Francisco J. Rosado May
Algo no encaja.
Diversos medios han reportado que, en diferentes países, tan opuestos como Estados Unidos y México, al relajarse el confinamiento muchísima gente, demasiada, no ha tenido los cuidados necesarios para evitar el avance del covid19. En Quintana Roo y en México, la terca curva sigue sin aplanarse. El semáforo rojo regresó en muchos estados.
Sabemos que los contagios se explican porque hay gente que tiene que salir a trabajar, algunos obligados por sus empleadores y otros obligados por su pobreza.
No hay agua en muchos, demasiados, hogares, así es imposible seguir la recomendación de higiene.
La economía y la empleabilidad están fuertemente afectadas y que necesitamos encontrar formas para reactivarla.
Sabemos que la edad y las condiciones de salud de las personas como diabetes, sobrepeso, problemas respiratorios, son factores de alto riesgo ante el covid19.
Hay mas hombres afectados que mujeres.
Sabemos de alguna persona, directa o indirectamente relacionada con nosotros, ha tenido covid19, varios no lo superaron.
Sabemos cómo se contagia el virus y que los asintomáticos pueden contagiar. No sabemos si cada uno de nosotros es o no asintomático.
Hay personas que sí observan las medidas de precaución, las menos, y otras que organizan fiestas sin precaución alguna.
Sabemos también que uno de los elementos de la evolución en el ser humano es el instinto de supervivencia. Pero, algo no encaja; aun con todo lo que sabemos sobre el covid19, mucha gente, demasiada, no toma las precauciones necesarias. ¿Dónde quedó este instinto? Si la persona es pobre, sin recursos para cubrebocas, necesita salir a la calle por el sustento de su familia, se expone y expone a otros; pero las personas que no tienen esas condiciones, ¿cómo justifican su proceder “irracional”?
Recientemente, para salvaguardar la salud de la población, los ayuntamientos emitieron medidas fuertes, multa a los que no usen cubrebocas y otras medidas de precaución. Independientemente de cómo se implementaría esta medida, se espera que contengan la epidemia. ¿Y si no? Quizá hay que explorar otra explicación al problema.
Tess Wilkinson-Ryan, especialista en psicología de toma de decisiones, publicó en The Atlantic (julio 2020) una interesante hipótesis: “la mayoría de la población no está equipada lo suficientemente bien para tomar decisiones apropiadas en contextos muy complejos” Tal es el caso del covid19. La decisión y conducta de cada persona está en su cerebro, como individuos y como integrantes de una colectividad. Decidir una acción en tiempo de pandemia demanda dos acciones cognitivas muy complejas: razonamiento moral y evaluación de riesgos. ¿Tenemos el entrenamiento que se necesita para una buena decisión?
Si Tess está en lo cierto, ello explicaría la conducta a la que parece no importar la sobrevivencia. También arrojaría luz para diseñar políticas públicas mejores e integrales.
No olvidemos el estudio de la UNAM, recién publicado, que señala que el 71% de los mexicanos que ha fallecido por covid19 solo terminó la primaria (Latinus, julio 10, 2020). Tampoco olvidemos que México aún no vence el analfabetismo (El país, julio 12, 2020). Y eso que no se aborda el analfabetismo funcional.
Difícil tarea del gobierno y sociedad, pero necesitamos encontrar la mejor salida a corto plazo. A mediano y largo plazo hay que apostar por educación de calidad, el covid19 lo está demostrando, o todos volveremos a perder.
Dr Francisco J. Rosado-May
Rector Fundador / Universidad Intercultural Maya de Quintana Roo
(Febr. 2007-Febr.2015)
Profesor-Investigador Titular, UIMQRoo
José María Morelos, Quintana Roo, México