Gilberto Avilez Tax
La historia política de Tihosuco, como de tantos pueblos mayas del estado de Quintana Roo, está todavía por hacerse. Sin embargo, podemos apuntar, que si un día alguien decide echar mano a la senda que ha recorrido el pueblo maya de Quintana Roo y de lo que fuera en algún momento la villa más importante del oriente de la península, tenía que hacer uso de conceptos clásicos de la sociología y la antropología mexicana, como el “colonialismo interno”, la “dominancia cultural”, y la estructuración mono étnica del estado regional (la dominancia “mestiza”), relegando a un segundo plano a los pueblos mayas de Quintana Roo, en la toma de decisiones.
Es hasta de sentido común cuestionar el fuerte sesgo imperante en materia política en el estado de Quintana Roo, en donde los grupos hegemónicos que han gobernado este estado, han seguido lo que Sámano entendía como Estado mono étnico,[1] situación no privativa de Quintana Roo, pues lo mismo podemos decir para la Península en su conjunto y para buena parte de los países latinoamericanos hasta antes del cuestionamiento que se dio a este Estado excluyente por parte del movimiento indígena en la región andina y en las propuestas de reforma constitucional del Ejército Zapatista de Liberación Nacional (resumido en la frase “nunca más un México sin nosotros”, sin los grupos indígenas). Este “Estado mono étnico”, en esencia se trata de una mayoría étnica nacional mestiza que manifiesta un colonialismo interno al subordinar a las minorías étnicas a una dominación mestiza (es el caso de los Ayuntamientos “mestizos” de la Zona Maya, como sucede en Felipe Carrillo Puerto y en José María Morelos). ¿Cuáles han sido las reglas que impusieron las clases dominantes en Quintana Roo, para el segmento maya y las otras etnias insertas en su seno? A partir de 1980, el turismo y su creciente fuerza gravitatoria ha sido hegemónico, no sólo en términos económicos, sino hasta la cuestión educativa e investigativa de este estado, ha girado en ese aspecto.
A pesar de los 200 años de “independencia”, a pesar de los oficialismos históricos en torno a la Guerra de Castas, el colonialismo interno de las clases hegemónicas, estableciendo una situación estructural asimétrica continua (véase las zonas turísticas y su modernidad violenta, cuestione el lector el paisaje rural y semi rural de municipios de tierra adentro donde se encuentran los antiguos territorios indígenas y observe luego la “sobremodernidad” de los polos turísticos), hacen que los pueblos originarios mantengan la condición de pueblos “conquistados”, manifestado en la estratificación económica imperante, donde generalmente ocupan posiciones desventajosas frente a otros sectores de población del país. A grandes rasgos, “El Estado hegemónico monoétnico excluyó a los pueblos indios de la construcción de la nación y se les ha excluido de la toma de decisiones y de la participación política nacional; se ha practicado una política etnocida para destruirlos.”[2]
Pues bien, ante esta perspectiva exclusivista de los grupos mestizos que copan y dirigen las burocracias políticas y los Ayuntamientos en Chetumal, Cozumel y en las pequeñas ciudades de la Zona Maya, forzoso es retomar las reinvidicaciones históricas que el movimiento indígena ha realizado desde fines del siglo XX, y que se ha concretizado en conceptos motrices como el “etnodesarrollo”, las teorías de la “liberación”, la crítica de la “colonialidad del poder”, y apelando a la memoria oral, el sentimiento de “rebeldía” y autonomía que han tenido hasta años recientes los herederos de la Cruz Parlante, como puede ser el ejemplo que en años cercanos ha realizado el general José Isabel Sulub, batab de Dzulá. La larga historia de autonomía indígena maya de Quintana Roo, la apropiación y domesticación del territorio que en su momento realizaron los “repobladores” del Tihosuco en la década de 1930, así como el sedimento cultural que aun es posible de observar en el Quintana Roo profundo y artístico de los años recientes[3], es posible de solidificar con una mayor visibilización tanto de la historia, los derechos indígenas y una educación intercultural que posibilite una sensibilidad más profunda hacia la justa historia de que los mayas del estado de Quintana Roo, una “etnia conquistada” en los albores del siglo XX, dejen de ser meras comparsas del poder mestizo y se conviertan en los protagonistas de su propio destino.
