Por: Gilberto Avilez
El fin de la autonomía cruzoob
Cuando el general Rafael Melgar, a mediados del 30, llevó a cabo el otorgamiento de títulos de propiedad mediante la reforma agraria cardenista a los oficiales mayas, los de X-Cacal Guardia rehusaron tratar con el gobierno mexicano; por el contrario, señalaron a Villa Rojas que “Nosotros no necesitamos que nadie nos reparta tierras supuesto que todos estos montes son nuestros”.
Cuando Villa insistía en que se deslindaran las tierras de los cruzoob mediante un agrimensor, unas condiciones del teniente Sulub para cooperar con la pretendida reforma agraria de Melgar, disponían de una territorialidad autónoma y de autogobierno para los mayas, sin injerencia mexicana: “Dentro del territorio delimitado por Tihosuco, Tulum, la bahía de Ascensión y la laguna de Chichankanab habría: 1) gobierno autónomo maya; 2) servicio de guardia en X-Cacal Guardia realizado por todos los residentes de todos los pueblos; 3) una prohibición impidiendo que los forasteros recogieran chicle y ejercieran funciones de gobierno.”[1] Es decir, en esta propuesta de Sulub, una vez comprobado que los mexicanos se habían posicionado en Payo Obispo, había corrido la frontera territorial, y los límites autonómicos de los cruzoob ya no abarcarían la región meridional hasta Bacalar, sino que se concentraría en el centro de Quintana Roo, yendo de la Bahía de la Ascensión hasta la laguna de Chichancanab, y no dejando fuera el santuario de Tulum y el histórico Tihusoco.[2]
Otra propuesta, con algunas variantes en su formulación, pero con visos netamente territoriales donde sin duda también se pugnaba por el gobierno autónomo, fue la de Apolinario Itzá, secretario del capitán Cituk, quien con otros oficiales externó a Villa Rojas, en Tusik, sus deseos de que se hiciera la mensura de sus tierras, pero con la condición insalvable de que todo el territorio de X-Cacal Guardia y sus poblados sea una sola cesión indivisa; un, por decirlo de alguna manera, estado maya independiente: un territorio autónomo maya.[3]
El capitán Cituk, respondiendo a las dotaciones que el gobierno les hacía a sus propios dueños, decía: “Qué es un gobierno que le gusta decirnos que nosotros no tenemos tierra, la tierra fue hecha por el verdadero dios para el sustento. Lo que queremos [futuro] hacer, lo vamos a hacer, él [Gobierno] no lo va a saber. Nosotros, aquí nacimos, aquí vivimos, no nos gusta que venga a decirnos que a ellos les pertenece [la tierra]”.[4]
Lo que se buscaba, cuando se hizo la solicitud del ejido Xmaben el 23 de agosto de 1936, mismo que se concretaría en 1955, reducido en sus términos como fue pedido originariamente, fue una cesión indivisa que ocupase todo el territorio del grupo de XCacal, con el fin de contrarrestar la fuerza centrífuga del grupo, persiguiendo la cohesión social:
“Todos nosotros vecinos y nativos de Chunculché, Tusik, X-Cacal, Señor, Xmaben, Yaxkax, San José, Chacchan y Chanchen Laz, formamos una comunidad, que desde nuestros antepasados venimos viviendo tierras dentro de la Jurisdicción del territorio, y aunque los Gobiernos de la República no nos han molestado en lo más mínimo, esas mismas tierras son consideradas legalmente como de la propiedad de la Nación, por nuestra carencia de títulos, aunque el derecho de propiedad prácticamente ha sido adquirido.”[5]
En el estudio que hace Hostettler (2004:176,177) sobre el factor decisivo de la repartición de tierras en la zona, como catalizador para la integración de los hermanos separados al estado, es interesante el punto siguiente: “Allí [en Quintana Roo], el gobierno actuó como si fuera un territorio vacío, negando la existencia de la población maya y desconociendo la historia de ocupación de su territorio… El gobierno actuó dando ‘dotaciones’ de ejidos en lugar de ‘restituciones’, ignorando así a los derechos de los mayas y el hecho que en gran parte la resistencia de los mayas era motivada sobre todo por su lucha por la tierra”.[6] Es decir, el Estado mexicano posrevolucionario, mediante su control militar del Territorio engendrado por una guerra genocida de “conquista”,[7] siguió la vieja consigna racista porfiriana de poner por encima de todo su “soberanía territorial” en regiones indígenas –presentadas como zonas de ocupación, colonización y posicionamiento estatal- que fueron construidas por las seculares luchas de resistencia de los pueblos, y aquí podemos decir que la lucha de los mayas rebeldes fue una lucha icónica de resistencia.
Además de la lucha por una tierra que englobara a todas las comunidades del grupo de X-Cacal,[8] otras formas de resistencia se dieron entre los cruzoob. En varias cartas, cuenta Sullivan, los jefes mayas como el capitán Concepción Cituk, el teniente Evaristo Sulub, y el Nojoch Tata Pascual Barrera, hacían el pedimento de armas a Morley, como antiguamente a los británicos, para la defensa de su territorio, resquebrajándose agudamente en la década de 1920 y 1930 con la explotación del chicle y el posicionamiento del Estado mexicano en la zona. Posteriormente, cuando las vías estatales iniciaron la sistemática integración del pueblo de la Cruz Parlante a partir de la década de 1950 y 1960 por medio de carreteras (las de Peto y Valladolid, que comunican a Felipe Carrillo Puerto), préstamos, asistencias técnicas, escuelas, el establecimiento de una autoridad civil bajo leyes mexicanas (Sullivan, 1991: 190); y con el proyecto Cancún de la década de 1970, el fuerte impulso autonomista del pueblo de la Cruz, se fue constantemente minando mediante la integración, cooptación, arrinconamiento, segregación, en la toma de decisiones.
[1] Sullivan, Paul. 1991. Conversaciones inconclusas. Mayas y extranjeros entre dos guerras, México, editorial
Gedisa, p. 159.
[2] Esa laguna fronteriza con Yucatán, que actualmente queda en varios ejidos de pueblos del municipio de José María Morelos.
[3] Sullivan, Paul. 1991. Conversaciones inconclusas. Mayas y extranjeros entre dos guerras, México, editorial
Gedisa, p. 160.
[4] Hostettler, 2004, 189, nota 13.
[5] Sullivan, Paul. 1991. Conversaciones inconclusas. Mayas y extranjeros entre dos guerras, México, editorial
Gedisa, pp. 179-80. El subrayado es mío.
[6] Hostettler, 2004, p. 176-77.
[7] La que comandó Ignacio Bravo. Al respecto, véase el trabajo interesante de Alejandra Badillo Sánchez. 2019. Rumbo al corazón de tierra macehual. La “campaña militar de Yucatán contra los mayas” 1899-1904. CIESAS, Mérida. Tesis doctoral en Historia.
[8] Sobre el grupo maya de X-Cacal Guardia, no está demás citar el trabajo fundador de don Alfonso Villa Rojas, Los elegidos de Dios….