Francisco J. Rosado May
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El gobierno de Quintana Roo estableció el 14 de marzo, 2022, como la fecha de retorno a clases presenciales en el estado con el 100% de aforo. Recordemos que fue el 20 de marzo de 2020 cuando inició la pandemia del COVID-19.
Durante estos casi 2 años de pandemia, el proceso de enseñanza-aprendizaje tuvo enormes retos, para estudiantes, profesores y las familias. El sistema educativo tuvo variantes que se pueden clasificar en tres momentos. El primer momento fue la encerrona total, sin clases, del 20 de marzo hasta el inicio del segundo semestre de 2020. El segundo se puede caracterizar como educación a distancia, sin contacto presencial, de agosto/septiembre 2020 a mayo/junio 2021. El tercero se caracterizó por ser mixto, mezclando clases a distancia con actividades presenciales reguladas, de agosto/septiembre 2021 hasta el 12 de marzo 2022. A partir del 14 de marzo se establece un cuarto momento, el del 100% de aforo total para actividades presenciales.
Una revisión de la literatura que reporta investigaciones sobre el efecto de la pandemia en el proceso de enseñanza-aprendizaje, tanto en México como en otros países, permite encontrar elementos que deben guiar el diseño de la estrategia de atención al rezago educativo causado por la pandemia. Entre los más conspicuos están los siguientes.
En una encuesta a nivel mundial, publicado en 2020, la Asociación Internacional de Universidades reportó que dos tercios de las respuestas señaló que la educación a distancia requería pedagogía, equipamiento, conectividad y entrenamiento de aprendizaje para esa modalidad, que no fueron implementados en sus escuelas. La OCDE, en el mismo año, señaló que cada estudiante y cada profesor/a enfrentó el proceso de enseñanza aprendizaje durante la pandemia, prácticamente solo/a, no lo hizo en el contexto de un plan de contingencia diseñado exprofeso por el sistema educativo. Obviamente, bajo estas condiciones no es de extrañar que las investigaciones también demostraron que los estudiantes con las mayores carencias económicas tuvieron el mayor impacto negativo en su formación académica. Adicionalmente los estudiantes con esas características socioeconómicas también tuvieron las mayores dificultades para adaptarse a la enseñanza en el espacio cibernético. Si ánimo de echar mas leña al fuego, también hay investigaciones que muestran que los estudiantes del sector socioeconómico más vulnerable desarrollaron mucho más ansiedad y stress durante la pandemia y fueron los que principalmente abandonaron sus estudios u obtuvieron las calificaciones más bajas.
Un elemento que es transversal e independiente del estatus socioeconómico de los estudiantes es que la inmensa mayoría tiene ya un rezago educativo con respecto al nivel que debería tener en un sistema presencial.
Si de por si las zonas marginadas, estudiantes con dificultades socioeconómicas no tienen educación de calidad, tal y como han demostrado las evaluaciones internacionales, con la pandemia la brecha se ha ampliado.
Con base en lo anterior, de lo cual cada familia y sus integrantes somos testigos, vale la pena preguntar ¿Qué estrategia ha diseñado el estado para atender el rezago educativo causado por la pandemia? ¿Qué estrategia diferente se ha diseñado para combatir la pobreza?
La necesidad de respuesta es obvia y urgente, especialmente en tiempos políticos, esperando que no llegue otra ola, por lo que es indispensable no descuidarse y seguir los protocolos de prevención ante un posible contagio por Covid-19.
Es cuanto.