Por: Jorge González Durán
En octubre de 1965 asistí a la Normal Rural de Saucillo, Chih., como delegado de la Normal Rural de San Diego, Tekax, al Congreso Nacional Extraordinario de la Federación de Estudiantes Campesinos Socialistas de México, un mes después del asalto al Cuartel de Ciudad Madera, el 23 de septiembre.
Recuerdo a Ermila Quiñones, vestida de luto, hermana de uno de los caídos en el enfrentamiento armado. No he podido olvidar a Esperanza Guzman Gómez.
Siempre que pienso en ella entro en una cápsula del tiempo y regreso a mis quince años. Manuel Bañuelos y Rolando Waller Ruelas eran algunos de los dirigentes de la Fecsm.
El otro delegado era Roger Hernán Carrillo Ruíz, hermano del inolvidable Herbert. A nuestro regreso a la ciudad de México fuimos a conocer la Pinacoteca Virreynal, y a saludar a unos parientes suyos que estaba a cargo de ese invaluable patrimonio histórico y artístico. Pasados casi 59 años todavía no comprendo porqué, a mis quince años, la asamblea me eligió Delegado.
Una breve historia, que por primera vez cuento, de un Congreso, de Saucillo y de Esperanza, a la que sólo volví a ver una vez más. Miento. No la vi. En julio del 68 escuché su voz, como olvidar su voz, en el loby del hotel Jalapa, ahora llamado San Antonio, en el segundo callejón de Cinco de Mayo -donde tantas conspiraciones se tramaron- y bajé corriendo las escalera; mi habitación estaba en el cuarto piso, pero cuando llegué a la planta baja el administrador, que era mi amigo, me dijo: “acaba de salir y ya no regresa porque dejó la habitación”.
El desconsuelo se apoderó de mi alma y durante días sólo pensaba en lo ingrato del destino. Ella era de Santa María El Oro, Durango. Era una muchacha de cabello dorado y ojos claros. Con ella jugaba ajedrez después de la cena. Me confió algunos aspectos de la guerrilla que con el tiempo se me olvidaron.
Éramos adolescentes y mirábamos el cielo después de un beso en los jardines de la vida. Olvidaba decir que Saucillo es un internado de muchachas.
Ellas tenían el control logístico del Congreso. Mi amigo el maestro Cefás González Ortíz conoce parte de esta experiencia que nos marcó.
Honor a esas muchachas de esa noble generación del 65.
NOTA.- Hace algunos lustros fui a visitar las instalaciones de lo que fue la Normal de San Diego, convertida en Secundaría Técnica Agropecuaria desde 1970.