Francisco J. Rosado May
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Hace algunos días se estrenó la película “Radical”, con Derbez como protagonista. Llegó en un contexto de polarización, no sólo en México sino en otros lugares también; como ejemplo está la recién elección presidencial en Argentina donde compiten candidaturas con ideologías radicalmente opuestas.
¿El título hace justicia a la película?
Por un lado, la película visibiliza el enorme potencial que hay entre estudiantes mexicanos en situación socioeconómica muy vulnerable; por otro lado, hace visible cómo el sistema y sus personajes no solo no facilitan el desarrollo de ese potencial, sino que hacen lo posible por evitarlo.
La película se ambienta en 2012, hace casi once años, ¿cómo estamos hoy? Permite que los espectadores intuyan que los estudiantes de la escuela José Urbina López, en Matamoros, ubicada cerca de un basurero, con estudiantes en situación altamente vulnerable, social y económica, sin internet ni computadoras, están en un extremo de un imaginario donde en el otro extremo están las escuelas bien equipadas, con estudiantes sin condición de vulnerabilidad, ni expuestos a la violencia por narcotráfico. Eso se llama polarización.
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Con toda seguridad en cada escuela del país hay más de un Sergio Suárez, profesor cuyas acciones en la escuela Urbina López, con demasiadas muestras de abandono y corrupción, inspiraron la película. Con seguridad en cada escuela del país hay una Paloma Noyola, estudiante genio que no tenía las condiciones que cada escuela debe ofrecer para desarrollar su potencial. También con toda seguridad en cada escuela del país están presentes la corrupción, impunidad, simulación, opacidad, que tampoco ofrece condiciones de detección y apoyo a estudiantes sobresalientes, que no solo perjudica cruelmente a los estudiantes y sus familias, sino que contribuye a mantener el estatus social que solo de vez en cuando y en forma radical alguien se atreve a retar y ofrecer oportunidades a ese potencial humano que tenemos como país.
Y cuando los estudiantes que egresan de escuelas en condiciones de vulnerabilidad (las escenas de la película donde muestra las condiciones de la escuela Urbina López, no son diferentes a varias escuelas en nuestro rumbo) llegan a nivel superior, muchos de ellos sin el bagaje mínimo académico, con problemas básicos de lectura, comprensión de textos, escritura, análisis y razonamiento crítico, matemáticas, entre otras condiciones, se genera una situación en que hay que tomar una decisión: o reprueban por no tener el conocimiento necesario, o los profesores “patean el balón” aprobándolos sin atender los problemas cognitivos que impactarán sin duda su desempeño profesional y condición social como adultos. En ambos casos, todos perdemos.
Sergio Suárez no ha sido el único ni será el último profesor ejemplo. Todos hemos tenido al menos uno en cada nivel educativo. Pero ¿por qué no tenemos más y más profesores así, y el nivel que dejan sea reconocido y que el sistema genere condiciones para seguir subiéndolo? La percepción es que al mismo sistema no le interesa o conviene que las escuelas tengan más y más profesores con ese perfil. Sin ello seguiremos en el subdesarrollo.
Paloma demostró que origen no es destino, pero Radical demuestra que para eso se requiere un sistema educativo que impulse nuevas metodologías para aprovechar el potencial de nuestros estudiantes. Las elecciones que vienen tendrán sin duda espacios para discutir este tema. Ojalá y no solo sea el espacio sino la profunda transformación del sistema.
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