El poeta no necesitaba ninguna madrina omnipoderosa como la que, al final, tal vez sin querer, la obtuvo sin pedir carta credencial alguna. El poeta tenía y tiene una sólida carrera de literato en lengua maya reconocido a nivel nacional e internacional, conoce todas las tradiciones literarias en castellano, es un magnífico versificador del haikú en maya, y podemos considerarlo como uno de los poetas señeros de la literatura que se practica en Quintana Roo, un estado donde la vulgaridad y la chabacanería literaria es el pan de cada día.
Es decir, el poeta por sí solo haría honor a la medalla Cecilio Chi por su contribución a la preservación de la memoria y el patrimonio cultural del pueblo maya, ya que es considerado, tanto por tirios y troyanos, como un defensor de la cultura maya mediante la escritura poética que no le pide al estado regional reconocimiento alguno. Recientemente, en 2023, Wildernain Villegas Carrillo, tal es el nombre del poeta, junto con el poeta maya Donny Limberth Brito May, fueron los directores de la traducción a la lengua maya de la Nueva Historia Mínima de México del Colegio de México, que se dio a la estampa con la lengua materna de don Cecilio Chi. La medalla Cecilio Chi, este 2024, hubiera tenido a un idóneo recipiendario con su nombre y apellido, de no haber estado de por medio un pequeño detalle que no podemos pasar por alto en esta columna.
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Y ese detalle se dio a principios de diciembre del año pasado, en el 25 Fandango por la lectura efectuado en el Fuerte de Bacalar, cuando la esposa del presidente de la república, la señora Beatriz Gutiérrez Müller, escuchó los poemas de varios poetas quintanarroenses, entre los que se encontraban el poeta en lengua maya Wildernain Villegas Carrillo, quien le dio en regalo su libro El Canto de la Estirpe, con que se agenció el premio Nezahualcóyotl, en el lejano año de 2008. La cuestión no quedó ahí, pues el 8 de enero de 2024, la señora Gutiérrez Müller ponderó ese libro como una obra de obligada lectura para todos. Por supuesto, y volvemos a repetir: nunca demeritaremos la obra del poeta de Naranjal, pero este reconocimiento de la medalla 2024, argüimos, está signado por ese pequeño detalle que nadie puede pasar por alto, cuando el poeta maya se topa con la que actualmente es considerada como la mecenas incuestionable de la cultura oficial en este primer sexenio de la cuatrotezca.
Y nos cuestionamos, ¿decidió este año la medalla Cecilio Chi la señora Gutiérrez Müller, que otorga el gobierno de Quintana Roo, “para reconocer a los ciudadanos, agrupaciones sociales e instituciones sociales y privadas que se hayan destacado tanto en el ámbito local, nacional e internacional, por su contribución a la preservación de la etnia maya de Quintana Roo, al fomento y promoción de su cultura y al mejoramiento de sus condiciones de vida, desde el campo social, científico, económico y político, o en cualquier otra actividad cuya finalidad sea la preservación de la identidad y el patrimonio cultural de la etnia maya en todas sus expresiones…”? (Decreto número 296 de la XII legislatura del Estado de Quintana Roo).
No podemos responder a este cuestionamiento que nos hacemos, de un modo indubitable. Insistimos: Villegas Carrillo, del cual conocemos de sobra su trabajo literario y poético en lengua maya, está por encima de cualquier premio estatal que ha sido tergiversado, deformado y prostituido por los gobiernos regionales, como lo es la Medalla Cecilio Chi, si entendemos que su nombre, Medalla Cecilio Chi, representa a lo más radical de la lucha campesina indígena que en 1847 se levantó en armas. En realidad, y nos fastidia decirlo, es una medalla con que el poder regional salva la cuestión indígena de una forma indigenista y xcaretizadora, omitiendo a los seculares derechos indígenas tan vapuleados y difuminados por el poder regional. Una medalla que no significa nada, un pinche latón que don Cecilio, si regresara, tiraría a la basura.