Una cosa es una cosa y otra cosa es otra cosa, diría el clásico.
Tras romper con el PRI, la diputada local, Judith Rodríguez, denunció ser víctima de violencia política de género y se dijo sorprendida por los ataques recibidos de ex compañeros de partido, empezando por la presidenta estatal, Candy Ayuso.
Esta defensa la hizo en la tribuna del Congreso del estado.
Hasta ahora, no se habia escuchado, Judith saliera en la defensa de algún quintanarroense, víctima de algún abuso y menos en el recinto legislativo. Usó la llamada “máxima tribuna” del estado para problemas suyos, casi personales.
Además, no deja de sorprender que se enoje que la cuestionen por romper con el PRI, partido por la que la vía plurinominal ha sido dos veces diputada local, entre otros privilegios que obtuvo por haber sido parte de la exaplanadora.
¿Qué esperaba? ¿Que le hicieran una fiesta de despedida? ¿Que los priistas irrumpieran en llanto? ¿Que le llevaran mariachis? ¿Que le ofrecieran disculpas porque el PRI de ahora no la merece?
Lo que sí es cierto es que la diputada Rodríguez representa el viejo PRI que hundió al PRI en 2016 y que fue rematado en 2018 y 2019.
Y, por cierto, fue del grupo de diputadas y diputados que aprobaron el famoso paquete de impunidad de Roberto Borge.