Redacción/NOTICARIBE PENINSULAR
KABUL – Hombres con fusiles Kalashnikov recorrían el lunes las calles de Kabul a pie, en motocicletas o en vehículos de seguridad en una muestra de que los insurgentes del Talibán solidificaban su dominio en la capital de Afganistán.
Todos parecían haber reemplazado a la policía y las fuerzas de seguridad afganas, cuyos miembros apenas eran visibles. Había talibanes armados en el portón del complejo donde estaba la Embajada de Estados Unidos, totalmente evacuada, y también custodiaban el exterior de la casa de Abdullah Abdullah, el director del Alto Consejo para la Reconciliación Nacional.
En los puntos de control anteriormente dotados por las fuerzas afganas, hombres de largas barbas vestidos de las túnicas locales shalwar kameez y AK-47, observaban dentro de los vehículos y preguntaban a los conductores adónde iban, a veces con una sonrisa y una mano en el pecho en un gesto de respeto.
En una calle en que había un congestionamiento, dos talibanes salieron de su vehículo para ayudar en una discusión por un choque de menor cuantía.
Los líderes del Talibán anunciaron que el grupo había entrado en la ciudad solo para mantener la paz y prevenir saqueos, mientras emergían reportes de que la policía y las fuerzas de seguridad abandonaban sus puestos.
“El Emirato Islámico ordenó a los muyahidines y lo ha reiterado que a nadie le está permitido entrar en casas de otros sin permiso”, dijo el portavoz del Talibán Suhail Shaheen en Twitter. “La vida, la propiedad y el honor no deben mancillarse, sino que deben ser protegidos por los muyahidines”.
Aun así, muchos dijeron a la Voz de América que preferían quedarse en sus casas hasta que la situación se aclare. Casi todas las tiendas, las oficinas y los bancos permanecieron cerrados el lunes. El tráfico era ligero en una ciudad famosa por los congestionamientos, a excepción del aeropuerto, donde el equipo de la VOA fue testigo de escenas de confusión.
Miles de personas se congregaron allí, y las multitudes a veces avanzaban y otras se replegaban cuando miembros del Talibán, tratando de controlar el perímetro del aeropuerto, los hacían retroceder con largos bastones. También se escucharon disparos esporádicos hechos al aire.
El frenesí en el aeropuerto y la premura por salir de Afganistán era un indicador de la ansiedad de las personas sobre la vida bajo el Talibán. Otro fue un cambio en la vestimenta. A la mayoría de los hombres se les veía en shalwar kameez y los jeans y las camisetas, algo común hasta hace una semana, habían desaparecido.
El otro gran cambio en el mismo período fue la presencia de mujeres. En un día normal en Kabul, muchas mujeres andaban en las calles vestidas de jeans, largas túnicas con velo o con las burqas completas.
No más. El pequeño grupo de mujeres en las calles iban totalmente cubiertas y con mascarillas de protección contra el coronavirus.
Aunque el Talibán ha prometido que no habrá violencia contra nadie, los ciudadanos de Kabul están tomando la promesa con cautela, por si acaso.
Con información de La Voz de América