“Porque todo este Estado me pertenece”: importantes documentos del Territorio de Quintana Roo. La carta de Florentino Cituk a Salvador Alvarado en 1915
Gilberto Avilez Tax
En las revisiones de documentos del Territorio de Quintana Roo, di con una carta de 1915 del quien era en ese momento General en Jefe de los mayas cruzoob, Florentino Quituk. Esa carta tenía como destinatario al Gobernador Constitucionalista de Yucatán, el divisionario Salvador Alvarado Rubio, que en marzo de ese año había arribado al estado de Yucatán para instaurar plenamente la Revolución en la otrora tierra de los barones del henequén.
En agosto de 1915, los Constitucionalistas habían devuelto la capital de los mayas rebeldes, “No Cah Santa Cruz” (el gran pueblo de Santa Cruz), a sus dueños originarios, que desde principios del siglo XX, con la entrada de los batallones de Bravo al viejo santuario rebelde, se habían convertido en casi extranjeros en su misma tierra. El encargado de otorgar Santa Cruz a los mayas, fue el coronel constitucionalista, Isaías Zamarripa.[1]
Zamarripa había hecho saber al General Alvarado sobre la entrega de Santa Cruz al general maya Florentino Quituk, y que se preparaba una Comisión de indios mayas para ir a visitar al sonorense, tomando el tren en Peto.386 La entrega de Santa Cruz a los mayas por parte de los soldados constitucionalistas, se dio el 11 de agosto de 1915. En la mítica Noh Cah Santa Cruz Xbalam Ná, otrora santuario de los mayas rebeldes de Yucatán, Zamarripa, a nombre del Gobierno Constitucionalista, hizo entrega solemne de Santa Cruz a Florentino Quituk y a su ejército de 1,000 soldados macehuales, “acto que conmovió a los indios, quienes dijeron que después de quince años de ausencia volvían a ocupar su ciudad”. Los pareceres de Zamarripa eran optimistas, y se lo hizo saber a Alvarado:
“Creo que la actitud de Quituck es sincera, pudiendo decirse que se ha realizado la pacificación de los mayas. Yo les expliqué los fines de la Revolución y están de acuerdo con ellos. Me ofrecen que harán el comercio por Vigía Chico, Xcalak, Payo Obispo y Peto…Desean ir a verlo a Ud. y para el efecto les indiqué que pueden nombrar una Comisión que vaya por Peto, de donde se les facilitará vías de Comunicación hasta llegar con Ud.”.[2]
El viaje de la comisión se llevó a efecto un mes casi después de la entrega formal de Santa Cruz, pero de los prolegómenos del encuentro de los cruzoob con el gobernador constitucionalista de Yucatán (que no sería la primera vez que cabildeen con un gobernador, pues harían lo mismo con los gobernadores del Territorio y con el mismo Felipe Carrillo Puerto), existe un documento que el mismo diario oficial alvaradista, La Voz de la Revolución, dio a conocer el 10 de septiembre de 1915. Para esas fechas, el director de La Voz de la Revolución, era el poeta y escritor Ricardo Mimenza Castillo, un erudito conocedor de la historia de Yucatán. No me cabe la menor duda de que fue Mimenza Castillo el que comentó la carta de Quituk al General Alvarado.
El documento está firmado el 25 de agosto de 1915 y fue enviado al Gobernador de Yucatán por el Coronel Constitucionalista Carlos Plank, que estuvo en el Territorio de julio de 1915 a septiembre de 1916.[3] En sí, como bien comentaba Mimenza Castillo, dicho documento tenía un sinfín de filones interpretativos para alguien que conocía los vericuetos de la historia peninsular:
“A cuántos y cuántos comentarios se presta el viviente comunicado del Gral. Maya Quituk. Qué vergüenza para nuestra calidad de hombres y para nuestra entonces decantada cultura, haber hostilizado al indio, nuestro hermano de raza, nuestra propia raza, cuando a poco que lo tratamos como un ser racional, nos está gritando significativamente y con voces que hacen trepidar los cimientos de la historia, que la verdad se abre paso al través de las tupidas mallas de apreciaciones imbéciles sobre la actitud defensiva de una raza triste y calumniada por la barbarie de una civilización,[4] que no ha sabido dignificarla, siendo como es, acreedora a un resurgimiento glorioso y firme”.
