Por Javier Chumacero/Noticaribe Peninsular
PLAYA DEL CARMEN. – La brisa marina llega de la playa solitaria al parque Fundadores con mayor frescura. Los minutos de espera para tomarse la foto del recuerdo en el Portal Maya, ahora sobran y hasta se pueden tomar las imágenes desde diferentes ángulos.
Es la Playa del Carmen con su Quinta Avenida en estado de coma, sus taxistas con su mirada al vacío, sus comerciantes en sus hogares porque ya cerraron sus negocios, y sus voluntarios regalando alimentos en un parque cercano. “Es el Covid-19 Time”.
Casi nadie habla en las calles. Los gritos de ayer se transformaron en el suave murmullo del silencio. La iglesia está cerrada, un policía deja su moto andando, y una familia de ambulantes aprovecha para llevarse un bocado.
La terminal del ADO no atiende a nadie. Una sola unidad está a la espera de partir con unos cuantos pasajeros a bordo. Un grupo de gaviotas vuela por lo bajo, en tanto, los ruleteros no se suman a la famosa Sana Distancia.
Pocos transeúntes llevan su cubre bocas. Los turistas caminan y caminan sin rechazar los tours ni preguntar por ellos. Los turisteros no tienen a quien vender. Comercios en la avenida Juárez bajaron sus cortinas hasta quien sabe cuándo.
El calor aprieta, así como el virus económico. “Si realmente lo necesitas, toma uno. Ayúdanos a ayudar al necesitado. Dios te bendiga”, reza una cartulina sostenida con fervor por una chica de una iglesia. Al costado, una mesa con alimentos y aguas. Un taxista aprovecha la ocasión.