Hace cosa de menos de un mes, si me hubieran preguntado hacia donde se escora la balanza política y las preferencias y deferencias del grueso del electorado quintanarroense rumbo a las elecciones del 6 de junio, sin duda hubiera contestado con esta frase que hoy me parece dudosa al extremo: ¡Morena va arrasar en todos los municipios y creo que hasta por fin puede ganar en las zonas más alejadas de la modernidad política como la ubérrima selva de los caciques de la zona maya, que ha resistido con fiereza los coletazos de cambio desde 2016!
Hoy, con la pocilga que vivimos el domingo pasado de candidaturas elegidas por supuestas encuestas que hasta hoy nadie ha visto, hay pie para la duda de un triunfo arrollador y seguro de Morena en el estado, con los enormes y profundos boquetes que se logran ver a lo largo de toda la geografía, donde una militancia de a pie, la de base, nuevamente fue sacrificada en sus esperanzas de cambio por decisiones “cupulares”, “en lo oscurito”, bajo la mesa, en los cañones de carretadas de marmaja, con los quistes de mafiosas verdolagas, o tocando puertas secundarias en Palacio Nacional y departiendo con los padrinos tabasqueños cercanísimos al Gran Elector, al Señor Presidente.
¿Resistirá la Marca Morena en el Caribe mexicano una elección estatal como la de este año, la cual comienza con manifestaciones, trifulcas, dimes y diretes, acusaciones de corruptos a Mario Delgado y a su delegado regional Oscar Cantón Zetina, mientras se registraban a los once que quedaron como candidatos a las presidencias municipales?
Y es que, la avalancha de cuestionamientos al fantasmal método de elección de candidatos a los once municipios, surgió porque los tufos a venta de candidaturas supuraban como cárcamo de estancadas aguas negras por todo el Caribe mexicano: Óscar Cantón Zetina, viejo zorro de la política más sucia del país, la tabasqueña, había supuestamente vendido al mejor postor las candidaturas municipales, avalado por el neoliberal y seguidor de sectas gringas, Mario Delgado, y con esto, decían los desafectos, se daba un golpe y vaharada de muerte a Morena Quintana Roo. Lo cierto es que, desde el domingo, la militancia de base de municipios como Othón P. Blanco, Tulum y hasta el José María Morelos de la selva maya, habían externado sus desacuerdos por las decisiones finales de los personajes que representarían al partido guinda. En las primeras horas posteriores al domingo 7 de marzo, la idea común que campeaba, era de que la credibilidad del partido estaba por los suelos, mientras los simpatizantes y miembros de base estaban que no los calentaba nadie. Durante esas primeras horas de saberse quiénes eran los candidatos, el desaliento a lo largo de toda la geografía estatal era evidente, en todos los municipios había malestar y sentimiento de haber sido vilmente traicionados, y las cúpulas de ese partido, así como los ganones con las candidaturas vía la marmaja, sacaban toda la hybris estúpida de triunfalismo y “unidad” (palabra cara, esta de la unidad a costa de cadáveres políticos y soberbias chabacanas, de una cultura priísta difícil de ocultar) pensando que esto no tendría efectos electorales alguno. ¿Es así? Mientras más pasan las horas, más me convenzo que los efectos electorales, colaterales, serán de grueso calado.
En el 2018, en la búsqueda de la Silla a como diera lugar, era entendible que el hoy presidente de la república hiciera pactos hasta con el diablo y pepenara candidatos –políticos profesionales, se diría en el argot de la realpolitik– del viejo régimen prianista: es así como en ese año llegaron al Senado Marybel Villegas, política multipartido y cercanísima en su momento con Roberto Borge; Chucho Pool, que luego “chaquetearía” y se pasaría al PRD, con su cuñada Mildred Ávila; o que se rescatara del fondo de un pasado político lopezportillista, a don Hernán Pastrana (q.e.p.d); o que se le diera la candidatura a la presidencia municipal de Playa del Carmen, a la perredista Laura Beristáin. Esto era entendible, el “hayga sido” de la pepena política lópez-obradorista era necesaria para el “asalto al palacio” del poder de los neoliberales, acariciado éste desde el lejano 2006.
