Gilberto Avilez Tax
Este año se cumplió el 99 aniversario luctuoso del asesinato del gobernador socialista yucateco, Felipe Carrillo Puerto (1874-1924). El próximo será el centenario de aquellos sucesos ominosos del 3 de enero de 1924, y el 150 aniversario, para noviembre, del nacimiento del caudillo motuleño.
La forma como en Yucatán, gobernado por la derecha, y en Quintana Roo, nominalmente de “izquierda”, conmemoraron hace unos días esa efeméride, fue muy contrastante, aunque ambos seguramente responden a culturas políticas muy similares: son gobiernos que epidérmicamente entenderían a cabalidad lo que significó ese periodo político en Yucatán que modificó, al menos en un tiempo breve, las viejas rémoras coloniales y neocoloniales con que los gobiernos yucatecos se relacionaban con los mayas.
El radicalismo agrario y político del periodo carrillista a partir de noviembre de 1920, hasta su asesinato el 3 de enero de 1924, levantó ámpula no solamente entre los segmentos conservadores de la Casta Divina, de los oligarcas con espíritu conquistador y que se sentían dueños de Yucatán, sino hasta en las mismas cabezas de la Revolución mexicana como Álvaro Obregón, pro yanqui que desconfiaba de la veta radical, indianista y, con más que barruntos de colectivismo agrario, de un hombre forjado en la brega diaria desde su lejana infancia motuleña, de un autodidacta que supo granjearse el reconocimiento de intelectuales latinoamericanos como el mismo José Ingenieros.
Ha corrido un sinfín de tinta sobre la obra política, agraria, económica, laboral, de derechos de la mujer y el trabajo desde las bases campesinas, mediante las “ligas de resistencia”, del periodo carrillista. El legado carrillista es inmenso, pero a pesar de esto, salvo contados estudiosos, actualmente, no vemos continuidad alguna entre la clase política actual de la Península (de los tres estados de la Península), donde se presentan distintos matices de derecha despreciadora de los postulados socialistas (Yucatán); o bien, en el caso de Quintana Roo, se observa una manifiesta frivolidad en estos temas que se nutre del desarraigo, del desconocimiento del significado de ese tiempo multánime, y que se reduce al absurdo folklorista de vestirse con el terno de lo “folk” el día 3 de enero, y se lanzan discursos vacíos frente a la estatua de Carrillo Puerto hablando del “legado que sigue vivo”, al mismo tiempo que se apertura a un municipio (que fue, en tiempos mejores, bastión de la indianidad cruzoob, hoy completamente domeñada), a las mieles dolarizadas de Xcaret, siguiendo esquemas neo indigenistas en leyes e instituciones, y socavando lo poco que queda de la autonomía maya.
Felipe Carrillo Puerto entendió más que nadie el pensamiento político maya, y no solamente porque hablaba a la perfección la maya, sino porque el sentimiento hacia el pueblo maya va más allá de cualquier momento de efeméride para salir del paso.
Pero los políticos actuales son así, es el signo de los tiempos de este neo indigenismo xcaretizado donde incluso se “santigua” con los rezos votivos del h-men “maya” la construcción de un tren.
¿Quiénes son los herederos de Carrillo Puerto? En Yucatán, y menos en Quintana Roo, no tenemos herederos de Carrillo Puerto. Durante el largo predominio del PNR-PRM-PRI, la fuerza telúrica que salió del corazón geográfico de la Península y que se organizó en el Partido Socialista del Sureste y en sus ligas de resistencia con campesinos mayas y mestizos de los pueblos, fue comida, deglutida y redirigida a marchamos de fidelidad a un sistema político que no solo traicionaría las luchas de Carrillo Puerto, Zapata y Villa, sino que traicionaría los postulados de esa revolución popular, como nos lo recordó hace varias décadas don Adolfo Gilly. Felipe Carrillo Puerto, en la reconfiguración política posterior a su muerte, pasaría a ser el clásico “redentor” caído, el “mártir de los mayas”, una figura canonizada en el santoral de los hipócritas “licenciados” del partido.
Pues bien, en 2023 estamos todavía en los umbrales del centenario del golpe de estado al gobernador socialista, y en su posterior asesinato proditorio. Es hora que, desde la academia, el periodismo y los corrillos clionáuticos, más que desde los meandros de las frívolas pasarelas políticas, pasemos a revisar, nuevamente, ese periodo, socializando, desde luego, las pesquisas, y divulgando los resultados. Sabemos de sobra que la hegemonía que tuvo el sistema político autoritario del siglo XX en Yucatán, contrarrestó el significado profundo, rebelde y pro-mayista, del tiempo carrillista, muy similar a lo que acaeció con la figura de Zapata en Morelos, o con lo que ocurre cada año en Quintana Roo con la “estatuafilia” y la “oficialización” de la Guerra de Castas.
