Hugo Martoccia – Mesa Chica
Mara Lezama asumió la gubernatura el 25 de septiembre pasado con varias certezas. Una de ellas era una transformación profunda en la estrategia de seguridad, que incluía el cambio inmediato del titular de la Secretaría de Seguridad Pública, Lucio Hernández, y el reemplazo, a mediano plazo, del Fiscal General del estado, Oscar Montes de Oca.
Llegar hasta esa certeza no había sido fácil. Entre los acuerdos inexplicables que tiene Mara Lezama con Carlos Joaquín, hay alguno que le daba al ex gobernador la autoridad de pedir y presionar a Mara para que dejara en sus cargos a ambos personajes. La negativa de Mara generó uno de los puntos de tensión más altos entre ellos en los días previos a la Toma de Protesta.
Una columna publicada en este mismo espacio el pasado 9 de octubre, en la cual se decía que Mara ya había tomado la decisión de reemplazar al Fiscal en los próximos meses, generó una contraofensiva política y mediática feroz contra la gobernadora para que mantenga en su cargo al Fiscal.
La ofensiva inició con empresarios y algún diputado pidiendo la permanencia del Fiscal, y luego hubo un notable cambio de percepción en algunos medios de comunicación sobre la tarea de Montes de Oca; ahora parece que su trabajo es positivo. Lo evidente es que el Fiscal ya tiene una agenda de medios, y, para decirlo de alguna manera, también a varios medios en su agenda.
Por supuesto, más allá de lo que digan los medios de comunicación, la presión constante viene de Carlos Joaquín y del Grupo Tepito, que comanda Juan de la Luz Enríquez Kanfachi, para que Mara “cumpla el acuerdo” y deje en su cargo a Montes de Oca en todo su quinquenio.
La inclusión del nombre de Juan de la Luz no es gratuita; el hombre fuerte del sexenio pasado tenía entre sus funciones el manejo de la Fiscalía, y no hay ninguna señal de que eso haya cambiado.
Pero nada había hecho presagiar un cambio en la decisión de Mara, hasta que la comparecencia de Montes de Oca esta semana en el Congreso dejó en claro que hubo una orden de protegerlo. Ningún diputado lo confrontó ni le hizo pasar un mal rato, y eso que había sobrados temas para hacerlo.
¿Ha cambiado Mara de opinión? Es difícil saberlo. En su entorno hay quienes aseguran que no es así, y se mantiene firme en la idea de que a más tardar a inicios del año siguiente el Fiscal deje su cargo. Otros dicen que la presión ha hecho efecto, y que Mara le va a dar “más tiempo” a Montes de Oca. Se habla de al menos un año más.
¿Qué significaría ese cambio de postura? Primero, mantener una estrategia integral de seguridad que no dio resultados. Segundo, dejar en manos de Carlos Joaquín y Juan de la Luz uno de los sectores de información más sensible del Estado. Nada más ni nada menos.
No es necesario exagerar con adjetivos la gravedad política de una decisión semejante.
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DE PRESIONES Y AMISTADES
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La semana pasada se casó un hijo del ex gobernador Carlos Joaquín. La boda, que se realizó en la Riviera Maya, no tuvo casi repercusión en medios de comunicación y en realidad contó con muy poca presencia política. Pero la que hubo fue muy relevante.
Estuvo, por supuesto, el ex gobernador. También participó Mara Lezama. La gobernadora estuvo tanto en la ceremonia religiosa como en la fiesta posterior. Y ya muy avanzado el evento, llegó Jorge Emilio González Martínez, el denominado Niño Verde.
¿Jorge Emilio y Carlos Joaquín le recordaron allí a Mara algunos acuerdos que se deben cumplir? Imposible de confirmar. Lo cierto es que la presencia de Mara allí dio una señal, para muchos, muy clara: el acuerdo con Carlos Joaquín, sea el que sea y llegue hasta donde llegue, está firme.
Otros dicen que no es así. Que Mara sólo participó del evento porque fue invitada y no quería caer en un descortesía. En ese mismo sentido, hay quien dice que el divorcio político con Carlos Joaquín sigue su marcha y sucederá mas temprano que tarde.
Pero esa versión se hace cada vez más difícil de sostener. Mara ya no es sólo Mara Lezama; ahora es la Gobernadora del estado. Y cada cosa que hace tiene una repercusión política. La agenda social de Mara (una boda, digamos) no se puede separar de su ejercicio político. Mara no desconoce ese impacto de sus acciones, y va a donde quiere o debe ir. Con todo lo que eso significa.
