Hugo Martoccia
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Quizá Mara Lezama no exagera cuando dice que las elecciones del próximo domingo marcarán el rumbo del estado por algunas décadas. Hay una expectativa social gigantesca alrededor de la llegada de la Cuarta Transformación al estado. Y si esa expectativa se aplica en las urnas, debería ser un triunfo arrollador de la candidata de MORENA.
Pero el tema es que para ganar una elección no sólo se requiere de un voto espontáneo, que el lopezobradorismo aporta. Sino que también hace falta un minucioso trabajo electoral, en el cual los viejos operadores priístas tienen, o deberían tener, una ventaja estratégica.
Pero, como ya se dijo aquí, Mara ha detectado mucha simulación y superposición de promesas: si cuenta todo lo que le prometieron, ganaría con más del 100% de los votos.
Aún así, con simuladores y con recursos económicos que no llegan a destino (otra cosa que ha detectado Mara en la campaña) las posibilidades de ganar, e incluso de ganar muy bien, son muchas. Y eso detona diversos escenarios políticos que hay que analizar.
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ESCENARIO 1: MARA ARRASA
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Hay un sector del marismo que está convencido que la elección se ganará por alrededor de 25 puntos de diferencia con el segundo lugar. Calculan un piso de votación del 48%, y no quieren hacer otros números para no ir más allá.
Ese escenario, que se planteó aquí mismo la semana pasada, implica un dominio absoluto de MORENA y la 4T, al menos hasta 2024. Mara tendría alrededor de 20 diputados propios, con mayoría calificada en el Congreso para manejar todo.
Y los partidos opositores serían casi testimoniales. El PRI, con Leslie Hendricks de dirigente, quizá sin diputado propio. El PRD, que si mantiene el registro será para morir más tarde. Y el PAN, posiblemente como una segunda fuerza muy lejana y desdibujada, pero aún con poder de negociación; al menos para negociar el apoyo a un poder absoluto y no quedar fuera de la mesa.
Movimiento Ciudadano, cobijado por su agenda nacional, podría apostar a ser oposición. Pero habrá que ver cuántos votos tiene, quién se queda con la franquicia, y qué busca realmente. Las esperanzas son pocas.
En ese mundo, la 4T tendría la capacidad de imponer la agenda prácticamente sin oposición, pero ademas tendría una fuerte presión popular para hacerlo. Un triunfo arrollador sería la señal de que la gente quiere un cambio urgente, y que no hay lugar para un gobierno tibio, entre azul y guinda.
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ESCENARIO 1: EFECTOS COLATERALES
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Los demás partidos serán parte de la 4T. Aunque podría ser que estén reforzados, lo que haría que los propios aliados serían realmente los que podrían intentar ejercer de equilibrio político. El fortalecimiento de esos partidos parece un hecho.
Algo de eso se ha visto en los últimos días. Una fuerte estructura electoral propia de Mara (paralela a la de MORENA) está engrosando a los aliados. La idea es cubrir los espacios del Verde, el PT y Fuerza por México en las casillas, en un acuerdo de ganar- ganar.
A los partidos se les garantiza que esa estructura les va a dar un número específico de votos para cubrir sus objetivos, y que todos esos votos además van para Mara por dentro y por fuera de MORENA. O sea, pura alquimia electoral del viejo sistema.
Así, se cubren las expectativas partidarias: el Verde sueña con un 12% de votos; el PT, más realista, apunta a un 8%, y Fuerza por Mexico a mantener el registro. Mara quiere todos los votos.
Un párrafo aparte en este escenario de poder futuro requiere el Partido Verde.
No es un dato menor que el Verde haya registrado una estructura electoral casi igual a la de MORENA (Ver nota aparte) No hay casualidades en política, y eso es una muestra de que cualquier escenario que analice el estado de acá a 2024, y luego 2027, debe tener en cuenta que el Verde quiere ser un actor principal en la política estatal.
Va por mantener Cancún y Puerto Morelos en el 2024; ganar al menos Solidaridad y Cozumel; hacer pie en Isla Mujeres y Othon P. Blanco, y quedarse con la sucesión de Mara en el 27. Nada más.
Y Jorge Emilio González Martínez parece estar apostando todo lo que es capaz de apostar (que no es poco) para trazar ese camino.