Como a Carrillo Puerto, a Zapata la reacción conservadora de Morelos y de México no solo se restringió a asesinarlo, sino que intentó desmarcarlo de las luchas campesinas, de volverlo en una estatua distante, hierática y alejada de los polvos de los caminos donde transitan los viejos zapatistas y los nietos de los zapatistas. Esto es lo que analizó el desaparecido zapatólogo de Taxco, Francisco Pineda Gómez, cuando examinó cómo el Estado nacional, a partir de 1920, concibió estrategias destinadas “a neutralizar la rebeldía, cooptar y disolver la Revolución del Sur con recursos como la Reforma Agraria y operaciones retóricas sobre la imagen de Zapata, así como sobre la historia de las luchas de liberación en México”. En esa historia de cooptación, de asesinato material y difuminación de la rebeldía zapatista, mediante toda una retórica muralista (Diego Rivera, Orozco), y hasta de producciones cinematográficas, Zapata no sólo fue desterrritoalizado sino que también fue “reterritorializado en otro elemento, los muros altos del poder”.[1]
En el caso de Zapata, la fuerza de las comunidades campesinas de Morelos y Guerrero, así como una nueva narrativa historiográfica que se conjuntan alrededor del grupo de Víctor Hugo Sánchez Reséndiz[2] y, sobre todo, de los señeros trabajos en cuatro tomos que dejó escrito Francisco Pineda Gómez,[3] Zapata ha vuelto a cabalgar al lado de las luchas campesinas actuales como la que encabezó, con justa valentía, Samir Flores.
En el caso de la figura de Carrillo Puerto – salvo una tesis doctoral de Crisanto Franco de 2017, y de lo que dejara asentado Gilbert Joseph y Franco Savarino-, el tiempo carrillista se queda circunscrito, cuando es el caso, a los recintos cerrados de la endogamia académica, que le interesa bien poco la divulgación popular, en lenguaje claro y ameno, de las horas nalga en los archivos y bibliotecas. Y trabajos que sí fueron escritos con lenguaje ameno y claro, como El socialismo olvidado de Yucatán,[4] a más de 35 años de editarse, no han tenido segundas nupcias con las prensas. Por lo demás, casi todas las resmas de libros que se han escrito sobre Carrillo Puerto y los socialistas, se queda en las nebulosas del romanticismo más ramplón, de lo cursi, o de la “peregrinización de la historia”. Hace seis años escribí esta aserción que aún puedo seguir suscribiendo: “A casi un siglo de su muerte [de Carrillo Puerto], el rebaño de historiadores, políticos, memorialistas, cronistas, políticos ‘revolucionarios’, priístas y hasta morenos, le levantan estatuas y le rinden pleitesía. Carrillo Puerto, más que un personaje que es interpretado y explicado, es hagiografiado con acrítico frenesí”.[5]
Lo más extraño, es aquello que entiendo por la “peregrinización de la historia”: poner en amplio espectro un amor tropical obliterando su obra política, cuya tesis, postulada primero por Roque Armando Sosa Ferreyro en El Crimen del miedo, estriba en lo siguiente para entender el asesinato del hombre de Motul: “…el líder del Partido Socialista del Sureste…sólo trató de escapar, de salir de Yucatán para acudir a su cita de amor con Alma Reed en San Francisco California”. Esta tesis, combatida por Betancourt,[6] en años recientes le fue da un impulso, y aunque no dudamos que los sentimientos de amor es un elemento importante en la vida de los hombres y mujeres, darle este nivel de énfasis desvía la mirada para la comprensión cabal del tiempo carrillista.
Sin embargo, dos obras recientes de la revolución en Yucatán, con un estilo claro, ameno y buscando siempre al lector, han sido escritas en el último lustro. Uno es el libro del maestro José Luis Sierra Villarreal, quien con La Revolución en Yucatán (1897-1925). La historia negada, corona un periodo de más de treinta años indagando en los momentos en que se consolida la Casta Divina, y el tiempo en que eclosionó la lucha popular con Carrillo Puerto. El otro libro que nos parece digno de encomio, es Suku’un Felipe, obra escrita por Armando Bartra en el 2020, y que hemos hecho una breve reseña periodística.[7] Este tipo de obras deben seguirse haciendo en Yucatán y fuera de ese estado, esto con el fin de la necesaria divulgación de la historia.