Un dato extra no menor es que la operación política para buscar la permanencia del Fiscal la llevaron a cabo referentes del Verde Ecologista, los nuevos aliados de Carlos Joaquín. La “presión” vino desde arriba, pero la operación a ras del piso fue del Verde.
En ese entorno dicen que Mara ya decidió dejar al Fiscal al menos hasta fin de 2023, para evitar que su salida genere “algún tipo de conflicto”. Si esa es la estrategia; hace agua por todos lados. Si esa es la excusa política y mediática; habrá que mejorarla bastante, porque no tiene pies ni cabeza.
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INDECISIONES
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Hay temas en los que todavía Mara no termina de tomar decisiones. Uno de ellos es el ya mencionado de la Fiscalía. Otro, es su relación con los medios de comunicación; cada vez cobra más fuerza en un sector de su entorno la idea de mantener el mismo esquema de los últimos años. Hay negocios y acuerdos multimillonarios en juego, y añejas relaciones personales que pesan más que las decisiones políticas.
También está su vínculo con los empresarios. Cuando Mara no ordena las prioridades según los preceptos de la 4T, siempre termina acercándose a ese sector. Sólo hay que ver la agenda pública de la gobernadora de los últimos 10 días; es impactante su preferencia por reunirse con cámaras empresariales.
Y lo que sale de ahí pocas veces es bueno. Por ejemplo ¿qué sentido tiene anunciar que va a sumar a su gabinete a Iván Ferrat, ex dirigente de Coparmex, cuando decenas de morenistas están enfurecidos porque aún no tienen cargos en su gobierno? Quizá habría que volver a analizar de dónde salieron los 310 mil votos que la hicieron gobernadora. Difícilmente la Coparmex haya tenido algo que ver con eso.
En el fondo, el tema es más complejo de lo que parece. La realidad es que en el primer círculo de poder del Estado hay muy escasas referencias de la 4T. De hecho, están convenciendo a Mara de que el discurso 4T no llega a “la gente”. Claro; nunca va a llegar a “la gente”, si sus reuniones son todos los días con empresarios de la Coparmex, el CCE o los hoteleros, en donde anidan los más acérrimos grupos anti lopezobradoristas del país. Allí nadie quiere escuchar sobre redistribución del ingreso ni programas sociales.
Hay una presión constante del primer círculo de Mara para que ya deje el discurso lopezobradorista. Pero no hay inocencia en ese pedido. Quieren un discurso más de centro, menos confrontativo, y que hable menos de corrupción y del pasado. O sea, un discurso hecho a la medida, y casi reivindicativo, de Carlos Joaquín, el nuevo socio del Partido Verde. Y, por lo que se ve, lo están logrando.
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EL PODER SE EJERCE, NO SE COMPARTE
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Ahí volvemos al principio de todo. Entre las muchas indecisiones de Mara (que es algo natural cuando se asume el poder) la primera que debe resolver es su relación con Carlos Joaquín y Jorge Emilio González Martínez.
Alguien muy cercano a Mara, de las personas en las que ella más confía en política, dijo esta semana, en referencia al Gobierno:
“Aún no terminan de asentarse las cosas. Pero para que eso suceda, Carlos Joaquín tiene que terminar de irse, con su diputada (Yohanet Torres) y la gente con la que dejó minado el Gobierno”.
La referencia de Yohanet tiene que ver con la injerencia enorme que aún tiene ese grupo en Sefiplan. Podría decirse que la información financiera del estado llega al mismo tiempo a las manos de Mara Lezama que a las de Carlos Joaquín. No se puede gobernar así.
Nadie le pide a la gobernadora que rompa sus acuerdos políticos con Jorge Emilio (no tendría sentido) y ni siquiera con el ex gobernador, aún con lo innecesario que es este último. Pero cada quien debe ocupar su lugar en el nuevo entramado de poder, porque si no, todo es muy confuso.
La capacidad de gestión de Mara Lezama es extraordinaria; el despliegue de sus actividades es asombroso; es una mujer empática y sensible, y tiene una inteligencia prodigiosa para entender los contextos y leer a las personas.
Pero la situación de la Fiscalía y la agenda de los últimos días, muestran que aún no está del todo claro el rumbo que quiere tomar su Gobierno.