Por: Gilberto Avilez
Los días 7 y 8 de noviembre próximo, en el auditorio Manuel Cepeda Peraza del Centro Cultural Universitario de la UADY, en Mérida, la academia yucateca –y yucatecóloga- le rendirá un merecido homenaje al Dr. Sergio Quezada (1949), evento nombrad “De pueblos y mayas errantes. Coloquio en homenaje al Dr. Sergio Quezada.” Será sin duda un evento importante donde la historia yucateca –de los mayas y de los pueblos errantes- harán vibrar los recintos historiográficos meridanos, para rendir homenaje a uno de las figuras señeras de la historiografía moderna en Yucatán, que ha cumplido tres cuartos de siglo y, como acostumbran los buenos historiadores, apenas van brotando los mejores trabajos de la pluma de este historiador encumbrado.
¿Pero quién es Sergio Quezada? Sin duda, para los estudiosos de la historia colonial del pueblo maya, es de obligada lectura la labor quezadiana. Apuntemos algunos comentarios sobre el autor para compartirlo al gran público lector de este diario digital.
En 2015, un historiador formado en la rigurosidad científica de la academia colmexiana, el doctor Sergio Quezada, se hizo acreedor a la cuadragésima novena entrega de la medalla Eligio Ancona, “por su amplia trayectoria académica, aportaciones y trascendencia de sus investigaciones históricas y patrimoniales sobre Yucatán y México” (Sergio Quezada, medalla ‘Eligio Ancona’ 2015”. Diario de Yucatán, 19 de agosto de 2015).
La medalla Eligio Ancona, el máximo galardón que entrega el gobierno yucateco a los hombres de letra y ciencia, lleva el nombre de tan preclaro e insigne historiador, periodista, escritor y político liberal yucateco, quien en la segunda mitad del siglo XIX renovó la novela escrita en Yucatán, tomó la batuta dejada vacante tras la muerte de don Justo Sierra O’Reilly en 1861, y dio a la estampa una de las más poderosas y amenas obras de la historiografía yucateca decimonónica, la Historia de Yucatán, que abarca desde tiempos prehispánicos hasta bien entrado la segunda mitad del siglo XIX (El primero de los 5 tomos de esta obra cumbre de la historiografía yucateca decimonónica, apareció en 1878, y posteriormente hubo ediciones en indistintos años de los siguientes tomos. La edición más reciente, se dio a cien años de la estampa del primer volumen, en 1978, bajo el sello de Ediciones de la Universidad de Yucatán).
La medalla Ancona, es el máximo reconocimiento que el gobierno yucateco otorga desde 1960 a los hijos de Yucatán por nacimiento, que han destacado en las artes, la ciencia y la cultura. Figuras fundadoras de la antropología, la literatura y la historia, han obtenido esa presea: el mayista y lingüista Alfredo Barrera Vázquez, el escritor Ermilo Abreu Gómez, el pintor Fernando Castro Pacheco, el historiador Silvio Zavala Vallado, el antropólogo Alfonso Villa Rojas, el poeta Fernando Espejo, el novelista Juan García Ponce, así como Jaime Orosa Díaz y el historiador económico, don Víctor Suárez Molina, sin olvidar a Salvador Rodríguez Losa, son algunos de los nombres más importantes que han dignificado la medalla. A esa lista se aunó el doctor Quezada, a puros pesados de la cultura en Yucatán y, por qué no, en todo el país.
De origen economista, en 1990 el doctor Quezada se graduó en el Colegio de México como doctor en Historia, y su tesis doctoral se convertiría en 1993 en el ya clásico libro Pueblos y caciques yucatecos, donde Quezada analizó las estructuras de poder mayas en los primeros años del anclaje de los andamios coloniales en la Península, así como centró su trabajo en las nuevas reconfiguraciones espaciales de los pueblos yucatecos llevadas a cabo por las políticas espaciales de la Corona española, utilizando el modelo de análisis geo histórico, etnohistórico y etnopolítico, que su director de tesis, Bernardo García Martínez, implementó para el estudio de los pueblos de la sierra norte de Puebla (véase Sergio Quezada, Pueblos y caciques yucatecos, 1550-1580, México, COLMEX, 1993; Bernardo García Martínez, Los pueblos de la Sierra: el poder y el espacio entre los indios del norte de Puebla hasta 1700, México, COLMEX, 1987).
La producción historiográfica de este economista de origen, nativo de Mérida, Yucatán (nació en 1949), es diametralmente opuesta a la fiebre por publicar textos intrascendentes y reiterativos temáticamente: desde luego que es parca (como autor único no tiene más de cinco libros), pero rica y muy profunda en cuanto a sendos estudios pormenorizados del Yucatán colonial al rescatar documentación sobre los mayas en la colonia y hacer una labor encomiable de paleografía –junto con el sabio japonés Tsubasa Okoshi- sobre los papeles de los Xiu de Xaya, y rescatar las vidas de nobles mayas y hablar no solo de la colonización de los mayas peninsulares, sino de cómo los señoríos mayas pasaron a ser pueblos coloniales. Podemos señalar su aporte realizado a la serie del Instituto Nacional Indigenista (INI), con el libro Los pies de la república.
Los mayas peninsulares 1550-1750, una visión de la historia indígena del Yucatán colonial.
