“La poesía abarca las tradiciones, la historia y la introspección y, gracias a ella, hay diferentes maneras de ver el mundo y el mundo puede ser un lugar más bello y lleno de significados”, dice emocionada la directora general del Instituto de la Cultura y las Artes Lilian Villanueva cuando culmina esta hermosa celebración dedicada el 21 de marzo al Día Internacional de la Poesía.
La brisa nocturna se cuela por el patio del Fuerte de San Felipe, esa legendaria construcción española que en el mítico Bacalar, entre luces moradas y amarillas, acoge a poetas, músicos y promotoras culturales que hacen de la poesía un ritual, compartido por espectadores disímiles, quienes han venido a oír a rapsodas como Ramón Iván Suárez Caamal y Javier España Novelo.
El evento ha sido ideado por la propia Lilian, quien recuerda que la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura eligió el 21 de marzo como Día Mundial de la Poesía para apoyar la diversidad lingüística a través de la expresión poética, y en ese rumbo leen sus versos Miguel Insunza, Irlyan Hernández, Mijaíl Lamas, Lenny García y Wildernaín Villegas.
También ha leído Agustín Labrada, quien, aunque nació en Cuba, se le reconoce desde hace décadas como poeta quintanarroense; y, con el nombre de “Voces al vuelo”, las mediadoras de lectura Magaly Herrera Romero, Estela Leal y Karla Zamudio dramatizan textos de los autores participantes, agregándole un sello teatral que vuelve más diáfana y comunicativa la literatura.
Mezclados o como parte del público, aplauden otros poetas que acuden para apoyar a sus colegas del gremio: Billy Peña, Norma Quintana, Karla María, Ever Canul, Cornelio Hernández, René Vera, Irlanda Sosa, Cristian Poot…, mientras que otro poeta, Rodolfo Novelo, conduce este evento matizado con melodías tocadas por el “Ensamble musical” de la Escuela Estatal de Música.
El final está lleno de abrazos, reencuentros y promesas… Se intercambian libros, direcciones y números telefónicos. Se fugan notas de bossa nova y jazz, algunos pájaros cruzan sobre el fuerte y en la laguna se iluminan dos veleros. Se dignifica una manifestación estética que acompaña a la humanidad desde sus remotos orígenes y sigue expandiéndose con luces hacia el porvenir.