En el caso del municipio de Felipe Carrillo Puerto, si bien podemos hablar que en su historia de casi cincuenta años han habido individuos de la etnia maya en posiciones de mando –desde Sebastián Estrella Pool[4] hasta Sebastián Uc Yam[5]– no podemos pasar por alto que ya desde mediados del siglo XX, y más con el proceso de municipalización y las diversas políticas educativas castellanizantes del siglo XX, así como la migración de mestizos, ya no era la capital “maya”, al menos no en términos de sus autoridades políticas, que 100 años antes había fundado José María Barrera, como capital del poder maya en resistencia en las selvas orientales. En 1958, el escritor y educador indigenista, Santiago Pacheco Cruz, escribía sobre este tópico en su Geografía del Territorio de Quintana Roo:
“La mayoría de los moradores [de la Delegación de Carrillo Puerto] son indígenas, menos las autoridades que son mestizos, y que son designados por el Gobernador del territorio, pero menos las de las demás poblaciones que siguen ejerciendo los cargos, los mismos jefes de tribus, catalogados en grados como cabos, sargentos, tenientes, capitanes, hasta comandantes; grados que se otorgan en reuniones que celebran cada vez que fallece uno, pues no están reconocidos por la Defensa Nacional por ser solamente cosas de ellos. Para lograr tranquilidad y paz con estos núcleos, el Gobierno les ha otorgado amplia beligerancia desde la pacificación, dejando que ejerzan como autoridades, los mismos jefes, con la denominación de Subdelegados de Gobierno, y ellos se entienden sin que éste tenga la menor ingerencia ni intervención en sus asuntos, salvo casos forzosos y urgentes, con esta tolerancia ya no cometen asaltos, ni rebeldías, como estaban acostumbrados antes y después de algún tiempo de habérseles sometido a la obediencia.[6]
En el caso de Tihosuco, recordemos que al principio, con la creación del nuevo estado de Quintana Roo se tenía contemplado la creación del municipio de Cecilio Chi, cuya cabecera sería el histórico Tihosuco, que se formaría con extensiones territoriales de lo que actualmente es Felipe Carrillo Puerto y José María Morelos; esto no se hizo, tal vez porque un municipio completamente maya y con el nombre del líder más aguerrido de la Guerra de Castas, seguramente arredró a los grupos de poder mestizos de Chetumal y Cozumel: ¿darle el poder municipal a los mayas y que después pidan universidades, presupuestos y quisieran retomar la política desde los ámbitos municipales y estatales? Era impensable para un estado “mono étnico” de ese entonces que comenzó a escorar sus baterías hacia la “modernidad turistera”.
Solo hasta fines del siglo XX se puede ver elementos que pugnan por una mayor presencia de los mayas en la toma de decisiones: en la década de 1990 se crean dos leyes en materia indígena en el estado, y aunque cuestionadas de raíz, dicen algo del cambio que comenzaría en las relaciones Estado gobierno-pueblos indígenas. Actualmente, en Quintana Roo, haciendo eco a la apertura federal de autoridades locales, se encuentra en camino reformas en materia electoral que posibiliten una mayor presencia de los mayas tanto en el ámbito municipal como en la legislatura local. Si bien hay que decir, que no por hablar la lengua maya, tener una auto adscripción como tal y que te reconozca la comunidad como parte integrante de sus estructuras sociales, rituales o agrarias, se subsane completamente el camino hacia una buena participación política en ámbitos municipales o en la cuestión legislativa, de posibles candidatos “indígenas”. Los posibles candidatos deben contar, además, con un conocimiento de la historia, del derecho indígena, y estar imbuidos o empapados de las necesidades reales y culturalmente pertinentes de los pueblos mayas que representarían. Para eso se necesita un basamento pedagógico posibilitado por la cercanía comunitaria, el bagaje teórico, el compromiso social y el conocimiento –no ritualero y tampoco xcaretizado- de la trabazón cultural de los mayas.
