LONDRES.- Gran Bretaña enfrenta un potencial vacío de poder luego de que el primer ministro, Boris Johnson, fuera ingresado el lunes 6 de abril a terapia intensiva tras deteriorarse su estado de salud por el coronavirus, lo que podría mantenerlo fuera del poder semanas o meses.
Johnson, de 55 años y sin problemas de salud previos, está en una sala de cuidados intensivos del Hospital St. Thomas, a pocos minutos del Palacio de Westminster, con condición “estable” y por el momento sin recibir asistencia de respirador.
El primer ministro padece COVID-19 desde hace 12 días y en el mejor de los casos su recuperación, después del paso por terapia intensiva, podría suponer varias semanas de convalecencia.
El ministro del Exterior y primer secretario de Estado, Dominic Raab, de 46 años, fue nombrado por el propio Johnson primer ministro “de facto”, haciéndose cargo interinamente del gobierno, pese a que bajo la constitución británica no existe la figura del viceprimer ministro.
La legislación vigente tampoco le da a Raab autoridad para tomar decisiones en materia de seguridad nacional –ante un ataque nuclear contra Gran Bretaña, por ejemplo– como tampoco puede recibir información confidencial de los servicios de inteligencia o responder en caso de atentados terroristas o de otra naturaleza. Mientras Johnson siga consciente, él es el único que puede tomar las decisiones más apremiantes.
Raab se apresuró a informar –en la conferencia de prensa de este martes 7– que tiene el apoyo de todo el equipo de ministros, indicando que ellos tienen plena confianza en él.
Además, indicó que el gobierno cuenta con cuatro comités encargados de distintas áreas para hacer frente a las consecuencias de la pandemia en el Reino Unido, incluyendo salud, finanzas y asistencia social, que pueden funcionar incluso si alguno de sus funcionarios se infecta con el coronavirus y debe permanecer en cuarentena o recibir atención hospitalaria.
“Se me ha pedido que reemplace al primer ministro el tiempo que sea necesario. Aplicará a partir de ahora lo que llamamos ‘responsabilidad colectiva’ del gabinete de gobierno”, explicó Raab durante la conferencia de prensa del martes 7 en la residencia de Downing Street.
Tras preguntársele si él puede cambiar de curso político sin la aprobación expresa del primer ministro, fue categórico: “Tengo plena confianza en las medidas que se han tomado hasta ahora y no tengo previsto cambiar ningún rumbo”.
La situación se complica mucho más para el gobierno, ya que tanto el ministro de Salud, Matt Hancock, como el asesor médico del gobierno, el profesor Chris Whitty, han padecido o padecen covid-19 y podrían recaer, en tanto que el ministro del Gabinete, Michael Gove, entró esta semana en autoaislamiento porque uno de sus familiares presenta síntomas de la enfermedad.
Lo cierto es que Raab es conocido como uno de los políticos más leales a Johnson, como también uno de los conservadores que más apoyan el Brexit.
“Hay un espíritu de equipo increíble detrás del primer ministro.
“Este equipo se está asegurando cumplir con los planes que el primer ministro dejó en marcha para ser implementados lo antes posible”, aseveró el canciller británico en la conferencia de prensa de este martes.
Raab tiene un perfil político muy distinto al de Johnson; éste es un personaje extravagante, extrovertido e informal que aprovecha su carisma y excentricidad para conseguir la aprobación de la gente.
Raab, por el contrario, no se destaca como gran orador y suele ser más tímido y apagado ante el público.
“Él es el thatcherista más seco que hay en el gabinete”, afirma en entrevista Steven Fielding, experto en ciencias políticas de la Universidad de Nottingham, quien critica por su parte las habilidades de comunicación y de liderazgo de Raab.
“A menos que aprenda rápidamente el rol de primer ministro, él no será una figura que lleve confianza al país”, agrega el experto.
Según Fielding, en momentos de emergencia nacional y crisis sanitaria sin precedente en el país, la población busca a un líder carismático en quien confiar.
“Suele sudar mucho en público, se pone nervioso y se muestra claramente incómodo frente a las cámaras”, continúa el analista político.
En tanto y tras ser consultado acerca de si Raab tiene el poder para despedir a algún ministro o remover a algún funcionario de su cargo, Gove explicó que “el primer ministro sigue siendo el primer ministro”.
