Por Gilberto Avilez Tax
De 2016 a 2018, el que fuera candidato a la gubernatura de Quintana Roo abanderando a Morena, el actual senador José Luis Pech Várguez, “el Dr. Pech”, tuvo doble función de mando en ese instituto político: fue delegado estatal, además de presidente en funciones.
Desde que en 2015 Andrés Manuel López Obrador lo nombrara como “promotor de la soberanía popular”, las pugnas y los canibalismos internos que se han dado entre los morenos “fundadores” y sin pedigrí priísta, y los “infiltrados” como Pech Várguez y que traería a otros con su perfil cuando la puerta del 2018 se abrió, es materia corriente de cada año. Recordemos que el quien trajo a Chucho Pool y le dio la posibilidad de ganar un escaño en San Lázaro, fue el senador Pech, que en su momento también fue visto como un “infiltrado” de Morena, pero hoy reclama plena genealogía fundadora en ese partido.
En 2015, un viejo fundador de Morena, César Calderón, previó que algún día “los infiltrados”, los de escuela priísta tropical, se terminarían de apropiar de ese recién partido. Y tal parece que así ha sido desde esa fecha hasta tiempos recientes, en que dos o tres descalabros al hilo ha tenido el senador, que ha mermado el omnímodo poder que llegó a poseer manejando ese partido: el primer descalabro fue la derrota estrepitosa a la presidencia nacional de Morena, de su candidata, Yeidckol Polevnsky; el segundo descalabro se dio con la nueva dirigencia de Morena estatal, elegida el 15 de octubre y en el que no aparecen personeros del senador en las tres posiciones más importantes de mando, lo que desde agosto, en la primera intentona para elegir dirigencia, el senador Pech manifestó su absoluto rechazo alegando que la delegada federal de Morena en Quintana Roo, Liliana Castro Muñoz, procedía “de manera parcial para favorecer al grupo de la senadora Marybel Villegas, a la que le dio dos de las carteras más importantes de Morena”. El tercer descalabro, tal vez, es el afianzamiento para reelegirse de Laura Beristáin en Playa del Carmen, dejando fuera de la jugada al Senador.
A principios de noviembre de este año, el “Dr. Pech” señaló que eran impugnables los nombramientos recientes de la dirigencia estatal, lamentando que “gente ajena trate de dirigir” a Morena en Quintana Roo. Es decir, el Dr. Pech, que al principio fue una persona ajena al movimiento, se rasga las vestiduras por algo que él, un quinquenio atrás, había hecho lo mismo: dirigir a un partido al que había llegado desde sus años de ujier y mandarín del régimen caduco priísta. Los tiempos cambian, pero este presente no le convence para nada al senador.
En ese contexto, el día siete de diciembre, fecha en que se iba a hacer la entrega recepción del Comité Ejecutivo estatal de Morena, por medio de las redes de algunos miembros de ese partido en el estado, supimos que las oficinas estatales en Chetumal habían sido “tomadas” de forma “pacífica” desde la madrugada por un grupo de morenistas de “base” (65 personas aproximadamente), entre los que se encontraban Carlos Balán (recientemente cercano a Mara Lezama), Gerardo Solís (incondicional del senador Pech) y hasta el que fuera primer regidor de Morena en Chetumal, Laurentino Estrella Chan. Durante todo el día, ningún diputado federal, estatal o los senadores de ese partido, manifestó su posición ante la toma de las oficinas centrales de ese partido, que no lesiona, pero da una imagen de desgarriate y descontrol en su posición en las encuestas que los pone en primer lugar, de cara al 2021. Al final del día, una postura un tanto vaga de la presidenta estatal de ese partido, Anahí González Hernández (lezamista), manifestó que su presidencia impulsará el “diálogo y los consensos”, que “las puertas de la Presidencia y de todo el partido permanecen abiertas para todas las expresiones”, que garantiza la “libre manifestación” y celebrará los “acuerdos” necesarios.