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ESCENARIO 2: MARA GANA SÓLO CON EL VOTO DE AMLO
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Este escenario supone un triunfo de Mara con entre 38 y 42% de los votos, y una Laura Fernández a menos de 15 puntos, posiblemente incluso a menos de 10.
Este escenario depara un mundo democráticamente más normal, pero no necesariamente mejor. La 4T con mayoría legislativa, pero no apabullante. Una Mara sólida, pero con necesidad de negociar todo para sostener su proyecto en 2024. Partidos opositores con fuerza electoral y con mucha capacidad de presión y negociación.
Quizá eso generaría un gobierno estatal neutro, sin verdadera voluntad de poder; sin intención real de disputarle el control del estado a los poderes fácticos. A la larga, casi un gobierno de unidad, una suerte de “Pacto por Quintana Roo”, destinado irremediablemente al fracaso.
En el mejor de los casos, terminaría como el actual gobierno de Carlos Joaquín, decepcionante e intrascendente; y en el peor de los casos, terminaría en caos, como el gobierno de Roberto Borge.
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ESCENARIO 2. DAÑOS COLATERALES
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La pregunta central de este escenario es ¿Por qué sucedería algo así cuando MORENA tiene todo para arrasar? Y la respuesta es que están pasando muchas cosas raras en el entorno de Mara.
Esta semana, por ejemplo, Mara tuvo días tensos. Un día, le informaron que el candidato del distrito 8, Isaac Janix, no tiene estructura para cubrir las 135 casillas que debe cubrir. Apenas presentó para 31 casillas. Se supone que una de las razones de poner a Janix era que tenía estructura y recursos. Hasta ahora no ha mostrado nada de eso, y si gana será con la inercia de Mara y AMLO. Un candidato innecesario, entonces.
En la semana, Mara tuvo un enojo en Jose María Morelos porque la logística no tenía listo el evento cuando ella llegó. La candidata se puso a acomodar sillas por sí misma. La fotografía de esa candidata tan terrenal fue muy buena, pero el enojo era evidente.
Un día después, en Chetumal, no invitaron a los candidatos a diputados del sur a un evento con ganaderos. A esto se suma el papelón que hizo su gente de no llenar la Plaza de Toros de Cancún una semana atrás. ¿Como van a movilizar votos si no pueden ni armar un evento?.
Mara ya ha detectado varios errores de esos, y se preocupa. Es posible que esté pagando el error de haber incluido a todos y a cualquiera en su equipo. Alguien de su entorno dijo esta semana que en algunos municipios estuvieron mejores los arranques de campaña que los cierres. Y no es una cuestión de pérdida de entusiasmo, sino de problemas internos.
En un principio, todos esos heterogéneos grupos que Mara arropó trabajaron con el mismo objetivo. Pero con el paso de las semanas, los que se fueron empoderando fueron relegando a los demás. Los que tiene control de los recursos, sólo financian a los suyos, y a los otros los dejan libres. Hay un caos interno por el control, que si no se supera, puede generar una sorpresa.
Mara escucha todo eso y enfurece. Dice que va a fiscalizar cada número el 6 de junio. Pero el 6 de junio puede ser tarde para detectar errores, farsantes y fuga de recursos.
Un dato. Uno de los principales operadores en tierra de Mara dijo esta semana: “Preocupa el Día D. Laura va a apostar todo ese día, y nosotros sólo estamos haciendo lo convencional; no estamos yendo mas allá”.
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ESCENARIO 3: MARA PIERDE
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Este es un escenario derivado del anterior, pero llevado al extremo. Es el más improbable, pero de ninguna manera imposible. En el equipo de Laura Fernández aseguran que el 5 de junio a la noche Mara se va a dar cuenta que muchos de los que le juraron lealtad la han traicionado desde el principio. Y que habrá una sorpresa mayúscula porque ellos saben operar elecciones mucho mejor que el equipo de la morenista.
No se puede descartar nunca una situación así en política.
Lo que sí parece muy improbable es que aun así Laura, o incluso José Luis Pech, pudieran ganar. El lopezobradorismo es un voto duro formidable, mientras que los partidos opositores pasan, quizá, por su peor momento histórico. En ese escenario, una derrota de la 4T en Quintana Roo tendría relevancia nacional, y podría ser la señal de que algo muy profundo está cambiando.
Pero ese es un escenario que, por su impacto, requería repensar toda la política local y nacional.