Sin duda, para Mimenza Castillo, y para el nuevo tiempo que auguraba la Revolución en Yucatán respecto a la relación del gobierno con los mayas, era diametralmente opuesta a lo que de estos últimos escribían, pensaban y opinaban tantos historiadores y políticos racistas del siglo XIX cuando se hablaba de Santa Cruz: “Hasta hace poco se llamó rebeldes a esos hombres que con tanta fiereza han defendido sus derechos”, acotaba Mimenza. En un ensayo ya clásico, que aparece en su ameno libro A la sombra de mi ceiba,[5] el fino escritor don Antonio Médiz Bolio manifestaba el mismo parecer temprano de Mimenza, al recalcar el cambio de sensibilidad e inteligencia que la Revolución modificó respecto al alzamiento de los mayas del 30 de julio de 1847: con la Revolución mexicana, y más en tiempos de Carrillo Puerto y los años posteriores, ya no se ponderaría a la Guerra de Castas como si se tratara de una “criminal e “inhumana” rebelión de los mayas, sino que:
“Ya la tremenda conflagración de la guerra de castas se comienza a contemplar como un fenómeno social de caracteres tan vivos y tan fuertes que encierra enseñanzas de altura para la composición de nuestras sociedades mestizas y para el estudio de nuestros pueblos americanos, en progresiva formación corporal y en ardiente gestación espiritual, y todavía con la brumosa inquietud de la justicia no alcanzada y con la irritación febril de la vida no redimida”.[6]
La carta de Quituk es un reclamo digno y de derechos de los cruzoob por el territorio que reconquistaron en los largos años de la Guerra de Castas, pero hay que establecer un punto: la entrega de Santa Cruz a los mayas fue a medias, porque se les entregaba solo esa ciudad, y mientras tanto, Payo Obispo, como un punto de dominio en la desembocadura del Hondo por parte del estado mexicano, se fomentaba. Cituk, Tatich de Chumpón, visto como un profeta además de General, fue preciso en sus términos al representante de los revolucionarios en la Península. Creo que, en las celebraciones del 120 aniversario del Territorio de Quintana Roo, habría que recordar sus palabras: antes de este Territorio de Quintana Roo que fue dirigido desde el centro de México y luego pasó a ser gobernado como entidad soberana por las oligarquías regionales que medrarían a lo largo del siglo XX, ya había un territorio indígena, ese que el General Quituk reclamaba para sí. A continuación, transcribo fragmentos del documento periodístico:
La Voz de la Revolución. Mérida, Yucatán, México, viernes 10 de septiembre de 1915.
Interesante y hermoso comunicado que el General Maya Florentino Quituk dirige al C. Gobernador del Estado.
Una comisión de indios enviada por dicho Jefe Maya, dirá al Gobierno de la Revolución dignamente representada en este Estado por el Gral. Alvarado, las ansias de civilización y el espíritu de solidaridad de una raza triste y calumniada.
De Payo Obispo, el día 7 de Septiembre de 1915, a Mérida. Sr. General Alvarado. Urgente.
Hónrome trascribir a usted traducción carta que indios de Santa Cruz dirigen a usted por conducto Comandante Militar de Vigía, la que original recibirá de manos Capitán Granados que conduce en “Holboxeña” tropa marcha a su disposición y comisión indios van a ver a usted.
Inicio de la Carta del General Florentino Quituk
“Nohcah, Santa Cruz, 25 agosto en el año de 1915.- Saludes para usted y todos los Jefes de la libertad.
