Lo “normal” es que en cualquier lugar más o menos democrático, cuando algún funcionario o candidato es señalado de corrupción, se separe del cargo.
Pero, este aforismo de mínima decencia política, no suele aplicar en México y muchos menos en Quintana Roo.
El líder estatal del PVEM, Pablo Bustamante, se ha vuelto insostenible como candidato a síndico.
Ya está en la subcategoría de los imprestables y su “asunto” ya rebota en los “foros” a los que van los candidatos.
Y es que no es posible que alguien que aspira ser síndico y vigilar los “dineros” del municipio” sea parte de una red bien organizada que se apropia impunemente de inmuebles, bajo la protección del emblema del PVEM.
Pero, el líder estatal del PVEM se ha consolidado como un “caradura”. Lejos de hacerse un lado, Pablito hasta hace campaña por su lado.
Hasta pareciera, que se prepara para, a mediado plazo, ser presidente municipal.
Hasta el infinito y más allá.