En ese sentido, quiero dar un ejemplo de esto último que he comentado, haciendo referencia a un político maya de Tihosuco, que me parece muy interesante seguir en los meses subsecuentes: el ex diputado local, Luis Mis Balam (Tihosuco, 1970).[7] Para hablar de Mis Balam habría que escarbar en sus antecedentes pedagógicos, es decir, en quiénes fueron sus maestros. ¿Y qué mejor maestro ha tenido más de una generación de tihosuquenses, que el desaparecido maestro Antonio Ramírez Salinas? Podríamos decir que la historia de la izquierda quintanarroense, en términos exclusivos para el centro de Quintana Roo, le debe mucho a las enseñanzas pedagógicas de “El cuchillo” Antonio Ramírez Salinas (1938-2018), profesor indómito oaxaqueño-guerrerense, maestro formado en dos míticas escuelas rurales, la de Hecelchakán, Campeche, y en la siempre rebelde Normal Rural de Ayotzinapa, de Guerrero. En una entrevista que le realicé a Luis Mis Balam, este me comentó lo siguiente:
“Un profesor me enseñó mucho, el profesor Antonio Ramírez Salinas, que salió huyendo de Guerrero pues era amigo de Lucio Cabañas y combatió con él. El maestro Ramírez Salinas trabajó mucho por Tihosuco, fue fundador del Bachilleres y buscó toda su vida la universidad para la gente del pueblo. El profesor Ramírez Salinas nos daba clases de historia de Quintana Roo, de México, y como tenía profundas convicciones e ideas socialistas, nos decía siempre que no nos dejáramos, que el servicio al pueblo debe ser lo primero, que no descansáramos en buscar primero el bienestar del pueblo. Pues muchos de nosotros crecimos con esas ideas de izquierda inculcadas por nuestro inolvidable mentor”.[8]
Antonio Ramírez Salinas, “El cuchillo”, un viejo profesor de la vieja guardia que surge de la lucha social por los pobres del campo, cumplió el destino de varios maestros mexicanos que no dudaron en ir a lo más alejado del país a “forjar patria”, murió hace dos años y sus restos mortales descansan en el panteón maya de Tihosuco, su pueblo adoptivo y del cual fue muy querido. Nació en la serranía de Oaxaca el 10 de mayo de 1938, y maestro normalista rural, entre 1960 y 1970 se unió a la lucha social y guerrillera del también profesor Lucio Cabañas, para combatir el mal gobierno. Para salvar su vida, sale de la región guerrerense y llega al recién creado estado de Quintana Roo a principios de 1970, se establece en Tihosuco a dar su vida y años de enseñanza para la reivindicación de los mayas del centro de Quintana Roo, dejó escuela de hombres de izquierda, y Tihosuco fue bastión de la izquierda. Una de sus perspectivas de la educación como elemento fundamental para la transformación de la sociedad, lo recordó hace un tiempo el intelectual maya Manuel Cen Balam:
“El maestro Antonio Ramírez Salinas explicaba que, si los jóvenes de la Zona Maya siguen sumidos en la miseria a falta de escuelas de alto nivel, podrían seguir dependiendo de las instituciones de gobierno o viviendo solo con migajas y dádivas. El Cuchillo había solicitado hace más de dos décadas un Campus Universitario de Provincia para poder establecerlo en la Cuenca de los Chunes. ‘Hoy como nunca antes, el futuro de los jóvenes mayas es incierto, no hay en el horizonte un proyecto gubernamental de largo alcance, los mayas viven en condiciones paupérrimas y en una inercia desgastante’”.[9]
Hoy el legado del profesor se deja ver no solo en las escuelas que luchó para que se abran en su pueblo adoptivo, como el Bachiller de Tihosuco, sino en sus discípulos que enarbolan su enseñanza libertaria, como Luis Mis Balam. Recientemente, los dignatarios mayas cercanos al general José Isabel Sulub, han visto con buenos ojos las intenciones de Mis Balam para contener por la presidencia municipal de Felipe Carrillo Puerto. Mis Balam no oculta su admiración por Sulub, aprende mucho escuchando las enseñanzas del General. Aunque no es el primer maya en acceder al congreso local, podríamos decir que sí es el que más ha sentido la enorme responsabilidad de estar en una tribuna donde se deciden buena parte de los destinos de su pueblo. Entró como suplente en la XV legislatura del Congreso de Punta Estrella, del controvertido “Chac Mex”, pero en febrero de 2019 renunció a más de 20 años al PRD (junto con Vicente Puc, funda el perredismo en Tihosuco en 1998), y hoy es uno de los principales críticos de su antiguo aliado. Para Mis Balam la sentencia de Aristóteles le queda a la perfección: “Amicus Plato, sed magis amica veritas”, era amigo de Chac Mex, pero es más amigo del pueblo y la justicia. Padre de tres hijos e hijo de ejidatario, su padre es de Tixcacalcupul y su madre de Tihosuco: ellos le inculcaron las cuestiones del campo, la milpa como un lugar sagrado, la cual ha trabajado desde sus primeros días y me señala que se siente arropado por la cultura maya. Cuando la izquierda era inexistente en Quintana Roo, en Tihosuco el grupo de Mis Balam hacía frente al autoritarismo priísta, “siempre peleamos en contra de ellos”. Me comenta: “En una política desde abajo, siempre hay que ser pacientes, pero, sobre todo, saber escuchar”. Seguidor de las enseñanzas, como muchos, del Che Guevara, el etno-desarrollo lo ve de esta forma: el gobierno municipal tiene que invertir en cosas prioritarias y necesarias para las comunidades, no malgastar los pocos recursos en superficialidades que generen algo turbio y corrupto”.