Mi muy apreciado y estimado amigo Dios quiera al recibo de esta carta se halle gozando de completa salud.
Sr. Gobernador don Salvador Alvarado que yo soy el General señor don Florentino Quituk pues yo lo agradezco que usted me entregó el pueblo de Santa Cruz, pues yo deseo que me dé usted las armas buenas para que yo cuide mi pueblo porque yo sé que quieren venir los enemigos a contra de mí porque quieren quitarme mi tierra a mí. Dese la libertad para usted y para mí; para toda la gente porque hay muchos pobres en el mundo.
Muchas cosas me han hecho los enemigos a mí y a mí gente y familia y chiquitos y mi maíz y mis ganados y mis cochinos y mis gallinas y mis casas y todo lo que yo tengo lo echaron a perder y por eso yo mando la Comisión para que se lo diga a usted y usted lo sepa la verdad que yo soy un hombre yo no quiero sea malo, porque yo sé que hay un solo Dios verdadero en el mundo.
Porque el pueblo de Santa Cruz es mío y Bacalar y Sabán y todo alrededor del pueblo de Santa Cruz ya que se quite el alambre y los cantones que ha puesto los enemigos. Yo quiero la libertad y quiero sea barato todas las cosas, ropa y pólvora y fusiles y cápsulas y pimienta y jabón y anís en grano y todos los efectos, porque yo no debo a nadie ninguna persona, yo quiero ninguna traición, dios quiere que sea la libertad porque yo sé la buena amistad que nadie me perjudique en ninguna parte porque todo este Estado es mío.
Yo no quiero que nadie me mande con mi gente está muy bien y no quiero a los malos mexicanos y por eso mando la Comisión para que lo cuente…todo lo que me hizo todos los federales a mí en mi pueblo y por eso Sr. dese q. me dé Ud., toda clase de música y cornetas para que se alegre el pueblo de Santa Cruz y las herramientas de carpinteros y herreros y zapateros y todas las cosas tengo mucha gente y saben todos los oficios todo esto lo necesito y pizarra y cartillas[7] todas las cosas fusiles y municiones, todo esto lo echó a perder lo que me hizo los enemigos a mí aquí en mi tierra pues saludes para usted y todos los Jefes de usted señor Gobernador señor Salvador don Alvarado saludos señores con su gente.
Yo soy general señor don Florentino Quituk, yo mando la Comisión. Salúdolo respetuosamente.
[1] Zamarripa sería de ingrata memoria años después, para la instauración del socialismo en Yucatán. Cfr. mi texto: “Del Zamarripazo: apuntes para una explicación no hagiográfica del socialismo en Yucatán”, en https://gilbertoavilez.blogspot.com/2014/08/del-zamarripazo-apuntes-para-una.html
[2] “Es un hecho la pacificación completa de los indios mayas…Vigía Chico, 12 de agosto de 1915”. La Voz de la Revolución, 27 de agosto de 1915.
[3] Plank nació en Baroyeca Sonora en 1876, y murió en su misma tierra natal el 7 de septiembre de 1927. Militó en el Antirreeleccionismo, y en 1911 fue diputado local. Militó como mayor con Elías Calles en 1914, y después con Obregón combatió a los villistas. Después de las campañas en Sonora, Plank operó en el sureste del país bajo las órdenes del general Salvador Alvarado. Fue Plank quien aprehendió al gobernador de Quintana Roo, Arturo Garcilazo.
[4] Mimenza Castillo se refería, por supuesto, a la “civilización yucateca”.
[5] Los textos de A la sombra de mi ceiba, fueron escritos durante la primera mitad del siglo XIX. La recopilación de ellos los hizo Mediz Bolio entre 1948 y 1953, en forma de libro. Utilizo la edición de 1987 de Editorial Dante.
[6] Mediz Bolio, A la sombra de mi ceiba. Editorial Dante. 1987, p. 168.
[7] Pizarras y cartillas para la educación de los hijos de los cruzoob.