Francisco J. Rosado May
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Con motivo del 12 de octubre, 529 aniversario de la llegada de Cristóbal Colón a nuestro continente, diferentes medios presentaron diferentes ángulos del análisis. Unos retomaron el tema del ¿descubrimiento? Otros lo abordaron en el contexto del movimiento indígena. El País publicó una nota el 29/09/2021 donde señala que la presidenta de la Comunidad de Madrid compara los movimientos indígenas con el comunismo, …sin comentarios.
El 12 de octubre debería formar parte del contexto en el que se discute el presupuesto de egresos del año siguiente, en este caso del 2022. Sin embargo, al parecer ese contexto no es relevante. Cada año un grupo de legisladores trata de mejorar el presupuesto destinado para los pueblos indígenas, pero los datos no son alentadores.
En 2019 y 2019 el Instituto Nal. de los Pueblos Indígenas recibió 6 mil millones de pesos (números cerrados); en 2020 el monto bajó a poco más de 4 mmp, mientras que en 2021 el monto fue poco mayor de 3.6 mmp. Hay preocupación legítima de que un monto similar a 2021 se repita en 2022 aún cuando el contexto ha cambiado en forma significativa por la pandemia. El INPI fue creado, entre otras razones, para combatir el rezago, la pobreza, la marginación de un sector de la sociedad mexicana más débil, los pueblos indígenas y afromexicanos.
De acuerdo con la medición multidimensional de la pobreza hecha por el CONEVAL, la población en situación de pobreza pasó de 8.3 millones en 2018 a 8.5 en 2020, un incremento del 3%. Se puede seguir abundando al respecto, pero el punto está hecho: el presupuesto asignado no es adecuado.
Se ha argumentado que el presupuesto sigue otra lógica, ya no es el del ejercicio directo por dependencia para algún sector de la población, sino que hay una transversalidad entre dependencias; sus programas atienden a poblaciones y sectores que no necesariamente están “bajo su cuidado”. Es decir, a los pueblos indígenas y afromexicanos se les debe atender no solo desde el INPI.
La transversalidad del presupuesto no es mala idea, pero ¿están preparadas las dependencias y los burócratas para entenderlo y aplicarlo? ¿Están alineadas las políticas públicas a la misma idea? Si bien es cierto que la pandemia nubla los análisis, es posible decir, al menos intuitivamente, que la respuesta a ambas preguntas lamentablemente es no. Y esto no es buena noticia.
Y no lo es porque al estado mexicano le falta profundizar en la conceptualización de varios temas relacionados con los indígenas. Los Pueblos Indígenas NO necesitan del paternalismo, eso se sigue manteniendo a través de programas y políticas públicas; se sigue fomentando la inmovilidad, la desaparición de usos y costumbres relacionados con la autosuficiencia y autosostenibilidad.
Ahora que se necesita más que nunca el crecimiento económico, ¿Cómo pueden esperar que haya programas exitosos de emprendimiento en comunidades indígenas cuando los conceptos y premisas que sustentan esos programas no solo son desconocidos por los indígenas, sino que se contraponen a sus propios conceptos de la vida?
Por ejemplo, el concepto de competencia, sobre al cual descansan los planes de negocios, no existe en la cosmogonía indígena; lo que existe es la coexistencia, la cooperación y la toma horizontal de decisiones. Y hay más, mucho más, que los indígenas pueden aportar para diseñar programas transversales exitosos.
Si tan solo se podría cambiar las bases conceptuales de los programas burócratas a otros de corte intercultural, otro gallo nos cantaría.
Es cuanto.