Francisco J. Rosado May
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No hay alternativa, los sistemas alimentarios necesitan nuevos diseños y manejo para reducir en forma importante el gran impacto ambiental que están teniendo. En general, los sistemas alimentarios dominantes son responsables de alrededor del 30% de las emisiones de gases causantes del cambio climático y del 80% de la deforestación. Con toda la tecnología moderna aplicada en los sistemas alimentarios se estima que 690 millones de personas están desnutridas y dos mil millones tienen sobrepeso. No es necesario abundar en datos, el punto es que la forma en como se encuentran hoy los sistemas alimentarios dominantes debe cambiar y mucho.
La decisión de la ONU para llevar a cabo una cumbre mundial sobre la problemática expuesta necesitó dejar claro varios conceptos. La cumbre no es sobre sistemas de producción, sino sobre el sistema alimentario en su conjunto. Esto quiere decir que en adición a la forma de producción se debe revisar también otros componentes, por ejemplo: planeación, toma de decisiones, gobernanza y política, fuente de insumos, impacto ambiental de los insumos antes y después de su uso, distribución de la producción, costos, transporte, calidad, nutrición, nichos de mercado/consumo, etc.
No es fácil, pero es indispensable articular todos los elementos de un sistema alimentario; se requiere un enfoque inter y multidisciplinario y de análisis de sistemas complejos. Se requiere, sin duda alguna, de personas altamente capacitadas para entender y atender los aspectos especializados y otras para articular los componentes de los sistemas.
En una cumbre donde participarían los casi 200 países que integran la ONU, con diversas ideologías, sistemas económicos, intereses, políticas, se necesitan puntos de referencia, previamente acordados, para guiar las discusiones y los acuerdos. Son dos los más importantes: los 17 Objetivos del Desarrollo Sostenible previstos para el 2030 y la Declaración Universal de los Derechos Humanos.
Con la lupa que integra los componentes antes mencionados se analizarán diversos sistemas alimentarios, incluyendo terrestres, costeros y acuáticos (agua dulce y de mar). Entre los más conspicuos, con una descripción muy resumida, están:
1. Los convencionales. Aquellos de extensiones considerables que descansan en el uso y dependencia de insumos conocidos como agroquímicos, o alimentos balanceados para animales, mejoramiento genético incluyendo los genéticamente modificados (semillas o animales), con alto consumo de energía fósil e impacto ambiental, produciendo para crear capital, no necesariamente para alimentación humana, y con cuestionada calidad nutritiva.
2. Los de producción orgánica. Aquellos que han sustituido agroquímicos, fertilizantes y pesticidas, por productos naturales no tóxicos, que pueden ser de pequeña o mediana escala, con costos de venta por unidad más alto que el convencional, con mecanismos de certificación, con alta calidad nutritiva y bajo impacto ambiental, muchos con enfoque de negocios, alta cantidad de trabajo manual.
3. Los que se conocen como agricultura protegida, controlada, de invernadero, hidroponia, y similares.
En próxima entrega se abordarán otros sistemas conocidos en México como permacultura, agro-silvo-pastoril y agroforestal, agricultura regenerativa y, por supuesto, agroecología.
La Cumbre tendrá, obligatoriamente, un contexto socio-eco-político. La discusión, análisis y decisiones deben reflejar la diversidad existente, biológica, cultural y ecológica. Ya no hay margen de error.