Redacción/NOTICARIBE PENINSULAR
CIUDAD DE MÉXICO.- “Si hay algún dinosaurio en el partido ese soy yo”, dijo alguna vez Luis Echeverría Álvarez, el presidente que gobernó México durante 1970 a 1976. El exmandatario falleció a la edad de 100 años, tras una vida alejada del poder y condenado al anonimato; su nombre ligado a la represión está relacionado con la matanza de Tlatelolco del 2 de octubre, cuando fue titular de la Segob, y más tarde por los hechos del Jueves de Corpus, además de orquestar el episodio conocido como “El golpe a Excélsior”, que derivó en la expulsión de Julio Scherer García de la dirección del diario y culminaría meses más tarde en la fundación del semanario Proceso.
Echeverría falleció un día después de cumplirse un aniversario más del episodio conocido como “El golpe a Excélsior”, ocurrido el 8 de julio de 1976, el atentado contra la libertad de expresión más grande orquestado desde el poder.
Es el único expresidente mexicano que ha sido llevado ante la justicia por los cargos de genocidio y crímenes de lesa humanidad; se le giraron órdenes de aprehensión y se dictó un arresto domiciliario, pero debido a su edad no pisó la cárcel, fue exonerado de todos los cargos en 2009 por falta de pruebas.
Actor clave de las matanzas del 2 de octubre de 1968 y del 10 de junio de 1971, durante su sexenio se llevó a cabo una persecución y represión sistemática de los opositores, un pasaje obscuro conocido como la “Guerra Sucia”; desde que dejó el poder ha vivido alejado de los reflectores, confinado, repudiado por la sociedad y por su propia familia en una fortaleza de la soledad.
Durante su sexenio pretendió recuperar la hegemonía y legitimidad estatal aparentemente perdida tras la matanza de Tlatelolco. El 2 de octubre, él era el titular de la Secretaría de Gobernación, hechos por los que años más tarde se le acusaría y sería llevado a juicio en 2006.
Nacido en la Ciudad de México en 1922, Echeverría Álvarez se licenció en derecho por la Escuela Nacional de Jurisprudencia. En 1946 se incorporó a las filas del Partido Revolucionario Institucional (PRI) para desempeñarse como secretario particular de Rodolfo Sánchez Taboada, presidente de la organización política.
Fue secretario de Prensa y oficial mayor de la secretaría de Educación. Designado subsecretario de Gobernación por el presidente Adolfo López Mateos como premio por el papel que el exoficial mayor del PRI tuvo en su campaña electoral. Entonces, el primero de diciembre de 1958, Gustavo Díaz Ordaz se convirtió en su jefe. Cuando se produjo la matanza de la Plaza de las Tres Culturas en octubre de 1968, era secretario de Gobernación en el gabinete diazordacista.
De los ocho hijos que tuvo con María Esther Zuno Arce, quien murió en 1999, ha enterrado a tres: Álvaro, quien fue encontrado muerto en su casa en Cuernavaca en 2020; Luis Vicente, fallecido en 2013 tras una operación en el corazón, y Rodolfo, quien a los 31 años se ahogó en 1983 tras sufrir una embolia mientras nadaba en su casa.
Luego de ocupar la Presidencia de México, la carrera de Luis Echeverría Álvarez no culminó, pues se mantuvo activo en la Administración Pública ocupando cargos como embajador ante la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco) en París hasta 1979. Así mismo, se desempeñó como representante diplomático itinerante en Australia y Nueva Zelanda.
Su gobierno se caracterizará por una extraordinaria actividad personal y por la incorporación de jóvenes a destacados puestos gubernamentales para neutralizar la crítica al gobierno después de la huelga estudiantil de 1968. Su política de “apertura democrática” (para contener la agitación estudiantil y la creciente formación de guerrillas) lo conducirá a tratar de reformar las organizaciones políticas y sindicales.
En mayo de 1977 fue nombrado “embajador extraordinario y plenipotenciario de México en misión especial para realizar estudios analíticos en instituciones que se relacionen con países en proceso de desarrollo”. El cargo se le dio su sucesor en la Presidencia y su amigo de toda la vida, su inseparable José López Portillo.
Echeverría ingresó al PRI en 1946, no ocupó ningún cargo de elección popular hasta que fue designado candidato presidencial. Al final de su sexenio se acordó que los expresidentes, tendrían a su disposición 78 elementos del Ejército y Marina para sus servicios generales.
Más tarde, en el acuerdo 2763-Bis del 31 de marzo de 1987, expedido en el sexenio de Miguel de la Madrid Hurtado, se estableció que los expresidentes disfrutarían de una pensión equivalente al sueldo total correspondiente a los servidores públicos que ocupan el cargo de secretario de Estado, además de que dicha pensión se otorgaría “con cargo al erario federal” y se incrementará en la misma temporalidad y proporción.
