Francisco J. Rosado May
fjrmay@hotmail.com
Es tan, pero tan cotidiano, que nuestras formas de vida tradicionales pasan desapercibidas para nosotros …hasta que se hace visible en medios internacionales.
Un caso es la agricultura. Los sistemas “modernos” de producción de alimentos sustituyeron rápidamente al conocimiento tradicional, al grado que provocaron vergüenza por reconocer y aceptar esos saberes locales. Hoy, ante los enormes retos de contaminación, impacto en la salud humana y el calentamiento global, entre otros resultados de la agricultura “moderna”, la ONU está preparando para septiembre u octubre 2021 la Cumbre Mundial de Sistemas Alimentarios volteando a ver a la Agroecología como la mejor opción que tenemos para lograr sistemas sostenibles. Lo interesante es que ¡la Agroecología tuvo su origen en el estudio de las bases ecológicas y tejido social en la agricultura tradicional de los Mayas!
Otro caso lo hizo bastante visible, apenas, el NY Times. En la sección de revisión de libros del 11-03-2021, P. Druckerman reseñó uno que saldrá al público este marzo, titulado “Hunt, gather, parent: What ancient cultures can teach us about the lost art of raising happy helpful litle humans” (Padres cazadores y recolectores: lo que las culturas ancestrales nos pueden enseñar sobre cómo tener niños felices).
La autora del libro es M. Doucleff, reportera del área de ciencias de la Radio Nacional Pública (NPR por sus siglas en inglés) en Estados Unidos. Tiene una hija cuya conducta no es inusual en su cultura, hacía muchos berrinches. La mamá, con un doctorado en química, ya no sabia qué hacer. Un buen día recordó que en un viaje a Liberia y otros países, observó que los niños eran muy felices, atentos, participativos. Entonces hizo una asociación entre culturas, algo en su propia cultura no facilitaba la misma actitud en los niños que observó en otras culturas.
La autora llevó a su hija a convivir con otros niños de comunidades rurales de Canadá, Tanzanía y ¡Yucatán! En un pueblo Maya convivió con niños que no solo hacían sus “obligaciones” sin presiones de sus padres, sino que estaban pendientes acerca de las otras cosas que necesitaban hacerse ¡y las hacían! Y todo, generalmente, en un ambiente de armonía y buen humor. Descubrió un concepto nuevo, presente en muchas culturas en México: acomedido. Esta palabra es algo así como una mezcla de estar conciente de algo y tomar la acción adecuada, sin necesidad de recibir una indicación o petición o para cumplir un compromiso.
En la cultura occidental, la de la autora, no existe lo acomedido, existe lo que en ingles se llaman “chores” o quehaceres que siguen un patrón, normalmente con indicaciones lo más preciso posible y que se hace en determinado momento. No hay espontaneidad ni necesidad de hacer cosas mas allá del quehacer asignado.
La palabra acomedido es un americanismo del verbo anticuado “comedir”, del latín “commetiri”. En Maya hay dos palabras que reflejan la misma idea: “sa’ak’óol” y “táan óol”, donde “óol” refleja esencia o naturaleza de ser.
Al parecer la naturaleza positiva de ser acomedido se logra porque la cultura permite a los niños participar en diferentes actividades, no los restringe, aunque aparentemente no hagan bien las cosas. Se entiende que hay un proceso de desarrollo que eventualmente formará adultos responsables, que se ayudan uno al otro.
¡Si tan solo valoráramos mucho más lo que tenemos en nuestra cultura y lo incorporáramos en el sistema educativo!