Lo ocurrido con el tabasqueño Raúl Bermúdez Arreola, pinta de cuerpo entero la forma en la que un mal servidor público puede sostenerse desde la sombra de -como diría el clásico- los “machuchones”.
El ahora ex Vizconde la Zona Hotelera forma parte de un grupo de funcionarios tabasqueños con responsabilidades directas en Quintana Roo, sostenidos desde Palacio Nacional.
Este selecto grupo lo integran Rafael Marín, director general de Corredor Interoceánico del Istmo de Tehuantepec (CIIT) y líder moral de Morena en Quintana Roo; el superdelegado, Arturo Abreu; el director general de Fonatur, Rogelio Jiménez Pons, y Bermúdez.
El ahora ex delegado de Fonatur hizo y deshizo en la zona hotelera, pero nadie se atrevió contradecirlo. Hay señalamientos de que la glorieta de Puerto Cancún en el bulevar Kukulcán fue construida sin permisos ambientales y/o urbanos.
Pero, Bermúdez hizo de las suyas.
Tuvo que haber un escándalo nacional, para que le “dieran aire”.
Pero, desde hace mucho, el ahora ex Vizconde la Zona Hotelera era insostenible, casi repudiado.
Hoy ya es historia