Francisco J. Rosado May
fjrmay@hotmail.com
Hace poco más de una semana se publicó el reporte de la Comisión sobre Economía de los Sistemas Alimentarios (https://foodsystemeconomics.org/wp-content/uploads/FSEC-Global_Policy_Report.pdf). Esta es una organización independiente, sin fines de lucro e integrado por personalidades con sólido perfil profesional y ético.
El reporte es diferente a otros que han cuantificado la importancia económica para quienes estén interesados en transformar sus formas de producción de alimentos a otras más sostenibles (ej. el artículo de Fan en la revista Nature Food del 21 de abril 2021). El reporte de la Comisión es muy importante por su enfoque diferente, cuantifica cuánto cuesta mantener los sistemas actuales de producción convencional (uso de insumos químicos, organismos genéticamente modificados, entre otros). En palabras de la propia comisión (traducción de FJRM):
“Nuestros sistemas alimentarios -la forma en como producimos, comercializamos y consumimos alimentos- es parte del tejido político, social, económico, ecológico y cultural que tenemos en nuestras comunidades. Este tejido ha logrado algo así como un milagro, manteniendo por décadas el paso del crecimiento poblacional, reduciendo algunas formas de malnutrición y de pobreza, al tiempo que se aumenta la expectativa de vida. Sin embargo, el progreso no ha sido parejo en el mundo. Además, la reciente evolución de los sistemas alimentarios ha conducido a -y continúa haciéndolo- uno de los más grandes y graves retos que enfrenta la humanidad: hambre persistente, subnutrición, epidemia de obesidad, pérdida de biodiversidad, daños ambientales y cambio climático. El costo económico de este sufrimiento humano y planetario es arriba de los 10 billones de dólares (en sistema métrico) por año, lo que es mucho más de lo que los sistemas alimentarios contribuyen al producto interno bruto global. En resumen, nuestros sistemas alimentarios están destruyendo más valores (en términos económicos) que lo que contribuyen” Los sistemas alimentarios convencionales, cuestan mucho más de lo que benefician (n.d.a.).
Te puede interesar: | VISIÓN INTERCULTURAL | Sistemas alimentarios mayas en el escenario mundial, parte II
Interesantemente, la información en medios científicos especializados ha enfatizado las siguientes notas.
Lucero publicó en la revista Scientifc American el 26 de enero 2024, un artículo que, con base en 35 años de investigación en Belice, demuestra que los Mayas, nuestros antepasados, habían desarrollado un sistema sofisticado para el manejo del agua para fines de consumo humano, en armonía con la naturaleza porque entendieron cómo funciona y lograron tener una relación sostenible.
El 19 de enero 2024, en la revista Science, núm 6680, Kimmerer y Artelle publicaron un editorial en el que hacen un fuerte llamado para apoyar la ciencia indígena.
Hace unos meses, en septiembre 2023, la National Science Foundation de Estados Unidos anunció la apertura de un departamento que promueve la investigación intercultural entre científicos y sabios indígenas, con varios millones de dólares para apoyar diversas áreas de conocimiento.
México tiene un sistema de universidades interculturales. Quintana Roo cuenta con una que alguna vez tuvo prestigio nacional e internacional y que se está recuperando después de desastrosas administraciones. ¿Por qué no somos líderes internacionales en investigación y formación de recursos humanos de alto nivel con enfoque intercultural? Ojalá esta pregunta se la hagan los políticos en esta nueva elección y no se queden solo en la pregunta, sino que implemente políticas públicas que permita desarrollar el modelo intercultural, con el debido apoyo presupuestal.
Algo hay que hacer y no podemos esperar para mañana.
Es cuanto.