Coda: prepararnos desde ahora para las efemérides centenarias que viene y para el 150 aniversario del nacimiento de Carrillo Puerto
Este año, la derecha que gobierna Yucatán solo le bastó 3 minutos para poner un ramo de rosas marchitas en la tumba de Carrillo Puerto. 3 minutos, que el tiempo apremiaba, que había otras cosas importantes que hacer.[8] No soy cercano a las historias de bronce, pero al menos en otros tiempos, la efeméride del asesinato de Carrillo Puerto se tomaba muy en serio. Sirva este comentario porque, en diciembre de este año de 2023, y en enero del que viene, se cumplirá el centenario del golpe de estado contra el gobierno socialista de Yucatán, y el posterior asesinato del soviet de Motul. Asimismo, en noviembre de 2024 se cumplirán el 150 aniversario de su natalicio.
Hay tiempo de sobra para prepararnos, para seguir indagando en archivos y en lo que se ha escrito hasta ahora del tiempo carrillista. Creo que hay tiempo suficiente para que los que nos interesa ese periodo, preparemos mesas redondas, seminarios, libros, ensayos, bocetos periodísticos, análisis de la cuestión, remembranzas y otros trabajos literarios e históricos para volver a interpretar, con miradas frescas y eruditas, ese importante periodo para la sociedad regional, para los mayas de Yucatán y de la Península sobre todo, y que actualmente se pretende olvidar porque las perspectivas neoliberales aún son fuertes, tanto en las clases políticas regionales, como en el mundillo infecto de la endogamia académica.
[1] Cita mía de Pineda Gómez que aparece en mi artículo para Tierra de Chicle del 17 de julio de 2020: https://noticaribepeninsular.com.mx/tierra-de-chicle-a-proposito-de-monumentos-y-estatuas-de-la-estatuafilia-a-la-oficializacion-de-la-guerra-de-castas-en-quintana-roo/
[2] A partir del libro De Rebeldes Fe (Cuernavaca, Instituto de Cultura de Morelos, 2006), Sánchez Reséndiz ha indagado en la veta popular de la memoria de Zapata y los zapatistas, tendiendo puentes históricos entre las luchas de ayer y las actuales de los pueblos de Morelos. La obra historiográfica del grupo alrededor de Sánchez Reséndiz, posibilitada por la editorial independiente Libertad bajo palabra que dirige Fausto Buenaventura, entre los que podemos nombrar a Armando Josué López Benítez, Dante Ehécatl Aguilar, Mario Martínez Sánchez, así como otros, han comenzado el rescate activo del pasado zapatista de los pueblos de Morelos, cuestionado las tesis de Womack, y profundizando en el folklor, las fiestas patronales, las creencias alrededor del agua y los aires, la cultura, los chinelos y los carnavales, así como la figura mítica de Agustín Lorenzo y la cosmovisión de los pueblos de Morelos.
[3] Los cuatro tomos del tiempo zapatista escrito por Pineda Gómez, están editados por la Editorial ERA.
[4] Francisco José Paoli Bolio y Enrique Montalvo. El socialismo olvidado de Yucatán (Elementos para un reinterpretación de la Revolución mexicana). 1987. México, Editorial Siglo XXI.
[5] Gilberto Avilez Tax. “En torno a las ‘florecillas del rosal’: aproximaciones a Felipe Carrillo Puerto”. 3 de enero de 2017. Desde la Península y las inmediaciones de mi hamaca, en línea: https://gilbertoavilezblog.wordpress.com/2017/01/03/en-torno-a-las-florecillas-del-rosal-aproximaciones-a-felipe-carrillo-puerto/
[6] Antonio Betancourt Pérez. El asesinato de Carrillo Puerto. Refutación a las tesis sustentadas por el escritor Don Roque Armando Sosa Ferreyro en su libro “El crimen del miedo”. (s.e). Mérida, Yucatán, México. 1974, pp. 17-28.
[7] Véase Tierra de Chicle del 3 de enero de 2022: “El Felipe Carrillo Puerto de Armando Bartra”, en https://noticaribepeninsular.com.mx/tierra-de-chicle-el-felipe-carrillo-puerto-de-armando-bartra/
[8] “Realizan el homenaje a Felipe Carrillo Puerto más corto en la historia de Yucatán”. Diario de Yucatán, 4 de enero de 2023.