Francisco J. Rosado May
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Es cierto, como mencionó un lector al comentar mi columna de la semana pasada, durante las campañas la división entre grupos es natural, es parte del proceso. Cuando las propuestas políticas se exponen, y los ciudadanos deciden a quien otorgar o no su voto, en forma obligada habrá una división entre los votantes. El partido o candidato(a) que tenga la mayoría de los votos, gana. Entonces el proceso de elección es de hecho un proceso de división social. En consecuencia, las campañas buscan dividir para ganar.
De acuerdo, pero sería adecuado analizar el proceso con un marco conceptual que supere por mucho las acciones burdas que provocan división y rompimiento entre los votantes. Esto es especialmente importante para las comunidades locales e indígenas, ya que en los tres estados de la península de Yucatán no hay un marco legal que permita la aplicación de usos y costumbres para la elección de los cargos en disputa.
Para evitar las divisiones que conduzcan a rupturas, y en consecuencia problemas para todo nuestro país, y dado que son varios los partidos que abrazan una filosofía de izquierda, sería bueno retomar las leyes del materialismo dialéctico que establecieron Marx y Engels para explicar los movimientos y cambios sociales.
Cuando cada partido o candidato presenta su propuesta política, tácitamente esta indicando que es mejor que las otras opciones que presentan sus adversarios. Cada adversario es considerado contrario a la propuesta. Así, de acuerdo con Marx y Engels, la dinámica que se genera puede interpretarse como la unión y lucha de contrarios. Durante el proceso electoral todos los partidos o candidatos obligadamente están juntos, se necesita uno del otro para legitimar su propuesta, pero al mismo tiempo lucha uno contra el otro. Si se establecen condiciones para mantener la unidad, en una dinámica dialéctica, habrá división social pero no rompimiento durante las campañas ni después de los resultados.
Esta unidad y lucha de contrarios establece condiciones para que se lleve a cabo otra de las leyes del materialismo dialéctico: transición de la cantidad a la cualidad. Es natural y legítimo que un nuevo gobierno trate de implementar condiciones legislativas que permitan avanzar su agenda, que reflejen su filosofía. El reto es lograrlo sin rompimiento social. Habrá división y discusión, pero debe prevalecer la unidad de los contrarios. Pero sería un error, especialmente si la victoria en la votación no fue abrumadora o que hubo abstencionismo significativo, imponer la agenda ya que debilitaría la primera ley del materialismo dialéctico.
La tercera ley es la negación de la negación. Las sociedades están cambiando a velocidades sin precedentes, mucho debido a las nuevas tecnologías. Una decisión que pueda ser importante hoy, podría ser obsoleta mañana. La decisión de hoy negó, de hecho, el contexto que existía antes y estableció nuevas condiciones las cuales podrían también ser negadas mañana. En otras palabras, la tarea política mas importante entonces es mantener la información fluyendo con transparencia como una forma de mantener la unidad entre los grupos, aunque la lucha se mantenga.
Evitar el rompimiento social es clave, aunque también es indispensable la madurez de los actores. Por eso la política debe ser una actividad profesional, tanto para indígenas como no indígenas, también para partidos de izquierda, derecha o centro.