Francisco J. Rosado May
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El ocho de octubre Quintana Roo cumplió 46 años de vida como estado libre y soberano de los Estados Unidos Mexicanos. Es oportuno hacer una reflexión acerca de la dirección que estamos llevando.
El contexto del 46 aniversario es muy difícil, extraordinario e inédito. En medio del covid19 que condujo a una situación económica bastante difícil, de los ciudadanos y del estado, hemos tenido el embate de sistemas tropicales, desde Cristóbal y Gamma hasta el huracán Delta que coincidió con aniversario de la creación del estado. Parece que la naturaleza está probando de que estamos hechos los quintanarroenses.
Cuando el ocho de octubre de 1974 se decretó la creación de Q. Roo como estado, la composición geográfica y poblacional era casi 180 grados diferente al de hoy. La tendencia de crecimiento en población estuvo y seguirá de la mano con una diversidad cultural cada vez mayor en el estado. Hemos recibido con los brazos abiertos a connacionales y a extranjeros, al grado que aquellos que estábamos presentes en 1974, hoy casi no contamos; somos extraños en nuestra propia tierra.
Quintana Roo es un claro y típico ejemplo del proceso de multiculturalidad y globalización. Todo parece indicar que así será por varios años por venir. Por supuesto que hay ventajas, pero también desventajas. Nadie niega la importancia de la inmigración, si bien hay casos que pueden servir como ejemplo para la sociedad, también los hay del lado opuesto.
En un estado multicultural y con múltiples identidades, no será fácil, nada fácil, enfrentar con éxito los retos enunciados anteriormente. Se corre el riesgo de que cada uno “jale para su lado”, menos para el lado que necesita el estado. Y este es un reto de gobernanza.
En 46 años, el nivel de interconectividad, que también existía antes, es más diverso y ha crecido. Para entender esa interconectividad se ha desarrollado el campo del análisis de “sistemas complejos”. De acuerdo con expertos como Peter Senge, al mismo tiempo que aumentan los puntos de interconectividad se están reduciendo drásticamente dos componentes necesarios para enfrentar su complejidad; por un lado, el grado de concientización que tenemos, como humanos, acerca de la interconectividad no solo entre humanos sino con el ambiente y naturaleza, de nuestra región y de regiones mas allá de nuestras fronteras, se está perdiendo muy rápidamente. Por otro lado, el razonamiento crítico necesario para entender los sistemas complejos, es decir pensamiento a nivel de sistemas, no se está fomentando en muchas de nuestras instancias educativas.
En otras palabras, parece que estamos conectados por mensajes e información disponible en teléfonos inteligentes, pero en realidad la tendencia al individualismo parece que se incrementa, reduciéndose la tendencia a las acciones comunitarias. El nivel de pensamiento detrás de la solución de problemas complejos, reflejado en soluciones simples y, a menudo, equivocadas tanto en la metodología de razonamiento como en la atención al problema, hace pensar que necesitamos poner mas atención a la educación de calidad.
La buena noticia es que aun tenemos tiempo y con un alto nivel de creatividad, aun con los limitados recursos se puede construir un mejor futuro; un futuro intercultural en un mundo multicultural, que aproveche las fortalezas de las culturas para formar sinergias que enfrenten los retos que tenemos encima. Ojalá sea este el escenario que le depare a nuestro querido estado. Felicidades, Quintana Roo.