En el 2019, apenas a un año de la toma del poder López-obradorista, también todavía era entendible que, en la esgrima del Congreso local, los diputados morenos –en su mayoría habían salido de las bases o los golpes de suerte de la tómbola- se aliaran con los del Verde y con el cacique Villatoro. Pero esta legislatura, con mayoría supuestamente de izquierda, ha sido el hazmerreír en la historia legislativa del estado, pues cuando no se pasaban peleándose el control de la Jugocopo o haciendo carantoñas al oficialismo, estaban en la más dormitante inactividad: una legislatura al cual se le exigió ser “cogobierno”, pero que nunca entendió el significado exacto de la división de poderes, y que en el proceso dieron cabida a polizones de derecha o flaquearon en sus ideologías de barniz y se parapetaron dándole la espalda a posiciones progresistas, cuando no apoyaron más que endeudamientos sobre endeudamientos. Recientemente, estos diputados locales por Morena festinaron la llegada a su bancada de la ex priísta Cristina Torres, y cuando Torres, para no variar, tabasqueña, se fue segura a competir con la Beristáin por la candidatura de Morena para el Ayuntamiento de Playa del Carmen, como focas amaestradas, aplaudieron y la llenaron de elogios a Cristina, tal vez por ser tabasqueña.
Pero, en el 2021, el año que es la antesala para la gubernatura, ¿a qué juega Morena Quintana Roo?, ¿a perder lo logrado, a dividirse aún más en sus guerras intra-tribales del trópico caníbal? Mucho de esto, por supuesto, tiene que ver con la llegada a la presidencia nacional de Mario Delgado: la “perredización” conservadora y “balcanizadora” está en camino en Morena, al menos en Quintana Roo eso es evidente. Pero también tiene que ver no sólo con un tabasqueño sino con los tabasqueños que han tomado decisiones erradas recientemente, en un claro afán de cerrarle el paso a políticas locales con las correas de trasmisión de grupos políticos que gobernaron hasta 2016 en el estado. ¿Acaso existe un “Grupo Tabasco” que vino a conquistar el Caribe mexicano, y que intenta llenar el vacío que dejaron los felixistas-borgistas, y que desde 2016 llenaron otros grupos locales, junto con poblanos y morelenses?
Lo cierto es que, como dijo el 18 de febrero de este año el analista José Luis Sierra, cuando el flamante Delegado del CEN de Morena en la Tercera Circunscripción Federal (incluye todo el sureste) para el proceso electoral 2021, Oscar Cantón Zetina presentó a la Senadora Verónica Camino Farjat como nueva integrante de Morena, generando la rabia de los morenistas yucatecos; tal parece que existe una especie de Grupo Tabasco queriendo controlar el país, y en especial el sureste con los tres proyectos neurálgicos como el Tren Maya, Refinería Dos Bocas y el Corredor Transístmico o Interoceánico:
“Pero, más allá de Morena y de sus pleitos internos, lo que nos debiera interesar e indignar a las y los yucatecos, es la manera infame, prepotente, como los tabasqueños se han erigido en amos y señores del sur y del sureste de México. No sólo controlan los 3 PROYECTOS ESTRATÉGICOS que la 4T realiza en la región sureña (la refinería de Dos Bocas; el Tren Transístmico; y el Tren Maya), los tabasqueños EJERCEN PODER HEGEMÓNICO sobre todas las decisiones que tengan qué ver con el sur, particularmente lo que concierne con el rumbo político. Deje usted que el gobernador de Chiapas sea el cuñado de Adán López, el gobernador de Tabasco y miembro del Club de Tobi del Presidente. La Secretaría del Bienestar y los programas sociales en todo el país, todos, están en manos de otro tabasqueño, Javier May. Ahora ungieron a Cantón Zetina como ‘delegado electoral para la 3a Circunscripción’, la que corresponde precisamente al sur de México. Y Cantón Zetina ya empezó a hacer su chamba, por más que nos duela a las y los yucatecos, empezando con los que se hallan inscritos en Morena y con los que tienen legítimas aspiraciones políticas”.[1]
Y las legítimas aspiraciones políticas de muchos miembros de base de Morena Quintana Roo, se fueron al tacho de basura con el Delegado Cantón Zetina, un tabasqueño que vino a podrir la 4T en Quintana Roo, y que, además de haber sido durante toda su vida político del PRI, cercano al “madracismo”, y los últimos años político del Verde que lo candidateó a la gubernatura en el 2018; es miembro de la familia y del Grupo Cantón, los dueños del periódico Tabasco Hoy que edita periódicos en otros estados y que recibe carretadas de dinero de la 4T. Es decir, el encargado de llevar a buen término las elecciones para Morena en todo el sureste, es alguien que comulga a la perfección con ese pragmatismo de elegir a los que pagan más y acostumbran actuar bajo los usos y costumbres políticas más rupestres y caciquiles, que pulverizan la democracia, una frágil planta que no acostumbra crecer en los pantanales donde abundan los reptiles.
