CIUDAD DE MÉXICO.- Los protagonistas, llamados Dancing Pallbearers, son oriundos de Ghana y representan lo peculiar que entregan los funerales en el país africano. El objetivo de quien paga para darle un célebre último adiós a su ser querido busca la dualidad. Reír y llorar. Que duela pero que se disfrute.
El rito, a comparación de las ceremonias occidentales (privadas y reservadas para los más íntimos), requiere de un microclima extravagante, en donde la concurrencia masiva lo transforme en un gran evento. Suelen desarrollarse durante los fines de semana, especialmente los sábados, para que el número de personas presentes permita comprender cuán querida era la persona difunta y qué tan importante es la pérdida.
En 2017, luego de que un par de años se popularizaran sus videos en YouTube, un grupo periodístico de la BBC documentó el trabajo de los enterradores. Tras entablar contacto con ellos se relató que el líder de uno de estos grupos, un tal Benjamin Aidoo, fue quien optó por grabar cada baile sin pensar que más tarde cruzarían la frontera de su país para convertirse en memes alrededor del mundo.
Sus poses son respetadas. También sus marchas pausadas, las danzas interminentes y la animación de quienes se autoperciben como animadores. El trabajo del medio inglés permitió conocer que los ghaneses pueden llegar a gastar hasta 20 mil cedis (moneda ghanesa) -algo así como USD 3.500-, en este tipo de funerales. Y que los enterradores inmaculados no se sientan a hablar por menos de 13.000 cedis (USD 2.200). También que la tradición no es inherente a quienes más pueden gastar. Los entierros son multitudinarios sin importar la clase social del fallecido y en cada uno de ellos se esperan a miles, para un ritual que incluso puede llegar a desarrollarse durante varios días. Los entierros, eso sí, varían según el origen y la posición social de los muertos. Por eso los enterradores son tan exclusivos y caros.
“Los clientes dicen: ‘A papá le gustaba bailar cuando estaba vivo, dejalo bailar una vez más’”, relató Aidoo, de 34 años, en una entrevista que le brindó a Bloomberg. También contó que rechaza clientes debido a la demanda anual. “Es un negocio en donde bailamos el ataúd hasta la tumba en lugar de marchar solemnemente”, completó.
Además de los clásicos ataúdes de madera color marrón que suelen observarse habitualmente en Occidente, en estos entierros buscan que sean coloridos y tengan detalles en oro e incluso diversas formas. Los mismos pueden ir cubiertos de mantas que reflejen la profesión de la persona fallecida. También se colocan distintivos religiosos, objetos familiares y recuerdos familiares.
Cuando la danza termina y el ataúd ya no se traslada, la celebración acapara la escena. Largas mesas de comida. Canciones y bailes en ronda, al ritmo de músicos ghaneses que tocan en vivo, desde reggae hasta la música gospel.
Con información de Infobae