Francisco J. Rosado May
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Con la confirmación de Claudia en Morena, junto con Xóchitl en el FAM, México tiene la enorme posibilidad de tener una mujer en la Presidencia antes que Estados Unidos. Para nada es un tema menor.
La participación de un candidato hombre para la Presidencia, como independiente o de algún partido, no disminuye la probabilidad de que triunfe Xóchitl o Claudia. La competencia será entre mujeres y el contexto en que se desarrolle tendrá una influencia importante. La sociedad en su gran mayoría, incluyendo militantes de todos los partidos, esperamos que no haya una elección de estado como mucho se ha criticado en elecciones del pasado.
A partir del triunfo de una mujer en 2024 México tiene la gran oportunidad de un cambio en la forma de hacer política. Los sentimientos, experiencias y visión de una mujer son diferentes a los de un hombre; se crean condiciones para entender y atender en forma diferente los enormes retos locales, nacionales y globales que enfrentamos como país. Muchos esperamos que ese nuevo enfoque de género permita a nuestro país avanzar y cambiar en la dirección correcta en temas que nos tienen en el subdesarrollo, aunque, paradójicamente, con una economía formidable.
El país debe cambiar, el rumbo actual no es el adecuado. En el 2024 se renuevan 10,263 cargos públicos, como Presidencia, 128 senadores, 500 diputados, 9 gubernaturas, 31 congresos locales, 1580 ayuntamientos, 16 alcaldías y 24 juntas municipales. El perfil de las y los candidatos y el conjunto de propuestas y visión de futuro que presenten serán relevantes para guiar la precepción al momento de votar.
Si bien la economía está creciendo, no lo está haciendo en forma suficiente para las necesidades sociales del país. En la medida que la política sea de paternalismo, y con políticos sin buen nivel de preparación en posiciones de toma de decisiones, en esa medida se están abriendo más y más opciones para que el sector ganón sea el de la iniciativa privada. Sin escuelas y servicios de calidad, por ejemplo, en materia de salud, las personas que puedan huirán de los servicios estatales y acudirán a servicios particulares.
Hay temas de fondo también. La forma de selección de Claudia, especialmente por el posicionamiento de Ebrard, y de Xóchitl, deja enseñanzas que obligan a repensar la forma en cómo se elige a la persona que va a abanderar a un partido o coalición. Claramente no se logró el nivel de transparencia y ética que se buscaba en los procesos que condujeron a su elección. Esta situación no es nueva, otros países lo han enfrentado y han diseñado esquemas que podemos implementar exitosamente en México.
Uno de ellos es el de las primarias. El INE puede organizar esas elecciones primarias, en la misma fecha para todos los partidos y coaliciones, para que elijan a las personas que sean sus candidatos/as. Esto evitaría la interferencia de partidos como analizó Riva Palacio en El Financiero el 01-09-2023.
Otra es la segunda vuelta cuando no se alcanza un porcentaje de votos mayor al 50% en la elección. De hecho, en el Senado se discutió la semana pasada este tema para el caso de presidencia y gubernaturas.
Tanto la elección primaria como la segunda vuelta son opciones viables, pero demandan una reforma constitucional. No será fácil pero el tamaño del reto para lograr un mejor desarrollo, económico y social en México, lo vale. Junto con otros grandes cambios, una mujer comprometida con el país y no con líderes o partidos, podría demostrar que el enfoque de género es lo que le falta a México para desarrollar su enorme potencial y para atender adecuadamente los rezagos sociales en diferentes frentes.
La tercera opción es mucho más difícil, cambiar de régimen presidencial a uno parlamentario no tiene posibilidad por lo menos en decenas de años. Entonces, hay que reformar el sistema presidencial con las elecciones primarias y, en caso necesario, la segunda vuelta.
Es cuanto.