Francisco J. Rosado May
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Las elecciones del 6 de junio no solo serán, hasta ahora, las más grandes de la historia de México, sino que incluyen, en teoría, el paquete más ambicioso de acción afirmativa.
Existe un andamiaje que se ha construido por años, principalmente por la intervención de la sociedad organizada, que obliga a los partidos a tomar en cuenta, no a simular, la candidatura de mujeres, jóvenes, indígenas y, por supuesto, de hombres. Sabemos de las decisiones sobre equidad de género que han guiado la determinación de los candidatos en las diferentes contiendas electorales, poco sabemos del proceso para asegurar la presencia de jóvenes y de indígenas en las posiciones de toma de decisión, ayuntamientos y diputaciones.
El IEQRoo ha organizado foros de participación juvenil (Boletín 17/02/2021), como el evento “¡X, Somos Chav@s! la participación de la juventud en los procesos electorales” del 31 de marzo 2021 y tomado decisiones que obligan a los partidos a rectificar candidaturas de jóvenes (Boletín 30/03/2021) o de indígenas (Boletín 25/03/2021). Se sabe del posicionamiento de la Red Nacional Indígena, 12/04/2021, señalando la incapacidad del INE para evitar el registro de hombres o mujeres que se hacen pasar como indígenas sin serlo, tanto para diputaciones de mayoría relativa como plurinominales. La RNI prevé que no se logrará el arribo de 21 diputados indígenas, de los cuales 11 deben ser mujeres, ni de las 9 fórmulas de candidaturas indígenas en las 5 circunscripciones federales.
Hoy existe suficiente andamiaje en materia electoral para que nuestro congreso y otras posiciones de toma de decisión a nivel federal y estatal, representen no solamente a partidos políticos sino también a la estructura social que tiene nuestro país. Esta es una de las formas para avanzar en el tema de la acción afirmativa; es decir, que la estructura social tenga realmente voz y voto en la toma de decisiones.
Debido a las condiciones de vida, experiencias, visión del mundo, entre otros factores, la percepción que tienen grupos sociales, por ejemplo, jóvenes (25% de la población), mujeres (50.7%), indígenas (21.5%), es diferente a la que tendría un hombre que legisla o toma decisiones y que vive en otro contexto, que percibe en forma diferente necesidades e impacto de alguna decisión o modificación a alguna ley. Se trata de reflejar la pluralidad de percepción y de afectación de leyes para mejorarlas, de atender las necesidades que, en su conjunto, permitan que nuestro país avance hacia un mejor desarrollo.
Para lograr una eficaz acción afirmativa, el primer gran reto es que los actores políticos, entiendan muy bien la naturaleza de la acción afirmativa y la impulsen eficazmente.
El segundo reto es todavía mayor, especialmente porque nuestro sistema educativo tiene poco andamiaje necesario, conceptual o metodológico, para formar personas dispuestas a escuchar, entender al otro y, especialmente, tener la capacidad de reflejar ese entendimiento en leyes que gobiernen al país. De nada sirve que nuestras estructuras de gobierno tengan pluralidad, de partidos, ideologías, percepciones y visión de vida, si los actores no tienen pensamiento crítico ni saben cómo lograr el acercamiento y consensos en una sociedad plural. Por eso es necesario, importante, indispensable, contar con educación que permita construir gobernanza eficaz, una sociedad nueva, diferente, incluyente, plural, en paz y en progreso económico y humano.
¿Fácil? Para nada. ¿Imposible? No. En realidad, no tenemos otra opción, si queremos salir adelante como país.