Una breve reseña de su paso por la XV legislatura local, nos dice que como presidente de la Comisión de Desarrollo Indígena, pugnó por una reforma en el congreso del estado para obligar a los once municipios a contar con un “instituto” y una comisión edilicia dedicada al “desarrollo de los pueblos indígenas”. En el 2019, Luis Mis Balam votó en contra de una Ley de Protección y Bienestar Animal, propuesta y avalada por diputados del Verde y demás partidos, que si bien es loable en la protección de los animales, al mismo tiempo, en algunos puntos, era lesiva de la cultura de los pueblos mayas. Mis Balam hizo foros en Carrillo Puerto y José María Morelos para escuchar a dignatarios y al pueblo maya, los más afectados. Contra estas propuestas para nada interculturales y signadas desde una violenta episteme conquistadora, Mis Balam defendió los “usos y costumbres” de las tradiciones de los pueblos mayas, como es la “corrida maya”. También, en su pasado por la XV legislatura, en el 2018 buscó insistentemente modificar la Ley de Movilidad del estado, para darles certeza jurídica a los mototaxistas del estado. Cuando se dio la Declaratoria de Tihosuco como Zona de Monumentos, Luis Mis Balam aplaudió con entusiasmo ese momento que se abría para su pueblo, ya que reforzaría un incipiente turismo cultural e histórico en esa región.
Hoy el alumno del profesor Ramírez Salinas sigue las enseñanzas de su maestro: ha decidido, me dice, participar en la justa política de 2021, desea enarbolar a la izquierda de Carrillo Puerto. En dado de ser candidato, sus propuestas son directas: me dice que descentraría los recursos para que lleguen sin intermediarios a las alcaldías, organizaría a los pueblos en las cuestiones más importantes, la soberanía alimentaria será eje que marque sus propuestas de reconstitución de la salud social frente a enfermedades pandémicas, y no solo irá por mayores medicamentos sino por un hospital de primer o segundo nivel, pues las enseñanzas que ha dejado el Covid-19 hacen forzoso la creación de un hospital de esa categoría para la zona maya. ¿A que les temen a los mayas?, se preguntaba el profesor Ramírez Salinas, ¿viven temerosos [los dzules] del resurgimiento de la invencible raza maya? Luis Mis escucha los tiempos, y me dice, “ya es hora”.
[1] Sámano Rentería, Miguel Ángel. 2005 “El proceso de transición a la democracia y el reconocimiento de la cultura y el derecho indígena en México”, en Carlos Humberto Durand Alcántara y José Manuel Teodoro Méndez coordinadores, Los pueblos indios hacia el nuevo milenio, Universidad Autónoma Chapingo, México.
[2] Sámano Rentería, Miguel Ángel 2005 “El proceso de transición a la democracia y el reconocimiento de la cultura y el derecho indígena en México”, en Carlos Humberto Durand Alcántara y José Manuel Teodoro Méndez coordinadores, Los pueblos indios hacia el nuevo milenio, Universidad Autónoma Chapingo, México, p. 53.
[3] Desde la nueva poesía y la nueva filosofía maya que escriben estudiantes de licenciatura, hasta las canciones de Santos Santiago y “El príncipe maya”.
[4] Aunque, como se lee en la larga entrevista de Antonio Higuera Bonfil a Estrella Pool, resulta que toda su formación académica y burocrática de Estrella Pool hasta su regreso en la década de 1970 a Quintana Roo, se realizó en el antiguo Distrito Federal. Sobre Estrella Pool, véase el artículo “Constituyentes de Quintana Roo. Pasado y presente”, de Antonio Higuera Bonfil. En Quintana Roo: cuatro décadas de vida independiente. UQROO, 2014, pp. 17-32. El trabajo es un largo relato de vida hecho por Estrella Pool.
[5] Los cuales, no por tener apellidos mayas escoraron sus actuaciones hacia una política intercultural y tendiendo a un mayor control de los destinos del pueblo maya.
[6] Santiago Pacheco Cruz. Geografía del Territorio de Quintana Roo. México. Sociedad Mexicana de Geografía y Estadística. 1958, pp. 220 y 222. El subrayado es nuestro.
[7] La antroponimia maya de los dos apellidos de Mis Balam es paradigmática del poder: recordemos que el jaguar, como nos lo ha enseñado María del Carmen Valverde, tenía referencias no solo al inframundo y a sus fuerzas, sino que era un símbolo del poder en la sociedad maya, de los gobernantes como sostenedores del universo. Cfr. María del Carmen Valverde Valdés. Balam. El jaguar a través de los tiempos y los espacios del universo maya. UNAM-IIF-Centro de Estudios Mayas. 2004.
[8] Comunicación personal de Luis Mis Balam. 11 de octubre de 2020.
[9] Manuel Cen Balam. 22 de junio de 2018.