Los manifestantes tomaron una casa que durante un año estuvo cerrada, y creo que hasta las llaves llevaban consigo. Fijaron por redes y después hasta por una conferencia de prensa mañanera, su pliego petitorio, “¡no negociable!”, que consiste en la salida inequívoca de la delegada federal Liliana Castro Muñoz, a la cual desconocían como tal, por supuestas prácticas de amiguismo, de influyentismo y “no tomar en cuenta a la militancia”, es decir, lo que campeó en tiempos del Senador. Y con dedicatoria a los ímpetus del poder de otra senadora, exigían la salida de Jorge Parra Moguel por no ser militante del partido y por ser de notoria mala fama. Exigían, además, a la dirigencia nacional, que el señor Carlos Alberto Evangelista (secretario del Combate a la Corrupción del Comité Ejecutivo Nacional de Morena) se abstenga de designar delegados o delegadas de Morena en Quintana Roo y que fueran las bases las que llevaran las riendas en el partido, algo que nunca hicieron en tiempos del Senador.
Y lo más magicorrealista de este pliego de exigencias autoritarias y antidemocráticas, es el hecho de que salía igual el espíritu yeidckolista y tal vez hasta la labor de zapa de estas no tan ingenuas y cándidas “bases” morenistas, para claramente desestabilizar no solo a Morena estatal sino a los candidatos que ese partido presente en las elecciones de 2021, que también son federales. Esta petición cuarta los transparenta en sus objetivos últimos y nos dan claves entre líneas de que existen fuerzas oscuras y conservadoras al interior de ese partido cuyo único motivo es contrarrestar una transición política de izquierda, al amenazar a la dirigencia nacional de Morena que si no atendía su pliego petitorio “de manera urgente, vamos a organizarnos miles de compañeros de todo el país para ir a tomar la sede nacional del partido y vamos a tomar todas las oficinas que sea en Quintana Roo del partido, incluidas las casas de campaña de quienes resulten candidatos a puestos de elección”.
Es decir, la amenaza velada es que detrás de este “performance” de la tomadura de pelo de la casa de Morena en Chetumal, está un asunto de poder oligárquico regional que no se restringe a las posiciones de mando y control del partido de dos Senadores que buscan de forma feroz el mejor lugar para sus proyectos personales; el problema tampoco estriba en que se tenga a una delegada reacia al diálogo y desconocedora de la realidad política de Quintana Roo;[1] el problema real es que hay serios indicios, de que el TUCOM (Todos Unidos Contra Morena) se ha originado desde las filas internas de ese partido, y que la toma de esa casa de Morena la han hecho los “tontos útiles” al servicio –consciente unos, inconscientes los demás- de la oligarquía tropical. Los infiltrados han llegado, se han colado hace bastante tiempo, se han enquistado y hablan de legitimidad fundadora para cantarle al cándido oído de algunos miembros de las bases que creen representar un papel justo y valedero sirviendo como los “tontos útiles” al servicio de los intereses de la oligarquía turistera, aunque no logran comprenderlo que ese es su triste papel que representan en este teatro del absurdo.
En menos de dos meses, hemos tenido muestras palpables de que la mega alianza PAN-PRI-PRD (TUCOM) se orquesta de cara al 2021 y hasta 2022 a nivel nacional y estatal. Y mientras que la oligarquía toma sus fotos en El Mar Caribe, asiste a fiestas de empresarios donde se generan proyectos de cara a elecciones venideras, o “el Senador” de Morena asiste a la presentación de un libro biográfico de un diplodoco del jurásico, en el que las casualidades, y menos en política, no existen y se topa con el otrora jefe de todos los priístas en el estado (González Canto); en Morena estatal el canibalismo, la antropofagia y la guerra de castas está a todo lo que da.
“La ‘toma’ de la oficina de morena en Chetumal, es una ‘tomada’ de pelo, los Yeidckolistas por medio del Senador Pech, se niegan a entregar el partido porque era su ‘caja chica’. Hay pruebas…Quieren reventar el partido desde ahora con miras a las elecciones del próximo año”, es la perspectiva del morenista Erick Sánchez Córdova, ante los sucesos tan lamentables para su partido, del día siete de diciembre.
Es como una comedia de Shakespeare escrita por un beodo. En el día de la entrega de las instalaciones, estos turiferarios a sueldo del conservadurismo de cierto sector morenista, no desean que la cloaca yeidckolista tropical salga a plena luz del día, es una estrategia aviesa y cansada del todo o nada, del yo y solo yo, de déjame a mí y nada más que a mí la decisión para las candidaturas de 2021 y 2022, o atente a las consecuencias. Es la política de la mafia, no hay otra forma de nombrarlo.
[1] Esto es una completa estupidez, porque las funciones de delegados estriban en que son correas de transmisión entre el CEN de Morena y los estados. La misma senadora Villegas Canché, es delegada en Campeche y no hay alboroto en esas tierras por ello.