Por Gilberto Avilez Tax
No cabe duda que 2020 ha sido el peor año para el Caribe Mexicano, en la historia de medio siglo que tiene de ofertar el turismo a nivel nacional e internacional. El Covid-19 vino a desestructurar una economía regional que gira en torno a la industria sin chimeneas, y que, como entidad, Quintana Roo aporta en este rublo casi la mitad de las ganancias anuales a las arcas de la Federación. La sangría al erario federal, estatal y municipal, es evidente, con la pérdida de más de 80 mil empleos en el estado en lo que va del año, el 20 % del total estatal. En los primeros momentos de este shock sanitario-económico, por medio de la prensa, pudimos observar la migración de regreso de caravanas de personas, casi todos albañiles quitándose del norte del estado, a estados como Tabasco y Chiapas, y, por supuesto, el regreso de gente de la zona maya a sus lugares de origen.
Por cierto, Tabasco es uno de los estados del sureste más afectados por el Covid-19, y Chiapas ya gana en casos a Campeche: ¿indica esto que las caravanas de albañiles que salieron de Cancún y la Riviera maya a principios de la pandemia, llevaban consigo, como almácigos ambulantes, las cepas del virus? Hay indicios de que así fue.
Cancún se convirtió en un fantasma de lo que fue en sus momentos de gloria, y es así como llega al medio siglo de su historia: en las sombras de la cuarentena, con una crisis laboral, sanitaria y hasta la zozobra del hambre clamando por el regreso del turista, por la reactivación del turismo en la nueva normalidad postcovid. La violencia, al parecer, se ha sosegado, o tal vez los grupos delincuenciales han seguido la cuarentena, aunque de vez en vez nos recuerdan que sus intereses en la plaza del Caribe siguen ahí.
El turismo es el paradigma neoliberal que se resiste y se resistirá a desaparecer de estas tierras orientales de la Península, a pesar de que el Covid-19 ha develado el horror y el error de una industria extractivista cuyas firmas hoteleras –gringas y europeas, preponderantemente españolas estas últimas- ganan mucho más y se llevan de saco, o a veces ni siquiera hacen entrar al fisco los cobros de sus agencias mayoristas y turoperadoras, de las habitaciones en sus palacios de Cancún y la Riviera Maya; ganan más de lo que dejan al país por concepto de impuesto al hospedaje, el pago por el uso y explotación de la zona federal marítimo terrestre, con base al área que ocupan, el 20% por un crédito en la recuperación de playas, y los pagos correspondientes por la operación al municipio.
Reportes de 2015, señalaban que los estadounidenses habían invertido en Cancún preponderantemente, y los europeos prefirieron la Riviera Maya, y que 16 de las cadenas más importantes de turismo en el mundo se concentraba en el Caribe Mexicano, contra 8 mexicanas. Este giro completo, esa pérdida del control del estado en esta región que fue gestada por el gobierno central en sus inicios para servir como polo de desarrollo regional, y que a la fecha ha significado privatización de casi todas sus playas, asimetría regional, asentamientos irregulares, crecimiento desmedido de Cancún, zonas marginadas dentro de las zonas de la “sobremodernidad” turística, creación de nuevos municipios, flexibilidad laboral, ecocidio en todos los niveles y violencia reciente, sucedió en 1988, coincidiendo con la llegada al poder del Salinismo y con el terrible huracán Gilberto, que posibilitó la reestructuración espacial del norte de Quintana Roo: “Después de la llegada del huracán Gilberto, a finales del 88, se abrió el destino a las inversiones extranjeras, los interesados fueron los estadounidenses en Cancún y los europeos en la Riviera maya”.
Fuertes intereses de capital estadounidense, así como los españoles (grupo Riu, Barceló, Oasis, Meliá, Iberostar, Palladium, Catalonia, entre otras),[1] tal vez podrían estar en esa puja por el regreso rápido, lo más pronto posible, a la “nueva normalidad” turística en el estado, a la “reactivación del turismo”. Ya lo había dicho el gobernador el 20 de mayo pasado en un tuit, algo que le había planteado al presidente de la república con una semana de antelación, el día 13: “Para Quintana Roo el turismo es una actividad esencial y lucharemos para que así sea reconocido, reactivarlo gradualmente y recuperar nuestra economía. Así, recibiríamos turistas entre el 8 y el 10 de junio con estrictos protocolos sanitarios, priorizando el cuidado de la salud”. Una actividad esencial, la actividad por antonomasia, a la que han dedicado todos sus esfuerzos la clase política local.
