Gilberto Avilez Tax
Hace unos días nos enteramos por distintos medios locales de Quintana Roo, tanto en redes sociales como en portales digitales, que el Ayuntamiento de Chetumal, en su afán de reescribir la historia según sus flacas luces, se había convertido en el hazmerreír peninsular por sacar a flote, a plena luz del día tropical, su ignorancia de la historia regional.
Resulta que un espíritu ignorante de la patria de Clío en el trópico nuestro, de nombre Jaime Valle Villaseñor, un personaje gris de una dirección no menos gris del despatarrado Ayuntamiento de Chetumal, la dirección de Patrimonio Municipal, había realizado errores garrafales al restituir unas placas informativas de héroes nacionales y regionales, en la Avenida de los Héroes de esa ciudad, que hace unos meses habían sido hurtadas por miembros de la imparable delincuencia que copa a la ciudad de los Curvatos.
Al parecer, en el afán de hacerlo todo según las exigencias, a trancas y barrancas, de la eficiencia y rapidez, pero sin la inteligencia de consultar fuentes confiables o al menos pedir ayuda de expertos de la historia regional de Quintana Roo (que los hay, ¡ejem!, ¡ejem!), en la restitución de las placas informativas se consultaron fuentes dudosas como Wikipedia, El rincón del Vago, entre otros andurriales infames de la blogósfera y el internet.
Hay que decirlo de una vez por todas: tenemos demasiada paja y basura que circula en el mundanal mundo de la internet, por eso tenemos que ser selectivos de los datos y la información con que trabajamos, y en materia de patrimonio histórico de los quintanarroenses, no podemos seguir tolerando este desconocimiento de la historia que nos ha querido inculcar una educación neoliberal desmemoriada, no podemos ser poco rigurosos del contenido y las fechas de esas historias de la inmediatez urbana –placas de monumentos, casas de la crónica, museos de la ciudad, folletos informativos-, que leerán los turistas cuando recorran las calles de Chetumal, o para moldear el espíritu cívico e histórico de los nuevos ciudadanos, otorgándoles, en vez de la adecuada información, contenidos y pasajes aviesos, inexactos e infames de la historia regional.
El Ayuntamiento, todos los ayuntamientos de Quintana Roo, si bien no están obligados a ser eruditos de la historia regional o la historia de las ciudades, pueblos y comarcas municipales que gobiernan y administran, sí están obligados a ser administraciones eficientes, haciendo uso o tendiendo puentes con los especialistas de Clío si se trata de llevar a la historia a la calle, como son las placas de monumentos o cosas similares.
Y es que las ya famosas placas de la desmemoria, no solo contenían errores de dedo, chapuzas de redacción, ortografías cavernarias y fechas inexactas, contenían infamias que primero causaron burla e irrisión, luego asombro y, posteriormente, franco enfado: ¿de qué diablos se trataba todo eso?, ¿quién era el responsable directo de escupir sus flemas trogloditas en la historia regional y defecar todo ese mierderío de forma tan descarada? Según esas placas, no el 5 sino el 8 de mayo de 1898 se funda Chetumal, según las placas de la desmemoria. Y que el apellido de Manuel Antonio Ay no era Ay, sino May; y siguiendo un esquema de burdo cronista, decía esa placa del imaginario Manuel Antonio May, que había nacido en 1817, que había muerto en 1847, y que apareció descarnado, como fantasma, como “pixan”, para guerrear en 1947 y constituir “un estado independiente de México”. En realidad, el verdadero Manuel Antonio Ay ni siquiera sabía que iba a ser mártir de una guerra que rebasaría todas las expectativas de las luchas entre las banderías políticas en el que se insertaron batabes indígenas de Yucatán durante la primera mitad del siglo XIX, y mucho menos entendía nada de “estados independientes de México”. Esas son estupideces de cronistas romantiqueros, mendaces y maniqueos.
Pero la gota que derramó el vaso de la impaciencia, fue sin duda el segundo apellido que no sé dónde diablos lo sacaron, del cacique de Tihosuco, Jacinto Pat: el espíritu verraco del titular de la dirección de Patrimonio Municipal de Chetumal, le puso un segundo apellido hispano, Jacinto Pat Aguilar, y lo hizo quintanarroense a la fuerza, al decir que había nacido en Tihosuco, “Quintana Roo”, con el evidente anacronismo que está demás explicar. En el transcurso de los días, dos veces me preguntaron cuál era el segundo apellido del caudillo de Tihosuco, Jacinto Pat, y por eso tuve que escribir este texto.
En toda la recopilación que he hecho de documentos de la Guerra de Castas y de textos secundarios al respecto desde hace más de una década, no me he topado con ningún apellido extraño como Aguilar entre los caudillos primeros, y puedo decir, sin sombra de duda, que no existe un registro que refiera un segundo apellido del caudillo de Tihosuco. Él firmaba como Jacinto Pat, así sin más, y sus contemporáneos lo conocían y se referían así del caudillo: Pat, patronímico maya que los filólogos yucatecólogos entenderán mejor si proviene directamente de los batabes prehispánicos o no. Lo mismo podemos decir para Cecilio Chi y para José María Barrera y para otros caudillos mayas.
Comentando al respecto, el Dr. Arturo Güémez Pineda, especialista en la cuestión agraria del siglo XIX en Yucatán,[1] me señaló que, al parecer, “los segundos apellidos eran exclusivos para la población no maya. En la documentación del siglo XIX -me refiero en especial a la primera mitad de ese siglo- solo se usaba uno, incluso esto aplicaba para las personas que tenían apellidos españoles pero que eran identificados como ‘indígenas’”.[2]
Solo he dado con una referencia sobre el segundo apellido de Crescencio Poot: Lira, y esto para facilitarle el trabajo a los borricos bípedos que idearon tan famosas, por tristes y ridículas, placas sacadas de la ignorancia más famélica.
Resulta cómico que el error evidente de zopencos, vulgares y grises burócratas de Chetumal, nos haga preguntarnos, ¿en verdad estamos divulgando como se debe la historia regional, la historia de la Guerra de Castas?
[1] Véase su voluminoso y erudito estudio del Dr. Arturo Güémez Pineda: Mayas, gobierno y tierras frente a la acometida liberal en Yucatán. 1812-1847, México, El Colegio de Michoacán-UADY coeditores.
[2] Arturo Güémez Pineda. Comunicación personal. 29 de octubre de 2020.