“Nadie está sugiriendo que haya otra persona que tome las decisiones clave. Hay un gran espíritu de equipo, pero el primer ministro sigue siendo Boris Johnson, incluso si está en terapia intensiva”, explicó Gove en videoconferencia desde su hogar.
Raab, exabogado de la Cancillería y fanático del karate, había ocupado brevemente el cargo de secretario para el Brexit en 2018, en el gobierno de Theresa May, pero renunció meses después por fuertes diferencias con la entonces primera ministra.
En 2019 se presentó a la contienda por el liderazgo del Partido Conservador con una campaña por un “Brexit duro” y sin acuerdo con la Unión Europea, pero terminó perdiendo esa contienda justamente ante Johnson.
Raab, que estudió en las universidades de Oxford y Cambridge y que ocupa una banca en el Parlamento desde 2010, es hijo de un refugiado judío checo que logró escapar del nazismo en 1938 para trasladarse a Inglaterra. Y desde los últimos 10 años su carrera ha sido meteórica.
Lo cierto es que, según Fielding, muchas de las grandes decisiones políticas en Gran Bretaña relacionadas con la respuesta a la pandemia del coronavirus, incluyendo las restricciones por la cuarentena, el número de tests a enfermos o a aquellos que ya padecieron la enfermedad, la compra de respiradores y otros asuntos de emergencia sanitaria, ya han sido tomadas y están siendo implementadas.
“Ahora lo importante es que esas decisiones sigan manteniéndose y se sigan tomando medidas acertadas. Gran Bretaña puede sobrevivir sin un primer ministro algunos días. Pero si estamos hablando de un mes o más, entonces la situación cambiará por completo y habrá que plantearse muchas cuestiones”, indica el analista político.
Otras de las críticas que enfrenta el gobierno británico es la de una supuesta falta de transparencia por parte de funcionarios al informar sobre la salud de Johnson.
Tanto parlamentarios como periodistas y analistas políticos criticaron a la oficina de Downing Street por haber malinformado durante los primeros días acerca de la enfermedad del primer ministro.
Desde un primer momento los portavoces oficiales de Johnson habían indicado que el mandatario presentaba “síntomas leves” del coronavirus, con fiebre y algo de tos, sin especificar cuándo esa situación empeoró y por qué el primer ministro no cumplió con las recomendaciones estrictas de su equipo médico para mantener un descanso estricto, en lugar de trabajar largas horas en autoaislamiento.
Johnson, cuya novia, Carrie Symonds, de 32 años, está embarazada y también padece covid-19, estaba cumpliendo una cuarentena en la residencia de Downing Street y la última vez que se le vio públicamente fue el jueves 2, cuando salió a la puerta de la residencia oficial para participar del gran aplauso nacional en honor a los médicos y enfermeras del Reino Unido que trabajan para atender a miles de pacientes de la pandemia de coronavirus.
En esa ocasión el primer ministro tenía un rostro muy pálido, los ojos hinchados y se veía sin fuerzas. Muchos analistas cuestionaron en ese momento si Downing Street estaba diciendo la verdad acerca de la situación de salud del mandatario o si desestimaba sus síntomas para no preocupar a la población y agitar a los mercados bursátiles.
Johnson, cuyo héroe político es Winston Churchill, quería emular a ese estadista, que mantuvo las riendas del gobierno británico durante la Segunda Guerra Mundial a toda costa, incluso padeciendo gripes y otras enfermedades. Sin embargo, el coronavirus le impidió a Johnson cumplir ese objetivo y debió aceptar ser internado el domingo 5.
Incluso después de su internación, los voceros de Downing Street indicaron que el mandatario estaba “gobernando desde la cama” y que mantenía “todas las riendas” del gobierno, para un día después tener que admitir que el estado de salud de Johnson se había deteriorado.
Falta ver si en las próximas horas y días la evolución del estado de salud del primer ministro será informada de forma transparente a la población y si en caso de un agravamiento mayor, el país puede hacer frente a la peor crisis sanitaria que enfrenta en los últimos cien años, cuando ya hay registrados en el país más de 55 mil 200 infectados por coronavirus, y al menos 6 mil 159 muertos.
Con información de proceso.com.x.