Francisco J. Rosado May
El uso intenso y extenso de herbicidas en la agricultura, a nivel mundial, se suma a otros factores que hacen muy difícil un cambio de paradigma. Pero no es imposible.
Controlar las hierbas requiere de enorme esfuerzo y trabajo, especialmente cuando es manual; quizá por ello los cursos de manejo agrícola se basan, principalmente, en el uso de insumos como los herbicidas. La dependencia a los insumos químicos en la agricultura puede compararse con la dependencia a los combustibles fósiles como fuentes de energía, al grado que se ha considerado como una adicción, lo cual hace muy difícil salir de ella. Pero, ante el cúmulo de evidencias de daño a la salud ambiental y humana, más nos vale desarrollar alternativas.
En el caso de los herbicidas, y pesticidas en general, se debe atender al menos cuatro frentes. El primero es un cambio de paradigma. Para ello es indispensable revisar conceptos, metodologías y formas de pensamiento para entender la problemática. Por ejemplo, la agricultura convencional, la que depende de los pesticidas, no es ni la única ni las más eficaz, ni la que cubre al 100% las necesidades de alimentos de la humanidad. También están los sistemas alternativos, los tradicionales y la agroecología. En los idiomas originarios no existe la palabra maleza, ésta viene del latín “malus”, que de entrada crea una percepción negativa que implica su erradicación. En Maya, la palabra k’áax no quiere decir maleza, su mejor traducción también existe en latín: “arvensis”, que quiere decir plantas que crecen con el cultivo donde cada una tiene una función en el sistema. Este es un cambio importante para entender los sistemas de cultivo.
El segundo es aceptar que el uso de pesticidas es una realidad arraigada no solo en agricultura extensiva, también hay campesinos “convencidos” de sus beneficios. Ambos, grandes y pequeños, podrían iniciar un proceso de conversión de sus cultivos hacia la no dependencia de pesticidas. Pero se necesita tiempo, es un proceso que de acuerdo con la agroecología tiene varias etapas. Al inicio se busca reducir la cantidad usada de pesticidas; posteriormente se sustituyen por medios locales (extractos, compostas, etc.). El siguiente paso consiste en rediseñar la estructura del sistema mediante la asociación de cultivos o con arvenses, rotaciones, barreras, entre otras estrategias. También se debe incluir una reconexión entre productores y consumidores, lo mas directo posible, de persona a persona, conocer que produce, cómo lo hace, cual es su huella ecológica. Con estas bases sería posible tejer redes de productores-consumidores a nivel regional o internacional.
El tercer frente demanda reenfocar la formación de agrónomos. ¿Cuántos programas educativos a nivel técnico o superior incluyen el estudio de agricultura tradicional, de agroecología, de sistemas alternativos amigables con el ambiente y al mismo tiempo altamente productivos? Debería haber muchos mas programas de producción no convencional que los dos o tres que existen en el país.
Tampoco, como cuarto frente, sería mala idea que el gobierno decida canalizar recursos para la investigación y creación de tecnología agroecológica. Actualmente en México y Quintana Roo existe enorme potencial, conocimiento tradicional, excelentes agroecólogos, pero poco, muy poco, financiamiento, público o privado.
¿Apostamos a mantener la adicción a los pesticidas o a la sostenibilidad en materia de producción de alimentos?
Dr Francisco J. Rosado-May
Rector Fundador
Universidad Intercultural Maya de Quintana Roo
(Febr. 2007-Febr.2015)
Profesor-Investigador Titular
José María Morelos, Quintana Roo, México