Por Francisco J. Rosado May
fjrmay@hotmail.com
Desde el 25 de mayo, medios locales e internacionales han reportado fuertes manifestaciones en Estados Unidos por la acción policial en contra de George Floyd, en Minneapolis. Floyd murió. Con el video, donde Floyd ruega por su vida cuando el policía lo tenía dominado, con su rodilla en el cuello de la víctima por casi nueve minutos, los manifestantes no creyeron la versión de que falleció por problemas cardiacos.
El caso de Floyd no ha sido el único. En junio 1921 hubo una masacre racial en Tulsa. En marzo de 1991 policías de Los Ángeles golpearon brutalmente a Rodney King, días después del veredicto que absolvió a los policías, hubo fuertes manifestaciones.
Floyd y King eran negros. Vivían en un país donde las minorías, como negros y latinos, tienen las mas altas probabilidades de caer en drogas, ser encarcelados, no tener acceso a educación y posgrados de calidad, o tener alta mortalidad e infección del covid 19. Parece que el “sueño americano” está lleno de racismo, discriminación y discursos de odio.
En EEUU predomina el concepto de multiculturalidad, o sea el espacio geográfico donde están presentes varias culturas. Para construir la idea de que hay interacciones entre ellas, acuñaron el término “melting pot”, tratando de decir que el país es un crisol donde conviven y se mezclan varias culturas. Han tenido éxito para disipar la historia de racismo y discriminación que tiene el país, quienes protestan en contra de la violencia racial no son exclusivamente negros. Pero el éxito ha sido parcial.
La palabra racismo viene de raza, la cual está arraigada en EEUU, al grado que aún se escucha decir “relación inter-racial o multicultural” cuando personas de diferente “raza” están relacionadas. Entre los siglos XVIII y parte del XX, la palabra raza se usó para diferenciar a los seres humanos por sus características fenotípicas. Actualmente cada vez más revistas científicas se abstienen de usar esa palabra al referirse a grupos humanos.
Por las diferencias culturales que hay entre grupos humanos, académicos y activistas han explorado otra palabra, otro concepto, que permite construir puentes que conduzcan a un futuro donde no solo existan culturas en un espacio geográfico, sino que de sus interacciones emerjan elementos que permitan a cada una enriquecerse en paz. Esa palabra es interculturalidad.
Los sistemas educativos normalmente reflejan el pensamiento de la cultura dominante. La persona así formada entenderá a su entorno con base en esa educación; las decisiones que tome, o su visión del mundo, estarán sesgadas; no podría entender porqué otras personas de otras culturas se comportan diferente. Esta lógica ya no debe caber en nuestro mundo multicultural porque puede conducir a una lucha entre culturas como lo que vemos en EEUU. Así no se puede encontrar puntos de concordancia entre culturas, menos cuando hay acciones o discursos de odio que acentúan las diferencias.
México es un país con altos índices de racismo y discriminación, especialmente para personas con piel morena. Necesitamos modelos educativos diferentes, porque ya sucede lo que estamos viendo en EEUU; cuidado por la misma violencia policial en Tijuana, Guanajuato y Jalisco. Urge construir comunidad y paz social a través de la interculturalidad.
Por cierto, Floyd era uno de los más de 42 millones de desempleados en EEU por la pandemia del coronavirus.