Gilberto Avilez Tax
Morena y sus aliados, es decir, el líder amoral Rafael Marín Mollinedo y sus secuaces, tal parece que juegan a ganar perdiendo en Chetumal. Que nadie se espante: Morena ha pasado de tener un triunfo seguro en Chetumal, a agenciarse una posible derrota estrepitosa por los coletazos de los últimos días. Los indicios son claros, están ahí para el que sepa leerlos: están jugando a ganar, pero perdiendo.
Si Morena, después del ruidoso desbarrancadero de Gamero, hubiera querido ganar Chetumal nuevamente, hubiera optado por otros políticos con arraigo, solera y ética, no por advenediz@s con ambición canibalesca y con un expediente de traición tras traición. No estoy pensando, por supuesto, en Laurentino Estrella Chan, gallo sacrificable de Marín Mollinedo y que, desde marzo de este año, ha realizado su teatrito de ser “el candidato del pueblo” imaginario, un “tonto útil” al servicio de Marín Mollinedo y el cual fustigó hasta el cansancio la candidatura de Gamero: que no era digno, que era una imposición insufrible, que era un priísta travestido de moreno, que esto y que lo otro. ¿Pero alguien se ha dado cuenta que el “profe Laurentino”, anda mudo y acobardado, pues no ha fijado ninguna postura hacia la nueva candidata de Morena? ¿No existe en este caso, imposición, burla al chetumaleño y a los principios de la 4t? Al parecer, Estrella Chan solo actúa y envía filípicas por órdenes de sus superiores, y la orden única fue que este personaje enturbiara la candidatura del desbarrancado Gamero. Es el auto sabotaje, la plaza está vendida, la vendió el patrón de Estrella, el pochitoque.
Si no pienso en Estrella Chan, a mi mente vienen políticos profesionales con más peso y virtudes de izquierda que hubieran entrado al quite de forma natural. Pienso en el doctor Manuel Aguilar Ortega, empresario y político que, como casi todos los morenistas actuales, pasó por el PRI, pero es alguien a quien lo distingue la congruencia. Aguilar Ortega buscó la candidatura por el distrito 2 federal por Morena, que al final se la dieron a la “ahijada” de Marín Mollinedo. Hasta el día en que escribo este artículo, Aguilar Ortega se ostenta todavía como el “coordinador de la campaña” de Gamero Barranco, y, antes, en el 2018, lo había sido del desaparecido Hernán Pastrana. El médico sabe de sobra las marrullerías que hacen los pochitoqueros y pechistas por interpósitas personas, y ha fijado una postura que no deja duda del apoyo irrestricto a Gamero, pero que también habla por su experiencia personal al ser excluido de la candidatura a diputación federal del distrito 2 por personas ajenas y sin compromiso con el sur: “La soberbia de las cúpulas partidistas, y esa arrogancia con que nos tratan, que piensan que nos pueden poner cualquier persona a competir, lo van a tener que reflexionar porque puede haber sorpresas”.
Si Morena Quintana Roo fuera la Morena que se jacta el presidente de tener virtudes a prueba de corruptos, Roberto Erales Jiménez, actual diputado local por el PT, sería el candidato idóneo. Pero Roberto Erales es político que no entra en la norma de sumisión y silencio ante el mal gobierno como acostumbran los pochitoqueros. De hecho, a Erales al parecer lo banquearon de candidaturas federales o locales – ¿Lo vetó Marín Mollinedo vía la actual comisionada política nacional del PT en Quintana Roo, Patricia Casados? – porque osó hacer lo impensable, lo que ningún sumiso y blandengue diputado local de Morena ha hecho en Punta Estrella en casi tres años: ser realmente oposición, cuestionar al poder, erigirse en tribuno de la plebe y fungir de contrapeso del Ejecutivo Estatal. Erales es un político con clase que fácilmente se hubiera llevado de calle a los candidatos del oficialismo porque, además, algo que ni Gamero ni su sustituta (más ésta) tendrán en esta y en otra vida: cuenta con carisma, empatía y cercanía con el chetumaleño.
Hoy, la morena del Pochitoque mayor, resulta un esperpento donde jugar a perder le da beneficios insospechados a la cúpula entreguista de ese partido que, en el caso específico de Quintana Roo, están lejos de representar los principios de la 4T: la ambición, los excesos, el regreso de impresentables del Borgismo con la casaca guinda, la sumisión ante todo, son sus modelos de comportamiento. Y esto le gusta, le fascina a estos pochitoqueros que han actuado con tesón para que la 4T no crezca en el trópico, pero sí sus ambiciones personales de emparentar, cuales nuevos ricos que buscan limpiarse sus orígenes populacheros, con las anteriores oligarquías regionales.
En menos de una década, los políticos morenistas de Quintana Roo que han medio logrado encamar los Marín Mollinedo y los Pech Várguez, no se distinguen, en sus virtudes y actuaciones, en nada de sus actuales compañeros como Juan Carrillo, el fascista que hiciera en tiempos de Borge la Ley Anti marchas y que ahora es candidato a diputado federal por Morena con la complacencia de Mollinedo y el Niño Verde. O bien, o con Laura Fernández, que igual es candidata a diputada federal con la misma anuencia de Mollinedo y el Niño Verde y que, en el 2009, como diputada local, presentó una iniciativa anti abortista que criminalizaba el derecho a decidir de las mujeres quintanarroenses.
En menos de una década, estos noveles políticos de Morena han pasado por varias etapas hacia su involución. Como todos los políticos cacasenos de medio pelo, empezaron adorando al dios de su tribu, fueron feligreses de AMLO. Caminaron como fieles feligreses repartiendo la buena nueva de su “movimiento”, con un periódico al cual piratearon el nombre a los hermanos Flores Magón. La mayoría eran unos pobres diablos que no llegaron a más, eran paupérrimos en todo, pero más en intelectualidad (muchos no cuentan con más que carreras truncas o técnicas), y en pensamiento y análisis, muy distintos a la forma como antes se construían las juventudes de izquierda. Su único mérito era el de poner en una categoría divina a López Obrador y aceptar la palabra de sus vicarios. Algunos de estos jóvenes superaron su fase larval y comenzaron a obtener cargos menores de forma espaciada en algunos ayuntamientos. La parusía para estos creyentes ocurrió en el 2018 con el triunfo arrollador del tabasqueño. Y todos se sacaron la lotería sin haber comprado el cachito necesario, pero sí estar cerca del compadre del primo del chofer del mesías. En menos de tres años, la debilidad intelectual y el raquitismo ético de estos jóvenes de Morena les ha marcado estrías en la piel y abierto surcos de corrupción, de egolatría, de ambición desmedida y vulgaridad por el poder. ¿En qué se diferencian Iván Batún, Reina Durán, Anahí González, de Juan Carrillo y Laura Fernández?, ¿qué hace mejor a la sustituta de Gamero, de Gamero mismo? No les veo diferencia alguna. ¿Se renueva la clase política quintanarroense con estas figuras tan volubles y desmedidas?, ¿son acaso mejores que el PRIAN? Lo cierto es que el Morenismo de Quintana Roo es peor, mucho peor que el PRIAN, y estas figuras juveniles, siguiendo el modelo inculcado por sus viejos (Marín Mollinedo, Pech Várguez), lo han demostrado de sobra.
Lo cierto, también, es que la plaza Chetumal ya está vendida, la vendieron los del Grupo Tabasco, padres o padrastros de estos jóvenes políticos corruptos de Morena Quintana Roo, ¿pero a qué precio?, ¿terminar con las aspiraciones de Villegas, pactar con la 22 de enero?