Los sindicatos de taxistas son una herencia del viejo PRI, que subsiste, persiste y, al parecer, permanecerá por largo trecho.
Desde que Quintana Roo es un estado “libre y soberano”, el servicio de taxis cuenta con tres características básicas: son concesiones otorgadas por el Gobierno del estado, están organizados por sindicatos y, en sus inicios, formaban parte orgánica y corporativa del PRI.
Son sindicatos raros pues no representa a los trabajadores, sino a los concesionarios, muchos de los cuales, exfuncionarios públicos. De hecho, las concesiones eran otorgadas como premio o una especie de “Afore” a servidores públicos afines al gobernador saliente.
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Los sindicatos de taxistas se convirtieron, al mismo tiempo, en instrumentos electorales del PRI. Muchos de sus dirigentes terminaron como regidores o diputados dentro del reparto del poder corporativo del priismo.
Obvio que estas formas provocaron el disgusto de los choferes y socios. El enojo de los operadores no concesionarios radicaba en que pasaban años ante un volante esperando una concesión. También había descontento entre los asociados por los malos manejos de sus líderes. Inclusive, destacan casos de sindicatos que poco a poco fueron perdiendo su patrimonio debido a la corrupción de sus dirigentes.
Con la llegada de la alternancia, poco o nada ha cambiado en los sindicatos de taxistas. Ni con el “cambio” ni con la transformación ha habido alteraciones significativas en la relación del Gobierno del estado con los taxistas.
Prácticamente, la única “alteración” fue propiciada por las plataformas digitales, pero derivaba de presiones legales en las instancias federales y por circunstancias globales.
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Sin embargo, las cosas siguen casi como al principio; todo sigue el mismo derrotero. La 4T puso como diputados a Erika Castillo y Rubén Carrillo, líderes del Sindicato de Taxistas “Andrés Quintana Roo”. Aunque “El Profe tuvo que dejar el cargo, según la versión oficial, por presiones de la disidencia.
Quintana Roo lleva ocho años de gobierno de alternancia: seis del PAN-PRD y dos de Morena-PVEM, pero los sindicatos de taxistas mantienen su solera priista. En otros estados, con la alternancia, se revolucionó el sistema de taxis; sin embargo, en Quintana Roo, todo sigue original, o casi igual.