Actividad esencial, y en esto no se plantea, ni por equívoco, los peligros que hemos visto con la pandemia, de seguir dependiendo de forma radical del turismo en Quintana Roo, el paradigma turistero, los fuertes intereses de las firmas estadounidenses y españolas en la región, no se cuestionan, aunque existan elementos para decir que no podemos seguir en esta lógica de monodependencia a una economía tan volátil, como es la del turismo. Con tal de obtener carretadas de dinero, la construcción de este estado ha reducido, y sigue reduciendo, otras variantes, otras perspectivas de desarrollo, construyendo la economía en las costas, y que de ahí se pringue a tierra adentro lo más que se pueda.
Resulta hasta extraño que, del 13 al 18 de mayo, las perspectivas federales sobre los casos de Covid-19 en Quintana Roo, se hayan modificado sustancialmente. Parece que, con tal de poner en circulación a la de ya el turismo en el estado, se maquillan las cifras o no se contabilizan nuevos casos de covid, y es muy sospechoso que Hugo López-Gatell, en su conferencia del 18 de mayo, se haya referido expresamente del gobierno de Quintana Roo, poniéndole todas las estrellas de buena conducta, casi como paladín de lo bien que se había sorteado la pandemia. ¿Se puede hablar de buenos puntos y buena actuación estatal cuando las cifras que dan gobiernos como el yucateco, ponen a Quintana Roo entre los primeros lugares en incidencia y defunciones por Covid? “En contraste a los datos optimistas ofrecidos por el Gobierno federal y la Secretaría Estatal de Salud (Sesa) sobre la evolución de la pandemia del coronavirus en la entidad, autoridades yucatecas ofrecieron informes en los que se revela que Quintana Roo permanece entre los primeros cuatro lugares del País en incidencia de casos confirmados y muertes”.[2]
¿Se puede hablar de buen trabajo, cuando todos sabemos cómo los dos sexenios priístas anteriores, el de Félix González Canto y Roberto Borge, a tono con los gobiernos saqueadores y corruptos de los años neoliberales, casi desmantelaron y dejaron en el olvido el sistema de salud estatal de Quintana Roo? En un reporte de agosto de 2019, el titular de la Secretaría de Salud federal, Jorge Alcocer, reveló que ocho estados, y los ocho del sureste y sur del país, se encontraban en una situación de “olvido” en sus sistemas de salud estatales. Guerrero, Oaxaca, Veracruz, Tabasco, Chiapas, Campeche, Yucatán y Quintana Roo, eran los estados que, en la mayoría de sus unidades de salud, vivían en situación precaria y preocupante.[3] Toda la Península salvo Campeche, se encuentran en focos rojos y es donde más se ha ensañado el Covid-19. ¿Frente a ese desmantelamiento, olvido y corrupción, es verosímil que ahora, el subsecretario López-Gatell, diga que Quintana Roo sorteó bien la pandemia? Más bien, consideramos que la pandemia fue sorteada no por la brillantez de los casi invisibles servicios de salud estatales, sino porque la economía regional, turística, había parado con semanas de antelación, y muchos trabajadores habían regresado a sus casas o a sus comunidades, algunos llevando las cepas del virus, como sucede en la región vallisoletana, en Chemax y Tizimín, o en Tabasco y Chiapas.
Una cosa lleva a la sospecha de otra. ¿Han pactado los turisteros con los tres niveles de gobierno?, ¿tienen metido sus fuertes intereses los gringos (la pregunta es innecesaria, pero se tiene que hacer) y españoles, para que el turismo se reactive lo más pronto posible en Quintana Roo? Vaya a saber qué cosas se traman detrás de la cortina del poder regional, nacional e internacional, pero los indicios están ahí: por primera vez, el gobierno federal no reniega del turismo, por primera vez existe una casi coordinación de pareceres y el Tren Maya pudo haber sido el comodín de las posibles negociaciones del 13 de mayo para que la luz verde a la reactivación del turismo se diera y se pusiera hasta fecha de mediados de junio para su reactivación.
[1] https://www.reportur.com/mexico/2014/11/07/las-20-familias-espanolas-que-dominan-de-los-hoteles-del-caribe-mexicano/
[2] https://noticaribepeninsular.com.mx/index.php/2020/05/26/en-los-primeros-lugares-revela-yucatan-alta-incidencia-en-qroo-de-muertes-y-casos-por-covid-19/?fbclid=IwAR2LqfdwWayh4jxGW4q1yiXpkzFOimJpObki4gH0D-utUcDvGD2TeFLacXo
[3] https://www.saludiario.com/la-ssa-califica-de-precaria-la-situacion-de-hospitales-en-8-estados-del-pais/