Las decisiones para la elección de las candidaturas que hizo Cantón Zetina, llevaron a la Senadora Villegas Canché a rechazar las decisiones, a decir que se atropelló el proceso de selección interno, que no tuvo acceso a la “supuesta encuesta”, y que a Quintana Roo se usa para favorecer a la “mafia” verde. Lo mismo señalaron los chetumaleños, y similar parecer apuntó el que fuera aspirante a la candidatura de Morena a la presidencia de Tulum, David Filiberto Tah Balam: tanto Cantón Zetina y Mario Delgado, “sin recato político –apuntaba Tah Balam- convirtieron el proceso de selección en un sucio mercado al vender al mejor postor las candidaturas”, y esto hace que “difícilmente el partido podrá reponerse del desprestigio en que lo sumieron los mercaderes de la política del viejo régimen”.
Venta de cargos al por mayor, quién da más marmaja y quién autos de lujo, y tal parece que las marrullerías de los Yeidkolistas quedaron como chiquilladas de poca monta porque la Morena de Delgado ha apañado, depurado y quinta esencializado todos los vicios del PRIAN, y eso bien que lo sabe Marciano Dzul y sus cañonazos de 100 millones de pesos y lo saben los caciques de la selva maya.
En Quintana Roo, incrustados en la 4T(abasco), el poder del Grupo Tabasco no se restringe a los delegados que se envía, sino que ahí está, en la soñarrera, el “súper delegado” Arturo Abreu Marín; ahí está Jiménez Pons encargado del Tren Maya, y ahí está el “padrino tabasqueño” con derecho de picaporte al Gran Elector: Rafael Marín Mollinedo. Por cierto, Marín Mollinedo es primo del famoso “Nico”, el chofer millonario de AMLO cuando fue jefe de gobierno de la Ciudad de México. “Rafa Marín” ha dicho que está en Quintana Roo desde 1987, y que en 1990 fundó en Cancún la empresa Tabana Banana, la principal distribuidora de víveres en la Zona Hotelera de Cancún y la Riviera Maya. Ahora es el encargado del Corredor Transístmico donde se planea conectar en tren el Pacífico y el Golfo y activar una zona de diez parques industriales para el comercio mundial. Su primo, el Nico, pasa su vida regalada entre Tabasco y Yucatán, intentando crear un nuevo partido en la tierra del faisán y del venado –con la anuencia de AMLO, desde luego- llamado Movimiento Ambientalista Social por México, y ha reclutado a algunos grillos priístas como Jessica Saidén Quiroz, que recientemente se pasó a Morena, seguramente que con la facilidad dispuesta por el Nico. Su primo, el rey de la banana en el Caribe mexicano y actualmente funcionario de alto nivel en el país, aunque dice que se descarta para la política en el estado, se sabe a leguas que no es un hombre sin aspiraciones políticas, y que apadrina a varios que desde el domingo pasado están como candidatos por Morena.
Lo cierto es que, en 2021, con la anuencia del edén y de la Ciudad de México, se asiste a un dominio de priístas en el partido Morena en Quintana Roo. No sólo es Marciano Dzul, de quien se afirma que dobló la apuesta que le ponían, pues el cacique es multimillonario y tiene con qué hacer bailar al pochitoque y a los ojos saltones de Delgado; sino también es en Isla Mujeres con Fernando Bacelis Godoy (renunció al PRI el 15 de enero de este año) y seguramente que hasta con Juan Carrillo Soberanis en su búsqueda de una diputación federal; es también en Cozumel con la ex priísta Juanita Alonso Marrufo. Es con Mara y la Beristáin, no militantes morenistas; pero también es en Chetumal, donde todos ven como terrible imposición lo de Luis Gamero, delfín del peor presidente de Chetumal, Otoniel Segovia. Es tan burdo todo esto, que el mismísimo secretario general de Morena en Quintana Roo, Jorge Parra Alonso, en conflictos de intereses por lo que representa su esposa Villegas Canché, apuntó que el rechazo de los militantes de a pie morenistas a los candidatos que quedaron, era evidente en todos los municipios de Quintana Roo. La frase de renuncia al PRI que apenas el 26 de octubre del año pasado dijera el hoy flamante morenista Marciano Dzul Caamal, caracteriza este proceso de selección interna de Morena en Quintana Roo: tal parece que “solo se busca complacer a instancias cupulares y de poder sin tomar en cuenta el sentido de la base”.
Y si creen que esto no tendrá consecuencias electorales, se equivocan de punta a punta: Morena se fractura gravemente en todo el estado y ya no se ve, al menos desde Tierra de Chicle, como el rival a vencer.
[1] Facebook de José Luis Sierra. 18 de febrero de 2021.