No hace mucho, el presidente del Tribunal Superior de Justicia (TSJ), Antonio León, fue a comer “pib” a la Casa del Gobierno, con el gobernador Carlos Joaquín, y acompañado de funcionarios y amigos cercanos al Mandatario estatal.
Si la forma es fondo, como diría el clásico, Antonio León es cerca al gobernador.
Quizá, por eso, el gobernador no tuvo ningún empacho de que sus tres candidatos para ocupar una silla en el TSJ no tiene carrera judicial.
Pero, además no cumplirían los requisitos que establece la Constitución estatal, la cual obliga a los nuevos magistrados no haber estado en cargo en el gobierno por lo menos un año antes.
Pero, además, de paso, el Gobernador se sirve del Poder Judicial para sus amarres sucesorios y los acuerdos PAN-Morena.
Alguna vez el Gobernador ofreció que no se entrometería en los poderes Legislativo y Judiar.
Ya pasó por encima del Legislativo y ahora sigue el Judicial.