Muchos guerracastólogos –del patio peninsular y de fuera- que enarcan cejas de soberbia, no reconocen plenamente que sus trabajos sobre ese periodo importante del Yucatán decimonónico hubieran sido muy difíciles de realizar sin el puntilloso trabajo de recopilación, de notas, comentarios y síntesis temáticas que hiciera Sergio Quezada en el ya lejano 1986, al dar en ese año a la estampa, un pequeño pero sustancioso libro llamado Bibliografía comentada sobre la cuestión étnica y la guerra de castas de Yucatán, 1821-1910. Ese libro, coordinado por Quezada, y con ayuda de Arturo Güemez Pineda y Carlos Tapia, desde ese entonces ha sido como la piedra de roseta para los historiadores que por primera vez se sumergen en el amplio mar de los estudios guerracastólogos. Por supuesto, esa faceta de guerracastólogo del Doctor Quezada, muy pocos saben y comentan. Como un orfebre y recopilador para historiadores que vendrían luego a trabajar esos temas, todos los que nos hemos dedicado a trabajar la historia de la Guerra de Castas tenemos que reconocerle al doctor Quezada por su labor de recopilador y comentador de la bibliografía que hasta 1986 había sobre la cuestión étnica y la Guerra de Castas de Yucatán.
En 2001, bajo el sello del FCE, Quezada dio a la estampa su Breve historia de Yucatán, un compendio de la historia regional donde sintetiza, en menos de 300 páginas, la senda recorrida por la Península de Yucatán en más de dos milenios. Para diciembre de 2014 –hace diez años ya-, salieron de las imprentas de la UADY 1909 páginas de una Historia General de Yucatán dividida en 5 tomos, en el que el doctor Quezada, junto con dos colmexianos más de la UADY que fueron sus alumnos – me refiero a la doctora Inés Ortiz Yam y al doctor Jorge Castillo Canché- coordinaron a un nutrido grupo de investigadores nacionales y extranjeros (9 mujeres y 27 hombres versados en las cosas de Yucatán) y que escoraron su escritura en las mojoneras de cinco grandes cortes temporales con que podemos dividir a la historia yucateca: la civilización maya yucateca; el Yucatán en el orden colonial (1517-1811); la construcción de la nación en Yucatán (1812-1876); el Yucatán porfiriano (1876-1915) y el Yucatán postrevolucionario (1915-1953).
En la presentación de esa obra, Quezada resaltó que esta historia general pretende ser un “estado de la cuestión” de lo que hasta ahora la historiografía moderna ha producido sobre Yucatán: “La historia general debía ocuparse de los complejos procesos políticos, sociales y culturales de larga duración, comprensible para lectores no especializados […] La historia es una disciplina en permanente construcción y deconstrucción; los paradigmas interpretativos actuales están en algún momento condenados a desaparecer por el surgimiento de otros. En este contexto se ubica la Historia General de Yucatán, es decir, plasma el estado actual por el conocimiento histórico que sobre la Entidad se tiene, pero también se debe convertir en un proyecto permanente de actualización que aproveche nuevas formas para acceder a un público ávido de conocer la historia del estado” (“Resaltan valor de la Historia General de Yucatán”, Por Esto! 2 de septiembre de 2015).
Como hemos dicho al inicio de este texto, próximamente, en noviembre de este año, la UADY, la alma máter y laboral del Doctor Quezada, rendirá honores y homenajes a este señero historiador. Grandes historiadores yucatecólogos estadounidenses como John Chuchiak, Matthew Restall, Ben Fallaw, Allan Wells y Robert Patch, o japoneses como Tsubasa Okoshi Harada, o doña Margarita Menegus y la estudiosa de los jefes políticos en Yucatán Laura Brondino, asistirán esos días para entregarles sus plumas al doctor Quezada, como homenaje a su enorme trabajo y vida dedicada a la historia de Yucatán.
Hay que decirlo desde ya: Sergio Quezada es uno de los pilares de la historia moderna en Yucatán, esa que fue escrita con indeleble sello académico colmexiano durante la segunda mitad del siglo XX, que vino a continuar los estudios de otros grandes historiadores de ese siglo (Zavala, Rubio Mañé), o del anterior siglo (Ancona, Sierra); vino a continuar, sí, aunque con un énfasis en reconstruir con legajos indígenas y no indígenas, ese mundo maya en proceso de construcción a partir de la conquista de Yucatán.
Y es que con Quezada comienza plenamente la investigación estrictamente académica de la historia que se comenzó a escribir en Yucatán a fines del siglo XX (1980-2000): posterior a él, todo el que desearía escribir algo digno de la historia en Yucatán, tendría que pasar por los filtros del doctorado de rigurosa exigencia en el extranjero; o a nivel nacional, en el COLMEX, la UNAM, el COLMICH o el CIESAS.
La obra de Quezada se puede catalogar de frugal, pero fundamental en el rescate de manuscritos, legajos (de mayas y españoles), interpretaciones del pasado colonial y de la fundación de pueblos yucatecos durante el siglo XVI.
Quezada tiene no solo las enseñanzas de su maestro, don Bernardo García Martínez, sino también de esa rica y variada tradición historiográfica de la cual Yucatán se siente orgulloso, y que se remonta no solo desde tiempos de Landa, sino desde los maestros mayas que escribieron la historia en estelas, cerámicas y pieles de venados.