Su inicio de campaña política hacia el Senado por “cuota indígena” lo hizo en la comunidad maya de X-Yatil, esa comunidad que se ha convertido en una especie de aldea maya, un resorts étnico para los políticos cancunenses porque es zona segura y controlada.
Ahí, a la hoy diputada federal, la cancunense Anahí González, la candidata por cuota indígena hacia el Senado, el pasado 4 de marzo sus asesores “folk” la vistieron de “vaquera”, con un hipil sencillo confeccionado por las bordadoras del pueblo; y le pusieron cintas, le airearon con flores su albo cuello y la joven se placeó por las calles de X-Yatil, y un grupo de “dignatarios” la bautizó como “Éet Láak”, sepa diablos qué es eso, seguro otro de los inventos espurios de la Xcaretización política en que se encuentran sometidos los mayas de Quintana Roo, y que a pesar de supuestas modificaciones constitucionales y de leyes electorales, la ansiada participación de los mayas en procesos políticos está más que verde, está guinda.
Y resulta paradójico que esta usurpación, a todas luces usurpación de ese espacio reservado para un político indígena que realiza la diputada González, esté cobijada por Morena, ese partido que se dice que es transformador del estado de cosas de antaño, que busca la igualdad y la inclusión de los más desprotegidos, y otras palabrerías que salen sobrando designar. Pura palabrería deslavada.
Segura vencedora de la próxima jornada electoral, hoy la diputada federal Anahí González alega con unos papelitos que le otorgó un magistrado indígena del corrupto y falaz sistema de justicia indígena en Quintana Roo y que fue firmado con anuencia de un “juez tradicional” de la aldea maya xcaretizada de X-Yatil, que es maya legítima porque nació, dice, en una aldea imaginaria denominada San Juan de Dios, en Tulum. A simple vista, se ve que, más bien, es oriunda pero de San Juan de los Lagos, donde abundan los “lomilargos”. Y siendo la misma candidata que un día habló del pueblo maya imaginario de “Poyuc”, ahora nos dice que habla perfectamente un maya imaginario.
La diputada federal, por supuesto, no solo alega razones de auto adscripción, sino que basada en esos papelitos de linaje maya, da por hecho que uno tiene que aceptar esa incontrastable verdad jurídica. Lo cierto es que González y su performance de la mayanidad imaginaria, es un ejemplo paradigmático de que el estado autoritario que aceptaba y buscaba la legitimidad de los mayas, ha pasado a una nueva fase, y que se puede ver de esta forma: no nos interesa solamente que nos legitimes con tus varas, tu copal y tus “payalchi’” (rezos), tampoco me interesa solamente museografiar tu historia y dejarla en el olvido turístico, menos que me digas que eres el coro silente de mis discursos vacíos. Voy un paso adelante y decido ahora que ya no existes, que eres tan insignificante por ser una etnia vencida, que mejor te doy candidatos blancos que te representen y tú los verás como mayas de razón aunque sabes que jamás serás como ellos, porque te falta razón. En otras palabras, asistimos al comienzo de la Xcaretización política: los mayas ya no son carne de cañón y conquista electoral solamente, es más, los mayas ya no existen en este katún de la Xcaretización política. Se convierten en el espectro inerte donde se mueve un maya imaginario producido por la soberbia política que ningunea, usurpa una posición política, y, sin empacho, el coro de intelectuales, de escribanos y mayas amaestrados a su servicio, ni protestan, ni otorgan resistencia alguna: Anahí González, es una maya legítima.
La cuestión no está en que los mayas participen o no en procesos políticos, sino que su participación no sea mera comparsa o continuidad caciquil, y que incida realmente en procesos de cambio democrático. En el fondo de esto está el gran marco institucional y cotidiano en que se desenvuelven: una cultura política autoritaria con figuras cómicas del “gran consejo maya” creado por el Estado autoritario tropical mismo, del “nojoch hermano”, del “dignatario” vendido, de la “Éet L’aak blanca, del juez tradicional que nadie entiende; un Estado autoritario que vea creando, ahora, a sus mayas imaginarios. Lo hemos dicho en anteriores artículos periodísticos: en Quintana Roo, la relación entre los mayas del centro del estado con el aparato estatal ha estado signada por una especie de simulación de derechos, por una relación no igualitaria y sí tendiente al clásico clientelismo político estructurado en una discriminación “positiva” a los grupos indígenas. Esto, por un lado. Por lo otro, existen fenómenos no menos discutidos –aunque sean los más recientes- que guardan simetría entre sí, en la conformación turística del Estado en Quintana Roo: la Xcaretización galopante en el Caribe mexicano, es decir, la cosificación y recreación de los mayas prehispánicos vueltos a la vida con la teatralización de los mayas “galácticos”, multiculturales, “interculturales” y “modernos”, dentro y fuera de las zonas turísticas. Y ahora es peor, pues la Xcaretización política busca de todas formas eliminar la presencia real de los mayas en la palestra política, dándonos a cambio mayas imaginarios.
Hermelindo Be Cituk, el maya rebelde que sí protestó: los Aniperos impugnarán la candidatura de González
Hermelindo Be Cituk, un político maya que siempre ha buscado puentes de diálogo con todos los partidos para dar mayor presencia a los indígenas de Quintana Roo en puestos de mando, candidaturas y demás, es de los pocos políticos de Quintana Roo –sino es que el único- que sin ambages lo ha dicho: González es una usurpadora, de qué sirven las leyes para incluir a los indígenas en cargos de elección si estas leyes solo se obedecen pero no se cumplen. Hace unos días, la Asamblea Nacional Indígena Plural por la Autonomía (ANIPA), en Asamblea general decidió en Felipe Carrillo Puerto impugnar la candidatura de Anahí González por ser una falsa indígena, por usurpar un espacio que legítima y legalmente le corresponde a un indígena. Formaron una comisión indígena para seguir el caso en los tribunales, y para que el baldón de la Xcaretización política no se siga realizando. A ver qué pasa.