La pensión presidencial que recibió fue de 205 mil 122 pesos mensuales hasta el 2018, cuando entró en vigor la Ley Federal de Remuneraciones de los Servidores Públicos. Se le pagaron 83 millones de pesos por concepto de pensión en tres décadas; estas prestaciones significaban para el país un gasto estimado de 44.4 millones de pesos al año.
La última aparición pública de Echeverría fue en abril del año pasado, cuando acudió a la Ciudad Universitaria a ponerse la segunda dosis de la vacuna contra el coronavirus
Las sombras del pasado
“Se interesaba más en la vida que en la filosofía; pero su afán por México, tan coincidente con el mío, nos unió desde la primera conversación en la que tratamos el tema, descubriéndonos recíprocamente, en un verdadero incendio nacionalista. Los dos buscábamos el sentido de nuestra Patria; la profundidad de sus planteos; la fuerza de su destino”, expresó José López Portillo en sus memorias Mis Tiempos, publicadas en 1988.
Sobre la matanza de Tlatelolco
“Estaba en mi despacho con don David Alfaro Siqueiros y su esposa, Angélica por un problema migratorio que querían tratarme, yo la llevé muy bien siempre con él. Lo cual vieron muy mal en el Partido Comunista Mexicano porque él fue un activo militante siempre, desde muy joven, pero yo era admirador de su pintura. Pues estuve muchas ocasiones con él y esa ocasión, estábamos platicando muy tranquilamente. Sonó el teléfono, me avisaron que había una balacera en Tlatelolco, así fue”, dijo en entrevista Echeverría años después, justificando su actuación.
Colaborador de la CIA
“Me parece que podemos esperar una relación de trabajo extremadamente feliz con Echeverría”, indicó en octubre de 1969 el entonces embajador estadunidense en México, Robert McBride, en un telegrama enviado al Departamento de Estado, cuando se conoció la nominación del secretario de Gobernación como candidato presidencial del PRI.
Durante ese periodo Winston Scott Mackinley, jefe de la estación de la Agencia Central de Investigación (CIA, por sus siglas en inglés) en México de 1956 a 1969, reclutó a como sus informantes bajo el nombre clave de Litempo, a los expresidentes Adolfo López Mateos, Gustavo Díaz Ordaz y Luis Echeverría.
En 2017, el gobierno Donald Trump desclasificó 2 mil 891 documentos sobre el magnicidio del presidente estadunidense John F. Kennedy en 1963. Uno de esos papeles confirmó que el priista era un informante de la CIA. El 23 de noviembre, un día después del asesinato ocurrido en Dallas, la estación de la agencia envió un cable a Echeverría, entonces encargado del despacho de la Secretaría de Gobernación para que se detuviera a Sylvia Tirado Bazán de Durán, una mujer que trabajó como secretaria del embajador de Cuba en nuestro país, y que en septiembre de ese año había conocido a Lee Harvey Oswald, a quien el gobierno estadunidense califica como el único autor del atentado presidencial. El documento 180-10142-10133 de la CIA revela que el subdirector de la Dirección Federal de Seguridad (DFS), Fernando Gutiérrez Barrios la interrogó y permaneció incomunicada hasta que contó todo lo que sabía de Oswald, quien había visitado la Ciudad de México meses antes.
El golpe a Excélsior
Durante el cenit del poder presidencial que impuso el PRI, en una era en que la prensa, la radio y la televisión eran controladas por presidente y su gobierno, Luis Echeverría patrocinó el derrocamiento de Julio Scherer García, elegido director del periódico Excélsior desde 1968.
El ataque al diario que dirigía Scherer comenzó en agosto de 1972 con el boicot publicitario que encabezó el empresario Juan Sánchez Navarro, ante la actitud crítica y cargada a la izquierda que el diario asumía.
Los hombres del poder económico se reunieron en la casa del fundador de ICA, Bernando Quintana, a donde el presidente había acudido, quien sugirió que el rumbo de la empresa periodística sólo podía ser frenado si se le cortaba la publicidad que ellos mismos le suministraban, esto provocó una crisis financiera editorial.
Después, el 10 de junio de 1976, ejidatarios encabezados por el diputado priista Humberto Serrano, líder del Consejo Agrarista Mexicano invadió los terrenos de Paseos de Taxqueña, desarrollo urbanístico que pertenecía desde décadas atrás a la cooperativa del diario.
Esto provocó una campaña contra Scherer en el Consejo de Vigilancia del diario, por radio, televisión y en los diarios capitalinos oficialistas. Echeverría secretamente se apoyó en Regino Díaz Arredondo para dar un golpe interno y tomar control de la cooperativa, expulsando a quienes le incomodaban en una asamblea el 8 de julio de 1976, que derivó en la destitución de Scherer y de sus colaboradores cercanos.
En su libro Los Presidentes, el fundador de Proceso diría: “Los ladrones se quedaban en Excélsior”… El presidente Echeverría nos expulsó de nuestra casa. Combinó, como es usual, la fuerza, el sometimiento y una gran recompensa”.
Con información de Proceso