osorio León.
Del conjunto de estructuras, los arqueólogos distinguieron el Templo o Palacio de los Falos con sus 20 metros lineales ricos en iconografía y profusa ornamentación, así como sus estelas y glifos de gran simbolismo.
Pérez Ruiz indicó la ingeniería y la arquitectura aplicada en los edificios, ya que a pesar de haber sido construidos hace más de mil años se mantienen de pie gracias a basamentos o cimientos en lajas de mayor y menor profundidad, tal como se construyen inmuebles en la actualidad.
En la plaza del sitio resalta también la imagen de una tortuga con caparazón de aproximadamente 4 metros de largo por 3 de ancho que representa al universo del que surge el dios del maíz y otras deidades, de acuerdo con la descripción del Popol Vuh, el libro sagrado de los ancestros mayas.
También destacan el Palacio de la Luna, el Palacio de Los Caracoles y otras alusivas al jaguar, al dios de la lluvia y otras deidades propias de la cosmovisión maya, mismas que estarán abiertas al público cuando se permita el acceso antes del 2023.
Según el INAH, la ciudad de los itzaes, declarada en 1988 patrimonio mundial por la Unesco, tuvo una existencia de más de cinco siglos, entre los años 600-900 d. d. C., ligado a las de la región del Puuc hacia el suroeste y a sitios como Ek’Balam y Kulubá hacia el este de la península.
Entre los años 900 al 1200 d. d. C. Chichén Itzá presenta su momento de mayor esplendor que se plasma en la arquitectura con un estilo propio, ya que incorpora elementos de otras regiones de Mesoamérica y les imprime su sello particular.
Este esplendor de Chichén Itzá se reflejó en el hecho de que económicamente tuvo el control de la redes de comercio y de intercambio; política y religiosamente fue el centro rector de prácticamente toda la península logrando cohesionar en ella a los diferentes grupos mayas.
Con información de Lector Mx